Mientras la imagen del presidente gana cada día más voluntades en el pueblo venezolano, aún entre las llamadas clases medias hasta hace poco radicalmente refractarias a su mensaje en virtud de su vulnerabilidad a la propaganda burguesa, la percepción sobre el hacer de los cuadros medios (funcionarios, gobernadores, alcaldes, etc.) es cada día más pobre.
Abundan los dolores y se señalan incoherencias grandes y pequeñas, sórdidas y serias. Sin embargo no se perciben críticas sólidas y contundentes, casi nunca se pasa de la crítica personal –muchas veces con fuerte tufo a chisme- o la denuncia indocumentada o poco seria. En estas actitudes justificadas porque tocan el día a día de las personas se advierte una peligrosa debilidad de conciencia de clase. Suponer que los problemas diarios agravados por la incompetencia (y quien sabe que más) de burócratas medios pueden encontrar solución echándose en los brazos del enemigo de clase es –como ha quedado demostrado en todos los estados o municipios donde el pueblo “castigó” a los candidatos de la Revolución eligiendo a los candidatos de la burguesía- un error de consecuencias incalculables.
No hay Revolución –ni la habrá- que avance sin dificultades, obstáculos y problemas. El camino a veces se torna tortuoso, agotador, decepcionante y triturador de la esperanza. De ello se encargan estos farsantes enquistados en la administración pública. Eso no debería sorprender a nadie, cargamos la pesada carga de una cultura rabiosamente burguesa. Lo importante es aportar soluciones al problema. Veamos: Un proceso revolucionario tiene que establecer líneas teóricas claras y contundentes. Una Revolución que no tenga una claridad estratégica está condenada a ser devorada por el poderoso bloque conformador de la conciencia capitalista. Estamos a las puertas de lo que –probablemente- será una suerte de definición final de este enfrentamiento con la burguesía, su sistema de explotación y su cultura.
Al capitalismo hay que derrotarlo con socialismo. Jamás derrotaremos el macabro metabolismo capitalista con propuestas que no superen radicalmente su lógica. Las soluciones pequeño burguesas siempre ambiguas, timoratas y confusas, llenas de atajos teóricos y medias tintas sólo terminan fortaleciendo al sistema capitalista. El pensamiento pequeño burgués ha fracasado y fracasará siempre en la tarea de conducir una Revolución hacia el Socialismo. La pequeña burguesía le tiene terror al Socialismo. Buscará siempre los mil vericuetos, eufemismos o sucedáneos para no superar el capitalismo.
Es imprescindible jugar cuadro cerrado con el líder de la Revolución, el Comandante Hugo Chávez Frías. Profundizar el contenido socialista de cada acción de gobierno. Cada acto, cada Misión, cada calle, cada escuela, cada universidad, cada fábrica, cada parcela agrícola, cada espacio de la patria tienen que ser lugares de excepción y escuelas para la siembra de los valores socialistas. Reivindicación –por sentida y justa que ella sea- que no conduzca a la conformación de una sólida conciencia del deber social será abono para la podredumbre moral capitalista. Es urgente sustituir la infraestructura capitalista basada en el robo y la explotación por el modo de hacer socialista apoyado en la propiedad social de los medios de producción. Urge la formación de cuadros revolucionarios capaces de animar, orientar y conducir (desde la claridad teórica y el ejemplo de vida) la titánica tarea de organizar, politizar y concienciar las masas populares.
Los problemas de la Revolución no se solucionarán sino en la medida en que seamos capaces de construir el socialismo.
¡Chávez es Socialismo!
¡Todas y todos a la Misión 7 de Octubre de 2012!
¡VENCEREMOS!