1811 romper cadenas para siempre

“…, y ratificándole, en el momento en que

nacemos a la dignidad, que su providencia

nos restituye el deseo de vivir y morir libres,…”

(Acta Solemne de Independencia, 5-7-1811)

En rigor histórico no es cierto que acontecimientos de un tiempo y un espacio lejano se repitan, se reproduzcan o se calcan en otros tiempos y espacios. La historia humana va ha respetar en cada circunstancia o época la correlación de fuerzas, las relaciones sociales. el desarrollo de las fuerzas productivas tanto de lo particular nacional como de lo universal, y todo ello condicionan los hechos históricos o no de la especie humana.

Ocurre que la experiencia vivida de los pueblos puede marcar el devenir de ellos y servir de referentes para darle continuidad a procesos desencadenados en el pasado que se hacen legados insustituibles en los nuevos procesos, luchas o combates por estadios superiores de la civilización. Son sellos, marcas en la conciencia de las naciones hacia la posteridad. El atrevimiento de los venezolanos y venezolanas en el año 1810 y 1811 es un vivo ejemplo de lo afirmado.

La voluntad y arrojo de plantearse un proyecto político de independencia del imperio español y la posterior necesidad de defender tal ideal en una larga guerra de una década, es el principal hito histórico revolucionario de nuestra vida republicana. Aquellos acontecimientos fueron posible por una clara decisión libertaria de la generación de Francisco de Miranda y de Simón Bolívar que convenciendo a la mayoría de su clase, presionan desde la Sociedad Patriótica a los integrantes del Congreso con el objetivo de vencer la actitud tímida, moderada o acobardada de quienes trecientos años después de subordinación al colonialismo ibérico se negaban a dar el agigantado paso de declarar a Venezuela liberada de España.

Al arribar a los doscientos años de la firma del acta de la independencia he leído textos de algunos historiadores que cargados de su tiempo “antichavista” se atreven a crear burdos paralelismos con la intención supuesta de quitarle fuerza al discurso bolivariano del siglo XXI, también negando el contenido popular del 5 de julio de 1811. Me he preguntado que sentido tiene afirmar que los acontecimientos de aquellos dos años virtuosos lo construyeron “los ricos, los intelectuales”.


Registros de aquellos tumultuosos momentos del siglo XIX describen la presencia de mulatos, zambos, negros e indígenas en las reuniones de la Sociedad Patriótica, creada esencialmente para adelantar el sueño independentista. Así mismo, catorce años atrás de la firma de nuestra independencia, 1795, se produjo la rebelión liderada por el zambo revolucionario José Leonardo Chirinos, hijo de indígena libre y de negro esclavo, movimiento insurreccional precursor que enarbolo, influenciados por la revolución francesa, el establecimiento de una república, la abolición de la esclavitud, la supresión de los tributos pagados por los indígenas y la supresión de la aristocracia blanca.

Tales procesos históricos que desembocaron en la guerra de independencia contra el imperio español son imposibles de explicarse sin la presencia del pueblo venezolano. De cierto, el desencadenamiento de la confrontación bélica con el ejercito español obligó al proyecto libertario en manos de Simon Bolívar lidiar, en sus primeros momentos, con la incomprensión de amplias sectores populares, campesinos y esclavos particularmente, y la jerarquía eclesiástica en los que la cultura de la dominación imperial privaba. Al final, la gesta que nos condujo a Carabobo es hechura de un sentimiento patrio que anidó en las grandes mayorías de ese tiempo. No es excluyente la presencia de una generación avanzada intelectualmente, decidida a romper los lazos de opresión monárquica, con la conciencia que abrigo la voluntad de nuestro pueblo que implicó el inmenso sacrificio de hacer una guerra popular para desterrar por las armas trecientos años de subordinación y explotación colonial.

Los venezolanos y venezolanas de 1811 se atrevieron a existir como nación, superando el pasado de opresión colonial y declarando al mundo aquel histórico 5 de julio su irreversible derecho “…a que sus Provincias Unidas son y deben ser de hoy mas hecho y de derecho Estados libres, Soberanos e independientes, y que están absueltos de toda sumisión o dependencia de la Corona de España,…”.

En el siglo XXI otras tareas convocan para motivados en la gesta independentista y bolivariana soñar con mas independencia, mas soberanía, mas igualdad, mas justicia, mas libertad y, por tanto, nunca jamás colonia de ningún imperio presente o futuro. Nuestros libertadores rompieron las cadenas para siempre. Ese es el legado.

rodrigo1cabeza@yahoo.com


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Rodrigo Cabezas

Economista. Profesor de la Universidad del Zulia

 rodrigo1cabezas@gmail.com

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