A propósito de los marinos mercantes

¿Quién dejó que cerraran la Compañía Anónima Venezolana de Navegación?


¿Con qué moral los capitanes golpistas de la Marina Mercante de Petróleos de Venezuela (PDV Marina) impiden el normal funcionamiento de los buques petroleros?, si fueron ellos precisamente, los que no defendieron el cierre de la Compañía Venezolana de Navegación, conocida como la CAVN, que estuvo en funcionamiento por más de 75 años y quebró por las deficientes administraciones que tuvo en sus últimos años de funcionamiento y según decían, además, por las jugosas ganancias que algunos capitanes y oficiales se embolsillaron, a espaldas de los verdaderos dolientes de esa empresa. La CAVN fue modelo del transporte naviero en la década de los años 70, hasta la llegada al poder de los corruptos gobiernos adecos-copeyanos.

Esta verdad, que para muchos es desconocida, no lo es tanto para capitanes, oficiales, marinos y personal administrativo que vimos sucumbir a la CAVN en el año 1994, cuando la empresa dejó de funcionar y sólo unas escasas marchas, apoyadas por empleados administrativos y un acto de valentía, demostrado por un capitán, quien secuestró una de las naves, en una oportunidad quizo llamar la atención de lo que allí estaba pasando. Fueron manifestaciones de repudio a la medida de liquidación de la naviera estadal. La CAVN fue creada el 2 de agosto de 1917 y en el año 1978 llegó a tener casi una decena de buques propios que viajaron por el mundo entero e incluso mantuvo agencias de representación en países como Italia, Holanda y Japón. Importantes ingresos de divisas tuvo en su buena época, al punto de autofinanciarse sin dificultades.

¿Dónde y cuándo se expresó el sentimiento patriótico y de defensa de la CAVN cuando fue declarada en quiebra?. La empresa tuvo períodos de gloria y por mal manejo financiero, no sólo de presidentes de la compañía sino además de algunos oportunistas de la oficialidad, este organismo pasó a ser un problema para el Estado, un barril sin fondo, en donde la inyección de recursos que le daban los gobiernos de turno se diluía entre trampas y mentiras. En los años 90 se llegó al extremo de tener que dejar buques estacionados en puertos extranjeros porque las onerosas deudas que había acumulado la CAVN eran impagables, algunos barcos tuvieron que permanecer meses barados-como fue el caso del buque secuestrado, que estuvo más de tres meses retenido en el puerto de Rótterdam, en Holanda por falta de pago. Este hecho sucedió durante el gobierno del expresidente Rafael Caldera. El caso de la empresa naviera lo atendía en esa oportunidad el entonces Fondo de Inversiones de Venezuela (hoy Fogade), bajo la presidencia del líder copeyano Abdón Vivas Terán, quien no era afectó a la idea de cerrar la CAVN, actitud que fue distinta en su predecesor Carlos Bernardez (según cuñado del expresidente Caldera), quien sí mantuvo la firme decisión de cerrar la empresa. Sus convicciones privatizadoras con el modelo neoliberal surgía con creces en ese periodo de gobierno, cuando también se privatizó la línea aérea Viasa. En 1992-1993, la CAVN se mantuvo en una etapa de reestructuración y luego, en vista de las pérdidas y quizás por otros intereses ajenos a la empresa, como por ejemplo, la repartición de las rutas de la CAVN a empresas transnacionales, fueron, entre otras, las razones de peso para sucumbir.

¿Dónde estaban los marinos mercantes cuando cerraron al CAVN?, que por más de 75 años hizo historia con sus buques en los mares del mundo. Cuando estuve en esa empresa en el año 90, aun se mantenía una flota de 12 barcos mercantes, cada uno con el nombre de una región de Venezuela (Carababo, Zulia, Aragua, Cerro Bolívar, etc). Tuve la oportunidad de navegar en “El Aragua”, hermoso buque, que a pesar de no ser moderno en los años 90, era una unidad minuciosamente cuidada por una tripulación digna de admiración, porque debo decir, que este como en otros casos, “pagan justos por pecadores”. Hoy veo con vergüenza a estos capitanes golpistas hablar con un supuesto ímpetu patriótico sumándose a un paro disfrazado de Golpe de Estado, curiosamente expresión que no demostraron sus colegas antecesores cuando se cerró la naviera. No lucharon con bríos por algo tan valioso como su propia empresa. El cierre de la CAVN se redujo a la búsqueda de una liquidación laboral razonable, al parecer, en ese entonces los marinos mercantes de la CAVN, quienes en su mayoría no respaldaron las acciones contra el cierra de la compañía, parecían estar conformes. Con un silencio casi servil, esos oficiales permitieron el cierre de su propia empresa y no hubo patriotismo alguno que se expresara. A excepción del capitán soñador, que en medio de la angustia, un día secuestró uno de los barcos, para abogar por lo que según decía “era su vida”. No recuerdo otra manifestación más patriótica que esa. Ahora los oficiales de Pdvsa, por el contrario, enarbolan un pretendido nacionalismo, cómplice, quizás seducidos por miles de dólares o por desconocer sus propias debilidades.

