Tareas urgentes para la Revolución Bolivariana

La Revolución Bolivariana –como todas las revoluciones que realmente lo sean- es fundamentalmente un cambio radical de la cultura del señorío, de la explotación del hombre por el hombre, del egoísmo, en fin, de la contracultura capitalista por la cultura de la solidaridad, la cultura del amor profundamente humanista, de la cultura del Socialismo. Esto implica un cambio radical en lo más profundo del sentir de la persona. Un cambio que nace en la persona y se comunica amorosamente a toda la sociedad. Sin este cambio en vano nos esforzamos en satisfacer necesidades materiales. Todas ellas terminarán abonando el corazón egoísta del ser humano objeto de estas conquistas materiales. Al final tendríamos una sociedad formada por millones de individualidades fragmentadas e inconexas. Hemos de transformar o convertir el corazón del hombre. Tratar de hacer una Revolución sin este cambio radical de cultura sería tan inútil como construir una casa en las arenas de una playa.

Resolver los conflictos entre los contravalores del egoísmo, de la ambición y el desprecio y los valores por los cuales el otro es hermano, el otro es –junto a mí y los míos- centro de la vida es fundamental para construir el camino al paraíso perdido. Lo perdimos a manos del egoísmo y lo encontraremos de la mano del amor solidario, de la conciencia del deber social, del amor al otro y la otra que, por este amor, se hacen más que vecinos o compañeros, se hacen prójimo.

La Revolución debe ir construyendo a dos manos el socialismo con todas sus consecuencias. Hay que transformar las relaciones de producción, distribución y consumo de bienes necesarios para la vida, eliminando toda forma de explotación o señorío de unos hombres sobre otros, pero hay que transformar el alma del hombre que protagonice con éxito esos cambios. Un pueblo transformado en el espíritu no será fácil pasto de las manipulaciones del colonizador de la mente. Una Revolución que avance sobre los logros del espíritu no se perderá con el tiempo. En nuestra Revolución hemos alcanzado grandes logros materiales. Haber rescatado a millones de compatriotas de las garras de la ignorancia, de la condena a muerte a manos de la medicina capitalista o del hambre nuestra de cada día con las misiones, no es poca cosa. Sin embargo nos falta la obra final. El detalle que convierte lo meramente transaccional en amor puro. Hemos de continuar dando la batalla del espíritu para que esas conquistas materiales terminen por ser –como debe- abono para el socialismo verdadero.


Cada casa, cada escuela nueva, cada universidad abierta al pueblo, cada mercado, cada espacio tiene que convertirse en escuela de amor, de solidaridad, de conciencia del deber social. Todo ha de conducir al socialismo.



Chávez es socialismo.

Con Chávez viviremos y venceremos

martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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