Ocurre, que tú estás en la oposición, porque no es posible que esta chusma, esta cuerda de patas en el suelo, llegue y se quiera agarrar la democracia para ellos, como que eso fuera de ellos. Y tú ves que la matemática te está fallando, que no te da la cuenta, antes eran menos los que disfrutaban y ahora llegaron ellos, la turba esa, y quieren hasta estudiar, qué bolas.
No tienes candidato, y te planteas mirar un poco más allá y te encuentras con la doctora Sosa, y piensas que de repente esta mujer le puede meter el pecho al asunto y asumes tu participación, y que sea lo que Dios quiera.
Y apoyas su candidatura y escribes en una pared que Cecilia es la esperanza. Y estás dispuesto a botar la llave de tu apartamento y quedarte en la Cota Mil hasta que Chávez se vaya. En definitiva, la doctora Sosa pa los que salgan.
Tampoco te interesa saber que gracias a la doctora Sosa, Lusinchi anda por allí caballo blanco, porque ella engavetó ese juicio hasta que prescribió, eso ya no le interesa a nadie.
Pero ocurre que ayer leíste en la prensa que la doctora Sosa señaló que: "Le dije a Carmona en su cara que él era el presidente de Fedecámaras mas no podía ser el presidente de la República, y que yo iba a ser su primera presa política, pues desde ese momento pasaba a la oposición. Eso se lo dije delante de mucha gente de Miraflores que me oyó". Y eso te dejó turulato.
Y sigues leyendo: "Si un señor que fue a usurpar, había dicho a las cuatro de la mañana que era el presidente interino, ¿cómo alguien podía pensar que había un decreto? Yo nunca me reuní con Carmona, lo vi cuando fui a Miraflores, cara a cara. Nunca me reuní con sus asesores, no redacté nada en Miraflores, nunca tuve en mis manos el texto, mal podía, al contrario, pensar para que tuviera un puesto de honor en la sesión donde se iba a proclamar".
De repente no te da una vaina, te aguantas, te estremeces y sigues leyendo: "Carmona, usted causó al país un daño que tiene que pagar por él, y Cecilia Sosa le tiene que ver el hueso a Carmona, porque el señor Carmona tuvo la osadía o la cobardía de poner en su libro que yo lo había asesorado y una mujer con el temple mío no se lo perdona".
Y qué problema que Marta Colomina se va, se va, se va, porque ahora sí, la doctora Sosa viene, viene, viene.
Columnistarobertomalaver@cantv.net