Es triste decirlo, pero la época de oro de la CAVN pasó sin pena ni gloria, ni siquiera una Ley de la Marina Mercante fue propiciada en aquel entonces, tan pertinente a los hombres de mar. Hoy veo con asombro como estos capitanes alzados de PDV marina paralizan los buques petroleros y se pronuncian contra el Gobierno que, según ellos, quizás no le ha dado la debida atención. Me pregunto nuevamente, ¿con qué moral piden lo que ayer perdieron por la poca valentía que tuvieron?. Quizás algunos dirán que no recuerdan este episodio de la CAVN, que ocurrió hace más de diez años, pero es más penoso saber que ha pasado tanto tiempo y los marinos mercantes han hecho tan poco o casi nada por renacer. Luego del cierre, la CAVN estuvo en manos de una junta interventora que duró algunos años instalada en la sede principal, una hermosa edificación que se encuentra en los Dos Caminos y que hasta dónde conozco aun se mantiene sin inquilinos. Tres buques y un barco mineralero, (El Cerro Bolívar), quedaron al final de la contienda , que se mantuvieron por largo tiempo a la buena de Dios, tres de ellos en puertos venezolanos. En ese entonces les denominaban “Chatarras”, aunque fueron vendidos y según, remodelados luego por sus compradores, es muy probable que aun surcan los mares del mundo. El más penoso fue el destino del buque mineralero, el único que tenía la empresa, que llevaba hierro y bauxita al otro lado del mundo y según fue rematado a precio de gallina flaca. ¿Qué pasó entonces?, ¿dónde estaban los capitanes valientes de la marina mercante?. Pocos venezolanos, que en ese período no estaban muy concientes de sus deberes y derechos ciudadanos, no conocieron el destino de nuestros barcos, que fueron gloria de Venezuela. Los que fuimos testigos presénciales de la labor de esta empresa sí sabemos que los marinos mercantes callaron y dejaron naufragar su propia nave.. Ningún capitán rebelde salió a su defensa. Por eso y muchas otras historias no creo en la buena voluntad de los capitanes golpistas de PDVSA y menos aun en representantes sindicaleros de este sector, los mismos que ayer fueron incapaces de defender su bandera, la de nuestros barcos, símbolo tan importante para un marino mercante. Basta de mentiras, porque si bien hay muchos oficiales honestos, fieles a sus principios y profesionales desean rescatar lo que ayer tuvieron, hay otros tantos que quieren pescar en río revuelto, claro, para no tener que luchar, que construir, que edificar una nueva marina mercante ajena a interés particulares, que en verdad sea una empresa estratégica para el país y que no se preste a mezquindades políticas sino al resguardo de una patria grande, que a muchos les queda pequeña. Ante tamañas estrategias, tan viles como paralizar la industria petrolera, con un golpe tan bajo como involucrar a la marina mercante en este arroz con mango en que se ha convertido el debate político, no nos queda más sentir una profunda tristeza por ellos y por la patria. Es por ello que invito a todos a reflexionar, para tener una marina mercante digna y fuera del juego político, para que puedan izar la bandera tricolor nacional con la frente en alto y no con los bolsillos llenos de dólares, quizás embarrados por el chantaje, esos no son los marinos mercantes que merece el país. Ante su impaciencia, es muy oportuno para todos, aquellos que sí desean construir una patria distinta, recordar un conocido pensamiento: “hay hombres que luchan un día y son buenos, hay quienes luchan un año y son muy buenos, pero hay quienes luchan toda la vida...Esos son los imprescindibles...! (Bertold Brech)






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