Recientemente,
Chávez ha lanzado un nuevo plan, la Gran Misión Vivienda Venezuela,
y ha planteado que la construcción de miles de viviendas en los próximos
años será un eje central de su gobierno. Esta propuesta ha despertado
nuevas e importantes expectativas en las masas. En pocos días más
de 200 mil personas se han registrado en el censo de aspirantes a viviendas
auspiciado por el gobierno, confirmando el problema que representa el
déficit habitacional en Venezuela. Para no repetir errores anteriores
y empezar a corregir esta situación de la vivienda es necesario, en
primer lugar, comprender por qué han fallado los planes anteriores,
analizar las causas de este problema (estrechamente ligadas al mantenimiento
de la propiedad privada de los medios de producción) y basarse en las
propia participación y organización de las masas obreras y populares
para que sean éstas las que definan cuáles son las necesidades habitacionales
y cuál es el mejor modo de resolverlas.
1.- Muchos
planes y pocos resultados
En 2004, según
el informe respectivo del INE, el déficit habitacional había aumentado
hasta superar el millón 800 mil viviendas (1), y en la actualidad,
luego de 12 años de gobierno bolivariano dicho déficit ha ascendido
por sobre los dos millones, con lo cual es más que evidente que el
problema de la vivienda se ha convertido en una espina clavada en el
costillar de la Revolución, al igual que la inseguridad, la inflación
económica y el desempleo, todas lacras generadas por el sistema capitalista
y que la Revolución ha sido incapaz de resolver en la medida que no
rompe definitivamente, en los hechos, con dicho sistema.
Peor aún,
al tratar la burocracia reformista de establecer controles y regulaciones
al capitalismo con el fin de suavizar o humanizar sus efectos lo que
termina logrando es entrabar aún más su ya de por sí caótico funcionamiento.
Para muestra basta un botón, de acuerdo con estadísticas basadas en
los informes anuales del CONAVI (Consejo Nacional de la Vivienda), de
las memorias y cuentas del MINFRA, además de las privadas Cámara Inmobiliaria
de Venezuela y Cámara Venezolana de la Construcción, en la IV
República, más específicamente en los 10 años que fueron de 1979
a 1988 (gobiernos del copeyano Luis Herrera Campíns y del adeco Jaime
Lusinchi) se construyeron 697.254 viviendas y en los siguientes 10 años
(CAP y Caldera), de 1989 a 1998, se hicieron 647.088, a un promedio
de 67.217 viviendas por año (2), mientras en un período de 11 años
el gobierno bolivariano sólo ha construido un promedio de 25.857 por
año. Esta realidad ha sido reconocida tanto por el actual ministro
de la Vivienda, Ricardo Molina, quien “señaló
que entre 1999 y 2010 el Gobierno llegó
a producir un promedio de 25.857 viviendas al año, mientras que el sector
privado realizó 23.740 unidades. Aunque agregó
que ‘si se suprimen las unidades realizadas entre 2002 a 2004, porque fue
el período del sabotaje petrolero, hemos llegado a producir 35.000 viviendas
al año’” (3), hasta el propio presidente Chávez, “Nosotros,
esto es una autocrítica, en estos diez, once años transcurridos hemos
hecho algunos avances en materia de vivienda, pero muy pocos, y la deuda
acumulada de 100 años es gigantesca”
(4).
La explicación
a esta situación no es muy difícil de encontrar, mientras en la IV
República la construcción de viviendas era un negocio rentable para
los capitalistas que hacían y deshacían a su antojo con el apoyo y
la protección del Estado, a pesar de lo cual, lejos de resolver el
déficit habitacional éste tendía a agravarse ya que como toda empresa
capitalista estaba regida por las leyes del mercado, en la V la burocracia
reformista, presionada por el presidente Chávez, ha impuesto restricciones
al “libre juego de la oferta y la demanda” pero, al no acabar con
la propiedad y control que los capitalistas ejercen sobre la economía,
estas medidas de control no pueden evitar la anarquía de la producción
característica del capitalismo y, por el contrario, tienen el efecto
de “desestimular” la inversión, como dicen cínicamente los propios
burgueses, pues éstos exigen para invertir la eliminación de cualquier
control y la obtención de beneficios rápidos, seguros y sin límites.
