En 1918, en Córdoba, Argentina, tras una gran confrontación de calle y
de ideas, el movimiento estudiantil argentino conquista la autonomía
universitaria, concebida como la libertad que debían poseer las
comunidades universitarias para que en su seno se desarrollara
libremente el pensamiento. El impedimento del libre pensamiento en las
universidades lo imponía, en ese momento, la iglesia y el Gobierno. En
otras palabras, la autonomía fue la herramienta que usaron los
universitarios para enfrentar el silencio del pensamiento que imponía
la tiranía, representada en ese momento por el Gobierno y por la
iglesia.
Por lo tanto la Autonomía Universitaria debe entenderse como la
libertad que tiene el universitario para estudiar la corriente
ideológica que quiera y expresar los resultados de sus estudios. Ahora,
si bien es cierto que este derecho debe ser preservado, también es
cierto que su ejercicio no puede atropellar otros colectivos.
Las fuerzas productivas están constituidas por tres partes fundamentales: La mano de obra, los medios de producción y la tecnología. Es en este último punto donde la Universidad juega un papel crucial en el desarrollo de un país.
Sin desarrollo de tecnología, no podremos resolver los problemas que aquejan a nuestro Pueblo. Es por esto que el mismo Pueblo mantiene las universidades, para que estas produzcan las respuestas a los problemas materiales que padece. Por tal motivo jamás se puede pensar que el pensamiento universitario es autónomo del Pueblo, de sus carencias, de sus luchas y sus deseos [1]
El trabajo de los Universitarios debe estar dirigido a resolver los problemas de NUESTRA SOCIEDAD, no los problemas que plantean poderes transnacionales. Se es autónomo ante el Pueblo pero no ante los poderes transnacionales.
Viene, por ejemplo, algún laboratorio dependiente de alguna corporación transnacional, y coloca a los laboratorios de nuestras universidades a resolverle parte de las investigaciones. La importancia de los “Papers”, tan codiciados por “nuestros” investigadores son seleccionados por revistas de países desarrollados o de corporaciones farmacéuticas, cosmética, alimentarias, etc. ¿No es esto perder la autonomía?
“Nuestros” órganos directivos de las Universidades nacionales son visitados por “eruditos” de organizaciones internacionales (FMI,BM, UE, OMC, etc), de universidades de países desarrollados y emisarios de estos Gobiernos, para aconsejar (entiéndase direccionar) sobre las “tendencias mundiales en la educación universitaria”. Y salen nuestros loros nacionales, con sus títulos financiados con el sudor de nuestro Pueblo a repetir estas verdades sin escudriñar previamente los intereses de fondo. Que triste el papel de estos loros, en vez de ser los que denuncien la trampa, los que orienten hacia el desarrollo, son los que repiten mentiras y, en nombre del conocimiento, nos tratan de convencer que nos lancemos por el barranco. No es casualidad que el pensamiento Neoliberal, que es lo antagónico al desarrollo de nuestra América, haya entrado a todos nuestros países pobres justamente por las universidades. Por tanto, escuchar hablar a estos loros de autonomía universitaria es el colmo del cinismo.
¿Que piensan? ¿Que seguiremos cargando con el financiamiento de la investigación que requieren capitales transnacionales, que son precisamente los que nos oprimen?. Si aún se tiene dudas de este papel de las universidades véase el papel de los institutos de investigación, de los ingresos propios, de los postgrados, etc. La gran mayoría (y en alguna facultades todos) son concebidos bajo una óptica de mercado. Los auditorios, que deben ser el espacio para la cultura y el esparcimiento, solo se pueden usar si pagas el alquiler de dicho espacio. Se alquilan hasta los salones de clase a otra escuela de la misma universidad.
Los problemas del gran déficit de vivienda, de servicios públicos, de enfermedades tropicales que nos azotan, de la desnutrición, del deficiente modelo educativo, de la falta de tecnología sustentable para desarrollar el campo venezolano, entre otros, no son problemas que se debatan como agenda medular de discusión, investigación y extensión de nuestras universidades. Sería interesante que alguien contabilizara cuantas son las investigaciones que se hacen en las universidades, cuantas de estas abordan problemas de nuestro Pueblo y cuantas de estas plantean una solución NACIONAL (es decir, sustentable, sin recurrir al socorro de capitales y tecnología de capitales transnacional y gobiernos imperialistas).Claro que hay en las universidades un grupo minoritario de profesores que tienen bien enfocado su labor, pero ¿Cuánto es este porcentaje dentro del resto de los académicos?, ¿Cuál es su influencia real en las agendas académicas centrales de la Universidad venezolana?.
