Me produce desazón llevarle la contraria al Presidente de la República en momentos dedicados a cuidar su salud, pero, lamentándolo mucho, y tras analizar el planteamiento hecho por él, adverso la creación de un territorio insular que agrupe las distintas islas que figuran como Dependencias Federales.
Desde luego mi opinión no tiene mayor peso ni merece una consideración especial pues se trata de un margariteño más, hablando a título personal, pero con argumentos razonables.
Los neoespartanos que en tiempos ancestrales nacieron y murieron en Margarita y Coche, en particular los nativos de Juan Griego, navegaron los mares circundantes y se instalaron durante las estaciones propicias en rancherías fabricadas en los islotes de Los Testigos o en la región de Los Roques, además de hacerlo en La Blanquilla y La Orchila.
Desde siempre esos margariteños, arraigados en "las fronteras azules de la patria" como las llamó mi padre, Luis Hernández Solís, ejercieron la tutela de los dos archipiélagos y las islas solitarias, a pesar de no conformar el territorio de nuestro estado.
Hasta el sol de hoy Los Testigos están poblados básicamente por paisanos nuestros, que, con regularidad, se desplazan entre ambas regiones. En Los Roques la situación varió por su condición de paraíso para el buceo y la existencia de una pista de aterrizaje, atrayendo la atención de diversos operadores turísticos que, poco a poco, compraron las bienhechurías construidas por los pescadores que habitaban la isla principal y algunas aledañas.
Para abreviar, la condición de Dependencias Federales salva a dichas islas de la voracidad terrófaga, pues las tierras son inalienables.
Ello no sería así si se convirtieran en Territorio Federal insular, lo que atraería la llegada de los depredadores habituales. Para colmo, el nuevo estatus implicaría la designación de un gobernador y la creación de una alcaldía, con el respectivo concejo municipal, lo cual añadiría una burocracia con todas las tragedias que ello implica.
Aunque existen diversas soluciones, la más sencilla, por ahora, consiste en dejar las cosas como están, lo cual le agradecería al presidente Chávez.
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