Sumado a lo anterior, los capitalistas constructores, al igual que ocurre
en otras áreas económicas, también utilizan el sabotaje como arma
política en contra de la Revolución. El presidente de la Cámara de
la Construcción de Zulia, Dietrich Truchsess, en una declaración que
diera recientemente fue muy claro al respecto:
“‘La meta oficial del Gobierno es ambiciosa pero no imposible, pero
implica tener que abatir muchas variables, no es querer hacer casas
y tener insumos, es contar con un marco legal que motive la inversión
por parte del sector privado’. Para impulsar la construcción
privada, ‘hay que activar los cinco motores de la construcción que
son el motor del marco legal, el motor de los insumos, el motor de la
tecnología, el motor del financiamiento y el motor de
los servicios. Si contamos con estas variables de manera conjunta y
engranada, no hacemos 150 mil viviendas, hacemos más de 200 mil viviendas
al año’” (5). En pocas palabras, lo que los capitalistas
le están diciendo al gobierno bolivariano es que si quiere que construyan
más viviendas debe ceder a todas y cada una de sus exigencias y aplicar
las mismas políticas burguesas de cualquier gobierno capitalista. Lo
que no dicen es que en todos los países capitalistas en los que esas
políticas están siendo aplicadas el resultado es que el problema de
la vivienda sigue sin ser resuelto, los alquileres tienen precios exorbitantes
y aquellos trabajadores que, tras enormes esfuerzos y sacrificios, logran
por fin acceder a una vivienda en propiedad se ven condenados a pagar
hipotecas interminables que en no pocos casos acaban conduciéndolos
a la bancarrota y a la pérdida final de las viviendas.
El no saber
cómo encarar un problema o el encararlo de una forma incorrecta hace
que el problema no se solucione sino que permanezca indefinidamente
en el tiempo y en muchos casos, tal como ocurre con la vivienda cuya
demanda se incrementa año a año, que se agrave. Si a la desmotivación
y sabotaje de los capitalistas le sumamos la característica ineptitud
de la burocracia para resolver cualquier problema tenemos el cuadro
completo del por qué en la V se han construido menos viviendas anualmente
que en la IV. Sin embargo, esta verdad de Perogrullo, como hemos visto
a lo largo de este trabajo, parece ser un dilema sin solución para
el reformismo que hasta ahora se ha mostrado incapaz de atacar las causas
que generan los problemas y en su lugar se conforma con ponerle pañitos
tibios a sus efectos. Esto es posible verificarlo con todas y cada una
de las lacras heredadas del capitalismo y que luego de 12 años de revolución
permanecen intactas, y en muchas ocasiones agravadas.
En el caso
específico de la escasez de viviendas la burocracia reformista ha elaborado
y presentado públicamente hasta la fecha unos diez u once planes, a
cual de todos con un nombre más rimbombante, para acabar con ella y,
sin embargo, el problema persiste y crece como la mala hierba, dejando
al descubierto todo el empirismo y la charlatanería reformista. Basta
recordar algunos de ellos: Misión Vivienda, La Revolución de la Vivienda,
Misión Villanueva, Plan Bolivariano para la Vivienda y Hábitat, Sustitución
de Rancho por Casa, Ciudad Zamora, Ciudad Cabruta, Plan Caracas, Barrio
Nuevo, etc., hasta el último lanzado este año: la Gran Misión Vivienda
Venezuela que promete construir dos millones de viviendas en 7 años.