Las investigaciones en la Universidad deben estar dirigidas, EXCLUSIVAMENTE, a resolver los problemas del Pueblo. No podemos seguir financiando los antojos de algunos profesores que no aportan absolutamente nada nuevo a la realidad, solo por la necesidad de publicar un papers y así ganar puntos para el PPI (Premio con el que los profesores ganan dinero). Nuestros tesistas no pueden seguir explotados por sus tutores al hacerles el trabajo a cambio de su nota. Los recursos económicos, humanos y logísticos deben ser puestos al servicio exclusivo del desarrollo nacional y este desarrollo no debe ser definido por unas autoridades alejadas de la realidad, sino por la sociedad en su conjunto. Si alguien quiere investigar algo ajeno al interés actual de nuestro Pueblo y de nuestro desarrollo como nación, tiene toda la libertad de hacerlo, pero no con recursos del Pueblo.
El pensamiento Neoliberal le dio dos golpes mortales a la Universidad, el primero, el control de los pensa de estudios, especialmente los de postgrados, con su financiamiento de estudios en países desarrollados, en sus universidades neoliberales que sostienen que nuestros países deben limitarse a la extracción de materia prima, en la “división internacional del trabajo”.
El segundo, el establecimiento de mecanismo de control del ingreso, especialmente las pruebas internas, ya que el que tiene más, se puede inscribir en muchas pruebas y pagar un curso preuniversitario, mientras que el pobre solo puede optar a un examen, cuando puede pagarlo. El problema del ingreso se resume a un problema de probabilidades: las probabilidades de ingresar al sistema de educación superior son directamente proporcionales al estatus socioeconómico que tenga el bachiller. Así nos cambiaron la composición de clases de la universidad, y por tanto los intereses. Los problemas de la tierra ya no entran a la universidad, porque los comunes mortales, los pobres, tampoco entran. Entran los problemas de una burguesía transnacionalizada, que no conoce al Pueblo, ni sus sufrimientos (salvo por algunas tablas estadísticas). Sus problemas son los típicos del modelo cultural norteamericano, una bella pareja, un gran carro, una gran casa, vacaciones, en fin, ascenso económico individual.
La universidad, que debe ser un espacio donde el Pueblo halle soluciones a sus problemas, se ha transformado en un espacio privado, y su movimiento no obedece al interés de desarrollo nacional, sino al interés de los capitales transnacionales. Es por esto que nuestra universidad es una universidad transnacionalizada y por tanto desnacionalizada. Lo que está en pugna en la Universidad son dos concepciones antagónicas del mundo, la neoliberal y la de desarrollo nacional [2].
Muchas personas “Progresistas” nos dijeron, a los que participamos en la Toma del 2001 que “apoyaban la causa pero no el método”, que “había caminos regulares, democráticos que eran la vía para la transformación de la Universidad”. Bueno, basta recordar el discurso de la gestión anterior de dirección de la UCV, según el cual la UCV ya se transformó. Lamentablemente, la realidad concreta de la universidad venezolana nos indica claramente que la crisis universitaria no tiene salida consensuada ya que los mecanismos de la democracia para conciliar las concepciones del mundo (por ejemplo, el voto universal), son negados de plano por el estatus quo de la Universidad. Los obreros no votan, los empleados no votan, los profesores instructores (que son la mayoría de los profesores de la universidad) no votan, los estudiantes votan y su voto vale 0.01 del voto de un profesor titular, es decir, si 80 estudiantes elijen a un candidato y un profesor elije al otro, más vale el voto del profesor que el de los 80 estudiantes. Pero para colmo, en las elecciones rectorales vemos jubilados por más de 20 años votando.
