El retrato es realmente un género en literatura, en pintura, en fotografía, en cine, en televisión… El retrato tiene, como todo género, fondo y forma, una técnica específica, una estética ¡y una ética para quién lo realiza! Saber retratar no es fácil, como muchos creen: se necesita conocer a fondo, una investigación exhaustiva sobre la esencia de lo retratado; de lo contrario puede resultar una falsificación, una parodia, una patraña o un perjurio. De allí la imperiosa necesidad de la ética –del latín ethica, y este del griego ¿qik¿)-. Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre, según la Real Academia de la Lengua.
Nuestros medios de comunicación están llenos, a diario, de adulteraciones por parte de los gritones histéricos de la oposición. En nuestro país, estas “astucias” han sido siempre un arma política contumaz para desprestigiar al adversario. No es nada nuevo. Las argucias de las generalizaciones llevan en sí este móvil: “¡hablo en forma genérica y denigro de un grupo, pero en realidad te acuso a ti, causante de mi sesudo análisis y a quien está dedicado!” Y para evitar respuestas, se añade el ya reiterado lugar común: “el que esté libre de pecado… etc., etc.” Todo muy bondadoso y con dolor. Todo muy cristiano… Entonces, se produce el milagro: todo ha cuajado, ahí está el personaje desacreditado. Una treta que no testimonia nada de gallardía… Bueno, sería pedir demasiado. Sin embargo, en lo que a mí concierne, te datearon mal. Es un retrato desenfocado, con una luz equivocada, sin profundidad de campo y utilizando una lente incorrecta, diríamos en el terreno de la fotografía. De eso entiendo un poco, creo. En cuanto a lo literario, no soy crítico de esta materia, pero conozco tu “literatura”, cuyo paradigma es “Andinidad”. Tu odio y tu resentimiento vienen del artículo “…Y llegó el comandante y mandó a parar”, publicado por mí en Aporrea.org, a finales del año pasado, donde puse los siguientes párrafos y que aquí incluyo, para que los lectores del diario “Frontera” los conozcan y sepan por donde vienen los tiros:
“CORPOANDES es una muestra inigualable de una de las pésimas actuaciones de “revolucionarios” en posiciones de gobierno. Hugo Moyer, presidente de esa Institución hasta el sabotaje petrolero de 2002-2003, de donde se fue, abandonando ilegalmente su cargo, para ir a PDVSA a “salvarla” y donde la remuneración es mayor, dado que él “perdía dinero” estando al frente de ese organismo, según sus propias confesiones en distintas asambleas de empleados; pero no se daba cuenta de que las empresas de CORPOANDES se perdían. Profesor universitario, con no sé cuantos libros de texto escritos; con postgrados y diplomas coleccionados durante toda su vida académica en la Universidad del Zulia -hobby en la cuarta república de los no excluidos de las posibilidades de estudios universitarios-, pero sin claridad política o ideológica. Por eso, no hizo otra cosa que continuar, casi calcada, una gestión de la cuarta república y cuyo ego, irredento y reivindicado, le hizo publicar un libro personal, no institucional, titulado “Andinidad”, con dineros de CORPOANDES -Bs.10.000.000,00, según tengo entendido y lo cual constituye un delito de malversación-, que no es otra que una recopilación de “sus” artículos de prensa escrito a “cuatro manos” con el Dr. José “Cheo” González y a quién ni siquiera le dio créditos como co-autor. De lo que acabo de decir, me hago absolutamente responsable.
Muestras como ésta son las que hay que erradicar, perseguir, denunciar y exigir justicia.
Eso es lo que el Presidente nos está pidiendo, nos está demandando, nos está ordenando.
No bastan los diplomas atesorados, si no hay integridad política e ideológica, que es lo fundamental para dirigir el proceso. Los técnicos y los “sabios” teóricos no bastan. El Estado está lleno de ellos. Tienen más de 40 años asistiendo a cursos y acopiando diplomas. Diploma sin ideología es un fraude que atenta contra el proceso. Es el individualismo “exquisito”. El pueblo, quién, según nuestra Constitución, detenta el poder, no tiene diplomas ni es escribidor de libritos. Escribe La Historia, el Libro Grande, que es su historia eterna.” Hasta aquí la cita.
Lo doloroso, en todo caso, es la generalización vilipendiadora y humillante sobre un grupo de jóvenes, pulcrísimos de alma y de sueños, de los años sesenta quienes se arriesgaron en una lucha desigual y dieron sus mejores años y hasta sus vidas por ideales que hoy parecieran poderse alcanzar bajo el liderazgo del Presidente Chávez. Esto, claro está, si impedimos que los enemigos infiltrados y solapados que están dentro del proceso logren sus objetivos. De esa gesta juvenil derrotada -¡y también traicionada!- algo está presente en lo que ahora vivimos. Hoy sé que el sacrificio del Chema Saher, por ejemplo, no fue en vano o como el de tantos otros que también murieron, ingeniero Moyer. Por si lo ignoras, que es lo más probable por lo que se infiere de tu “Ética” (¿?), fuimos dos hijos de gobernadores quienes hicimos pública nuestra decisión de irnos al combate armado, renunciando a cualquier privilegio del que pudiésemos gozar como se estilaba en la época… pero él cayó, desgraciadamente… y yo no. Hoy me corresponde hacerles el desagravio, a todos, ante lo insidioso de tu “retrato ético”.
De los pecados descriptos tu “Ética” (¿?), oídos reiteradamente desde las bocas de aquellos que nos han odiado desde las trincheras reaccionarias para tratar de minimizarnos porque somos incómodos, no me alcanza ninguno -de ahí tu necesidad de escribir generalizando- salvo, tal vez, mi bohemia de los setenta… Pero, en realidad, me siento orgulloso de haberla vivido, porque fue una bohemia creativa que dio como frutos, entre otros trabajos, “Compañero Augusto”, un retrato doliente –no denigrante, hecho con amor y nostalgia- de muchos talentos perdidos a causa del fracaso político y militar momentáneo de nuestra generación. Y digo momentáneo –permíteme la reiteración-, porque hasta el mismo Presidente Chávez ha declarado abiertamente la incidencia de nuestra acción en el proceso que hoy lideriza. Con esto no busco coronas de laureles ni prebendas. El pudor también existe, aunque no lo creas. Nunca las he solicitado ni reclamo empleos con títulos rimbombantes y bien remunerados para contribuir con la Revolución. La Revolución como fuente de ganancias sustanciosas, como fuente de buenos dividendos. A fin de cuentas, era un deber que tenía que asumir y lo hice. Y estoy dispuesto a volverlo a hacer si es necesario, ahora que el imperialismo nos amenaza casi a diario. ¿Y tú?
Para finalizar con tu “Ética” (¿?), una anécdota que es bueno que conozcas: hoy recordé la reciedumbre de la personalidad del General Gabaldón cuando le dimos la infausta noticia de la muerte de Argimiro, dijo: “Mi hijo murió cumpliendo con su deber”.
Por cierto, ¿dónde están los originales y las copias finales de los videos que yo hice para Corpoandes y que te llevaste? ¿Por qué, como profesor universitario, no escribes sobre el Decreto 3.444?
Hugo Moyer: Ite misa est.
*Cineasta y luchador revolucionario
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