Cada nuevo ministro que se ha posesionado del cargo ha llegado con un
plan debajo del brazo y grandes proyectos, sólo habría que agregar
que en los 7 años que tiene el Ministerio de la Vivienda han pasado
por él 8 ministros para hacerse una idea del éxito de dichos planes
y proyectos. En 2005 cuando se creó el Ministerio se anunció una construcción
anual de por lo menos 120.000 viviendas de las cuales sólo se construyeron
32.193 (27%), al año siguiente se mantuvo la meta de 120.000 de las
que se construyeron 40.340 (40%), para 2007 el propio presidente Chávez
había subido la meta a 150.000, “Si este año [2006] la
meta ha sido de 120 mil, el año que viene será de 150 mil, porque
tenemos que apurar la marcha, ¿para qué? Para cancelar la deuda histórica
acumulada que nos dejó la IV República con sus salvajes modelos de
explotación” (6), sin embargo, lo realizado finalmente
fue de 82.589 (55%), en 2008 se planificaron 120.000 viviendas y se
hicieron 60.000 (50%), comenzando 2009 el ministro de ese entonces,
Farruco Sesto, declaró en una entrevista que se pensaban construir
unas 3 millones de viviendas en 10 años, de las cuales ese año se
construirían 107.000 y que esa cifra se debería triplicar en los siguientes
años para poder cumplir la meta (7), finalmente ese año se hicieron
unas 55.000 (51%). Unos meses antes, el mismo Farruco les había aconsejado
a los integrantes de unas comunidades de los Estados Nueva Esparta y
Sucre que protestaban en las instalaciones del Ministerio por la falta
de vivienda, que “debían tener paciencia revolucionaria y permitirle
hacer las cosas correctamente”
(8). En el lapso que fue de 2005 a 2008 la inversión estatal
en el área de la vivienda ascendió a unos 7.000 millones de dólares,
con lo cual se podría decir que el problema al parecer no ha estado
en la falta de recursos, a pesar de la recesión económica que comenzó
en 2009, tampoco en la falta de planes y proyectos ni en el recambio
de personas al frente de los ministerios, evidentemente, el problema
ha estado en otra parte.
2.- A llovido,
mojado
A pesar de
los magros resultados en los años anteriores, las expectativas gubernamentales
se mantuvieron para el año 2010, sin embargo, al no haber cambios en
el rumbo era más que previsible que el enfermo no mejorara, a lo cual
hubo que agregarle los efectos de la estanflación económica, que se
hallaba en su apogeo, para explicar la caída en la construcción de
viviendas en el primer semestre del año en torno al 45% con respecto
al mismo período de 2009. La prensa burguesa lo reseñaba así: “El
sector construcción en el primer semestre del año tuvo una caída
de 6,5% y en ese resultado incidió
la desaceleración registrada por la actividad residencial, lo que indica
que en ese período se realizaron menos soluciones habitacionales…
La caída más fuerte en la construcción de viviendas se registró
en el sector público. En el primer semestre de 2009 (etapa en la que
ya se venía presentando una desaceleración), los entes oficiales terminaron
12.500 viviendas, pero en la primera mitad de 2010, los institutos del
sector público efectuaron 5.000 soluciones, siendo el desplome 60%.
Sólo en el período de abril a junio se hicieron 2.000 casas… En
la menor construcción de casas por parte del sector público afectaron
los retrasos en los pagos de las contratistas así
como las menores transferencias a las regiones. Aunado a esos menores
traspasos de fondos se sumaron las fallas en el suministro de los insumos
fundamentales como cabilla y cemento. Gran parte
de la producción de los materiales básicos de la construcción está
en manos de empresas estatales, las cuales tuvieron que disminuir su
capacidad por la crisis eléctrica. Por esa situación, el desabastecimiento
de cabilla fue 35% y el de cemento 15%.
” (9). Por su parte, y aunque los periodistas burgueses
con su demagogia habitual intenten achacar la responsabilidad sólo
al sector público, los constructores privados no le fueron en
zaga a los públicos y en el mismo lapso construyeron un 39% menos que
en 2009. Ya para agosto se estimaba que al final del año se habría
construido un 30% menos que el año anterior.