No puede ser, por ejemplo, que en abril del 2001 se perdieron 2 semanas de clases en la UCV por una maniobra del Rector para sacar a los estudiantes que exigíamos transformación de la institución y el resultado fue expulsiones de 1 a 5 años de 17 compañeros [3]. Y en enero de 2003 se pierden 2 meses de actividades, sicarios de Bandera Roja le disparan a estudiantes (hay fotografías) y no hay responsables, no hay expedientes abiertos, no hay sanciones. ¿Es esto justicia?.
A la Universidad Venezolana, ni siquiera han entrado los postulados de la Revolución Francesa de democracia representativa, por lo que su organización política es feudal, cada decano hace lo que quiere en su espacio. Los Consejos Universitarios, Directivos y de Facultad son poderes ejecutivos, legislativos, judiciales, contralores y electorales concentrados. Si a esto le sumamos que el presupuesto DIARIO que gasta la UCV, por dar un ejemplo, es de 2 mil millones de bolívares (poco menos de 1 millón de $), ¿puede alguien pensar que no es un barril sin fondo la universidad y que en ella galopa la corrupción? [ 4 ].
Cuando alguien trata de plantear que las cosas no van bien, que se deben conocer los gastos en la universidad, que se debe hacer una auditoría administrativa y académica, salen los gritos de “respeto a la Autonomía Universitaria”. La Universidad venezolana no tiene solución consensuada y mucho menos interna. Tampoco es el camino la imposición de una burocracia de derecha al estilo Fuenmayorista. La salida es el replanteamiento en el seno del Pueblo, en todo el Pueblo, del papel de la universidad venezolana en el desarrollo de nuestro país.
La Autonomía Universitaria no puede concebirse como la libertad que tienen unos pocos, que circunstancialmente estamos en la universidad, para hacer lo que nos da la gana con el dinero que aporta el Pueblo Venezolano, que en su mayoría no tiene acceso al conocimiento, sino solo tiene una falsa esperanza de que las universidades son las instituciones que, a través del conocimiento, de las ideas y de su militancia por la vida y la justicia, lo sacará de la miseria en que se encuentra. La autonomía Universitaria no es un tema sagrado, indiscutible, y más cuando es usada de forma bizarra para silenciar lo que ella debería proteger: la libertad de pensamiento dentro de la Universidad.
Actualmente vivimos una realidad impensable en 1918. La mayoría de las autoridades universitarias, así como la mayoría profesoral está tratando incansablemente de cerrar el debate, transformándose en lo que representaban la iglesia y el Gobierno para las Universidades en 1918: El silencio al pensamiento, la ignorancia o dicho de otro modo, “la sombra que vence la casa”.
El momento de la Universidad ha llegado, pues el obstáculo más grande que se interpone hoy entre la actualidad y el desarrollo nacional tan necesario y por demás urgente, es la dependencia tecnológica. Una mala señal para el estatus quo de la Universidad (y por tanto buena para nosotros) es que los problemas tecnológicos los están resolviendo los trabajadores en la fábrica y el campo sin ayuda académica. De allí hay un breve paso a que se pregunten ¿Y para que nos sirve esta universidad entonces?. Cuando esta pregunta sea generalizada (y tengan la certeza que en eso estamos trabajando) se perderá la justificación histórica de ESTA universidad y no será un grupo universitario sino el Pueblo quien la tomará y la transformará.
La transformación Universitaria se acerca e “irá con los líderes a la cabeza o con la cabeza de los líderes, pero irá”
Sergio Sánchez
Sec. Formación
Utopía
[1] Este discurso lo sostienen, especialmente desde la toma del salón de sesiones del CU, un sector reaccionario de la universidad. Dicen que la universidad es autónoma y por tanto no le tiene que rendir cuentas a la sociedad. Ver declaraciones del ex rector de la UCV Giusepe Giannetto y otras autoridades durante los días de la toma.
[2] Cuando hablamos de concepción de desarrollo nacional, incluimos cualquier tendencia ideológica (Ultra Derecha, derecha, centro, izquierda o ultra Izquierda) que parta de una defensa de nuestra patria y por tanto, de un progreso de nuestras fuerzas productivas.
[3] También el Gobierno nos debe una explicación, ya que la mayoría de este apoyó e incluso propuso la expulsión de los 17 compañeros expulsados.
[4] Es motivo de otro vital artículo analizar el gasto universitario, su incidencia en el país y su variación en el tiempo