Fue poeta, humorista y solidario con las mayorías. Un 25 de abril de 1976 se nos fue en un accidente de tránsito. Hace 29 años que sigue riéndose con nosotros.
Lo conocí un día en el aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, o sea la UUUUCV. Allí estaba dando un discurso a favor de los oprimidos del mundo, y decía que “la madre de ese héroe cubano, Antonio Maceo, era venezolana”. Y en ese momento, alguien desde atrás le gritó: “La madre no, Aquiles, el padre”. Y entonces dijo Aquiles. “No importa, la consanguinidad es evidente”.
Apenas dos veces pude conversar con él, precisamente allí, en la UUUUCV. Lo admiré desde siempre, desde que cayó en mis manos el libro El Ruiseñor del Catuche. Llegué a Caracas preguntando por él. Hasta que un día vi el aviso donde invitaban a escucharlo en el Aula Magna.
Aquiles Nazoa y su hermano Aníbal, participaron en todos los periódicos humorísticos que se publicaron en Caracas. Desde El Morrocoy Azul. La Saparapanda. El fóforo. Una señora en apuros. El Infarto. La Pava Macha. Dominguito.
Tuvo un programa hermoso e inteligente en Venezolana de Televisión: Las cosas más sencillas. Y su libro, Humor y Amor está en todas las bibliotecas del país. También se ocupó de rescatar a los humoristas de Caracas. Publicó dos libros dedicados a ellos: Los Humoristas de Caracas.
Allí, en el tomo II, Aquiles Nazoa, publica una entrevista que le hizo Emilio Santana. Y le pregunta Santana:
- ¿Qué opinas de los cómicos y libretistas de la televisión?
- De los cómicos pienso que si ganaran menos serían mejores, aunque si fueran mejores probablemente ganarían menos. En cuanto a los libretistas, antes de responder a esa pregunta tendré que informarme. Yo no tenía noticias de que en la televisión hubiera libretistas...
Aquí, en mi Centro de Altos Estudios –los bajos estudios quedaron en la planta baja- están todos sus libros. También tengo una foto de Aquiles Nazoa en patines, me la regaló su hijo Claudio Nazoa, un primero de enero de uno de estos años en que hemos visto cómo han cambiado tantas cosas, sin embargo, la palabra, el humor y la sonrisa de Aquiles, siguen igualitas, aquí, al lado de “los poderes creadores del pueblo”.
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