Para septiembre
la cantidad de viviendas construidas había alcanzado la paupérrima
cifra de 11.000 unidades. Ese mes, también, se intensificaron las lluvias
que venían cayendo desde junio, generando una situación de inundaciones
generalizadas en todo el país que se extendió prácticamente hasta
fin de año. Las lluvias caídas durante 2010 sobre Caracas, más de
1.700 mm por metro cuadrado, constituyeron un récord histórico de
acuerdo a los 120 años de registros del Observatorio Cagigal, siendo
el mes de noviembre con 407 mm y septiembre con 261 mm el primero y
segundo mes más lluvioso del año, respectivamente (10). El fenómeno
climatológico vino a poner sal sobre la herida y dejó al descubierto
la situación de precariedad en que todavía vive una gran parte de
la población, además de resaltar el fracaso de la política habitacional
de la Revolución. “Según un estudio realizado por la Corporación
de Servicios Municipales de Libertador en 2005, 70% de la población
está localizada en zonas de alto riesgo, bien sea por estar al margen
y en cauces de las quebradas o por ocupar zonas que presentan problemas
geotécnicos graves, ya que han desencadenado procesos de
inestabilidad. En el municipio Sucre se han contabilizado un aproximado
de dos mil barrios que están ubicados en las parroquias Petare, Caucagüita,
La Dolorita y Mariches, según informó
Gabriel D'Andrea, director de Protección Civil, quien informó
que de acuerdo a las evaluaciones que se han realizado, la mayoría
de las viviendas de las barriadas del municipio… son estructuras altamente
inestables en zonas de alto riesgo”
(11). A comienzos de diciembre el ministro de la Defensa, Carlos
Mata Figueroa, anunciaba que el número de afectados por las inundaciones
ascendía a 90.391 damnificados que se encontraban ubicados en 640 refugios,
a los que había que añadirles 34 muertos (12). Ya para ese momento
el gobierno había decretado el estado de emergencia en 4 zonas costeras.
Una vez más,
el presidente Chávez, dando muestras de su gran sensibilidad social
y voluntarismo, se puso al frente de la campaña de ayuda a los damnificados
y así se lo pudo ver recorriendo infatigablemente el país de
un extremo a otro, reuniéndose con la gente que aprovechó para hacerle
llegar directamente sus reclamos, y pudiendo constatar personalmente
una realidad que a veces pareciera desconocer. Desgraciadamente, como
hemos dicho en infinidad de ocasiones, el presidente no es un marxista
y esto lo lleva a hacer lecturas inexactas de los hechos, a sacar conclusiones
erróneas y, en consecuencia, a aplicar soluciones también equivocadas,
extraídas de su entorno reformista, que reciclan los problemas pero
no los resuelven porque no los sacan del marco del Estado burgués y
del sistema capitalista. Decimos esto porque de su deseo por resolver
la problemática habitacional y, seguramente, de verificar en sitio
la inutilidad de buena parte del equipo de burócratas que hasta ahora
han estado a cargo, por parte del gobierno, de enfrentar esta situación,
terminó asumiendo el reto personal de acabar con el déficit de la
vivienda en un plazo de 7 años. “Nosotros, en los próximos 7
años, vamos a llegar a 2 millones de viviendas y yo me comprometo,
está en juego mi pellejo, nosotros lo vamos a cumplir”
(13). “He decidido tomar este tema como algo personal, político,
es decir jugarme yo por entero, completito en el tema de la vivienda
para toda la familia venezolana”
(14).
Ciertamente,
este objetivo de resolver el problema habitacional en 7 años es completamente
factible pero para ello es imprescindible romper con las políticas
aplicadas a lo largo de los últimos años que han demostrado hasta
la saciedad su inutilidad. Como parte de este cambio de políticas,
es necesario que Chávez rompa con la burocracia reformista que está
enquistada en los ministerios, gobernaciones y alcaldías, es decir,
en la estructura del Estado burgués, y que desde allí impide el avance
de las masas y, en lugar de ello, que se apoye en la organización y
movilización revolucionaria de éstas, en los sindicatos clasistas,
consejos de trabajadores, etc. Si esto no ocurre así, si se continúa
encarando el problema con leyes y nuevos planes, que al final son un
refrito de los viejos y fracasados planes, y viendo los resultados obtenidos
hasta la fecha por estas políticas, lo que se avizora es poco menos
que un suicidio político por parte del presidente. ¿Cómo es posible,
manteniendo el mismo enfoque y solución del problema, pretender construir
300.000 viviendas en un año cuando en 12 años apenas se ha superado
esta cifra?
3.- Las contradicciones
del centrismo
A finales de
agosto de 2010, cuando la persistencia de las lluvias hacía prever
la repetición de una situación dramática que en Venezuela es endémica
desde que el capitalismo tapizó de ranchos las laderas de las montañas
caraqueñas y los alrededores de las principales urbes venezolanas,
el presidente Chávez declaró que la solución del problema de la vivienda
era posible “sólo con el socialismo...’Tenemos que convencernos
de que en el marco del capitalismo, con los métodos tradicionales capitalistas,
por más esfuerzo y dinero que se invierta, el problema de la vivienda
no tiene solución, más bien se agrava a medida que pasa el tiempo’,
enfatizó. ‘En el capitalismo todo lo que conforma la vivienda es
una mercancía, el cemento, la piedra, todo se encarece y la mayor parte
del pueblo no tiene cómo comprar una vivienda. Sólo con métodos revolucionarios
podremos ir solucionando el drama de la vivienda’”
(15). Este análisis correcto sólo reafirmaba unas conclusiones similares
que ya había realizado el presidente cuando Farruco Sesto asumió el
Ministerio de la Vivienda en 2008. Por aquel entonces, Chávez
“destacó que se iniciaba la etapa de la 'revolución de la vivienda'
y manifestó que 'el problema de la vivienda es consecuencia del modelo
capitalista que convierte todo en una mercancía (...) ese problema
no tiene solución por las armas negadas del capitalismo, con los métodos
capitalistas no hay solución, hay que revolucionar los medios y hay
que cambiar la fuente, por ello tiene que haber participación popular,
que los consejos comunales y los comités de tierra urbana se encarguen
de los procedimientos'” (8).
Más recientemente, con motivo del informe de la gestión de 2010 ante
la Asamblea Nacional, el presidente retomó el tema y después de garantizar
el derecho del pueblo a la vivienda por parte de su gobierno afirmó
que “la razón del drama de la vivienda es el capitalismo”
y más adelante “recordó que un grupo de empresarios se dieron
a la tarea de convertir la vivienda en mercancía, al tiempo que el
Ejecutivo lo ha declarado como un derecho humano de primer orden”
(16). Incluso algunos ministros de su equipo se hicieron eco
de las palabras del presidente. Por ejemplo, en diciembre de 2010 Ricardo
Menéndez, ministro de Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias,
había declarado en el programa “Debate Socialista” que transmite
Venezolana de Televisión (VTV), que “‘La necesidad de la vivienda
en el país es una de las áreas que tiene más rezagos y necesidades
para avanzar, debido a un aspecto muy sencillo, para el capitalismo
el problema de la vivienda en Venezuela, no es una necesidad, sino una
mercancía y un instrumento que usa para obtener
peculio’… ‘La construcción de las viviendas en Venezuela supone,
en sí mismo, un arrastre para transformar el sistema económico y el
sistema productivo. No es un hecho casual lo de las estafas inmobiliarias.
El Estado venezolano produce el cemento a Bs. 9,4, luego es vendido
por el mercado capitalista a Bs. 30, esto se produce debido a las cadenas
de especulación’, mencionó Menéndez. Menéndez aseguró
que, mientras la problemática de la vivienda sea asumida como una mercancía,
y no como una necesidad, ésta no tiene solución.
‘En el capitalismo el problema de la vivienda no tiene solución’…
‘A partir de lo acaecido por las lluvias, surge un momento de inflexión
para cambiar toda la arquitectura de la sociedad. Sólo cambiando el
sistema podemos salir del problema’, refirió
Menéndez” (17). Hasta aquí no hay nada que objetar con el diagnóstico
realizado por el presidente en cuanto a la causa del problema de la
vivienda, cualquier verdadero marxista suscribiría cada una de sus
palabras sin ninguna objeción. Sin embargo, el valor de un buen diagnóstico
está en que luego se aplique la medicina adecuada para solucionar el
problema en cuestión, de lo contrario el diagnóstico quedará en letra
muerta.
En el camino
para resolver el déficit habitacional el gobierno bolivariano ha venido
tomando una serie de medidas correctas: ha nacionalizado las empresas
que fabrican los principales materiales de construcción como son el
cemento y el acero, así como tierras urbanas subutilizadas por los
capitalistas para destinarlas al desarrollo habitacional y empresas
constructoras que estaban especulando con la venta de inmuebles. Sin
embargo, este primer paso en la dirección correcta, como en las demás
nacionalizaciones que se han realizado en otras áreas económicas,
no fue seguido por un segundo paso que estableciera un auténtico control
obrero en las mismas y sirviera de base para comenzar a realizar una
planificación socialista de la economía. En lugar de ello, estas empresas,
luego de pasar a manos del Estado, quedaron bajo el control de la burocracia
gubernamental que mantuvo en ellas las relaciones de producción capitalista,
es decir, el mismo esquema de explotación de los trabajadores que tenían
los burgueses. Al final, en la mayoría de los casos la administración
de la burocracia, como no podía ser de otra forma, ha resultado
ser tan o más ineficiente que la de los propios capitalistas. Si como
bien ha dicho el presidente Chávez es imposible resolver el problema
de la vivienda dentro del marco del capitalismo y con los métodos capitalistas
ya que es el propio sistema capitalista el que genera el problema, sólo
hay que aplicar algo de sentido común para llegar a la conclusión
lógica que para resolver el problema de la vivienda lo primero que
hay que hacer es acabar con el sistema capitalista. He aquí el verdadero
y principal problema a resolver para solucionar no sólo el déficit
habitacional sino también todos los demás problemas que se originan
en el capitalismo como la inseguridad, la inflación, el desempleo,
etc. Por el contrario, manteniendo el Estado burgués y las relaciones
de producción capitalistas, haciendo llamados a los empresarios venezolanos
para que participen, involucrando en la construcción de viviendas a
los capitalistas de China, Irán, Rusia, Bielorrusia, Turquía, Portugal,
etc., etc. (13), que como cualquier capitalista del mundo sólo lo hacen
por las enormes ganancias que van a obtener a partir de la explotación
de los trabajadores venezolanos y no por algún misterioso deseo filantrópico
de ayudar al pueblo, es decir, “en el marco del capitalismo, con
los métodos tradicionales capitalistas”, evidentemente, no se
va a solucionar el problema y se está cayendo en una gran contradicción
al hacer todo lo contrario a lo que se está predicando.
Estas contradicciones
entre el discurso radical y las políticas que finalmente se aplican
se han dado en muchas revoluciones y, como explicaba Lenin, han sido
la principal causa de la derrota de muchas de ellas, y suelen ser el
resultado de las presiones de clases contrapuestas a que se ve
sometida la dirección revolucionaria: por un lado la presión de los
trabajadores y el pueblo, que necesitan una solución urgente a sus
problemas, y por otro, la presión de los capitalistas. La presión
de los capitalistas no sólo se manifiesta a través de los intentos
de golpe de Estado, del sabotaje económico, del cerco imperialista,
etc., sino también a través de toda una serie de prejuicios e ideas
reaccionarias, por ejemplo, la desconfianza en la capacidad de la clase
obrera para gestionar la sociedad, el intento de tutelar a las masas,
etc., cuyo vehículo de expresión son el reformismo y el centrismo
(posición política que está a medio camino entre el reformismo y
el marxismo y oscila permanentemente entre estos dos polos), tendencias
políticas que en el seno del movimiento revolucionario suelen sembrar
desorientación y confusión, y terminan desempeñando un papel contrarrevolucionario
al intentar frenar el desarrollo de la revolución en la dirección
que señala el marxismo que es el del derrocamiento del sistema capitalista
y la destrucción del Estado burgués.
4.-
¿Cómo solucionar el problema de la vivienda?
Para impedir
que el deseo de las masas de construir el socialismo en Venezuela sea
mediatizado por el reformismo y el centrismo, y se comience de una vez
a solucionar el déficit habitacional, lo primero que se debe hacer
es desmontar la estructura del Estado burgués, el principal guardián
y garante del capitalismo. Esta es una tarea por la cual no hay que
esperar siglos como proponen los burócratas reformistas, se puede empezar
mañana mismo como lo hicieron los bolcheviques en 1917 en Rusia, sólo
hay que tener la voluntad para hacerlo. Hay que terminar de nacionalizar
las palancas de la economía que aún permanecen en manos de los capitalistas:
bancos, seguros, fábricas e industrias, la tierra, etc., para poder
realizar una planificación verdadera y útil que satisfaga las necesidades
de toda la sociedad. Todo el poder que actualmente descansa en las instituciones
del Estado burgués debe ser transferido inmediatamente al pueblo a
través de las instituciones del poder popular: los consejos de trabajadores,
los consejos campesinos, los consejos comunales que, a su vez, se entrelazarían
entre sí y a distintos niveles para que sea el pueblo mismo el que
dirija y administre la sociedad, tal como lo explica en detalle Lenin
en El Estado y la revolución. Una medida de estas características
repotenciaría a la Revolución con la participación masiva de trabajadores,
campesinos y pobres urbanos que renovarían sus esperanzas en la misma
e, incluso, arrastraría a grandes sectores de la pequeña burguesía
que verían, ahora sí, la posibilidad cierta de resolver sus problemas
sociales crónicos. La Revolución se dotaría de una fuerza tal que
se haría prácticamente invencible y, con seguridad, sería rápidamente
imitada en todo el mundo por los trabajadores que están buscando una
salida al capitalismo en sus propios países. Ni los gringos imperialistas,
ni mucho menos sus operadores criollos, podrían hacer nada al respecto
más que mascullar su arrechera, inmersos como están en la mayor crisis
mundial del capitalismo y en medio de una decadencia generalizada de
su régimen burgués. En el caso específico de la vivienda, además
de lo que ya hemos dicho de transferir el control de las empresas fabricantes
de materiales a sus trabajadores, colocando a los consejos de trabajadores
al frente de las mismas, se deberían terminar de nacionalizar las empresas
del ramo que aún están en manos de la burguesía y con todas ellas
se debería crear una gran empresa nacional de construcción, tal como
le dijo Chávez al entonces vicepresidente Carrizales que hiciera en
el año 2009, que también estuviera dirigida por sus trabajadores.
Con estos instrumentos y una planificación socialista realizada por
los trabajadores y las masas a través de los órganos del nuevo Estado
obrero, donde todas las fuerzas de la sociedad se dispusieran a empujar
en un mismo sentido, en pocos años sería posible acabar con la falta
de viviendas. Cualquier otra solución dentro del marco del capitalismo
y con métodos capitalistas, como dijera Chávez, es una utopía irrealizable
que sólo va a generar más frustraciones y escepticismo en las masas.
Notas:
- http://www.gobiernoenlinea.ve/miscelaneas/mision_habitat.html#
- http://www.venescopio.org.ve/docs/enero07.pdf
- http://economia.eluniversal.com/2011/02/17/eco_ava_gobierno-realiza-25._17A5181171.shtml
- http://www.eluniversal.com/2010/12/22/ccs_ava_chavez-admite-muy-po_22A4889011.shtml
- http://www.cvc.com.ve/portal/MainView.php?tab=CVCNTCV&val=644
- http://www.rnv.gov.ve/noticias/index.php?act=ST&f=2&t=38453
- 25/2/09. Reporte de la economía
- 18/07/2008. El Universal
- http://www.eluniversal.com/2010/08/24/eco_art_construccion-de-vivi_2015212.shtml
- http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/187315/el-ano-2010-fue-el-de-mayores-lluvias-en-la-historia-de-caracas/
- http://www.eluniversal.com/2010/09/20/ccs_art_56-de-habitantes-de_2042475.shtml
- http://www.elmundo.es/america/2010/12/06/venezuela/1291673324.html
- 13/02/11 - www.aporrea.org/actualidad/n174856.html
- http://www.eluniversal.com/2010/12/22/ccs_ava_chavez-admite-muy-po_22A4889011.shtml
- 28/08/10 - www.aporrea.org/actualidad/n164340.html
- 15/01/11 - www.aporrea.org/actualidad/n173087.html
- 14/12/10 - www.aporrea.org/actualidad/n171426.html
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