Con la fe en Dios por delante y ligado a un sentimiento se puede arar hasta en el aire y en el mar, y los resultados serán tangibles y positivos. Usted comandante Hugo Chávez, sembró flores donde tan solo había agudas espinas y se impregnó del mejor perfume, sembró maíz en las áridas tierras y nos regaló la sabrosa arepa, con sus manos liberadoras nos tocó el corazón y nos despertó el amor. Es usted el mejor sembrador de motivaciones.
En una de esas encrucijadas donde la desesperanza golpeaba con brutal
fuerza, de repente se apareció usted Comandante, y a través del retrato hablado de un ideal, localizó el humilde corazón de un pueblo avasallado.
Qué mejor antivirus que usted para neutralizar elementos maliciosos que amenazan la paz, la armonía y la integridad territorial venezolana. Usted atravesó caminando la charca para tenderle su mano amiga al hombre laborioso de callos en el alma que siembra su conuco. Usted pulverizó la burbuja de grueso cristal que separaba al pueblo bonachón de sus rimbombantes líderes. Para su proyecto de patria el destino le deparó el camino más pedregoso, pero a su vez el más oportuno para la victoria final.
Comandante Chávez, recuerde que la memoria inmunológica en el organismo humano del guerrero también sufre desgaste producto de viejas batallas, y es vital vigorizarla porque la lucha de liberación es larga.
Usted, Comandante, se presentó en una noche caraqueña para derribar las paredes utópicas donde imperaba un reino sin ley y sin justicia social.
En una ocasión usted dijo sentirse inconforme con su Revolución, razones las hay de sobras, ya que quien aspira a escalar una gran cuesta arriba sintiéndose conforme, hará de su equipaje una carga demasiada pesada. Usted desempolvó la vieja imprenta del Correo del Orinoco que fundó Simón Bolívar, cuyos huesos hoy por fin reposan en santa paz y gozan del mejor resguardo.
Comandante, es usted junto a su pueblo agradecido la simbiosis perfecta; y fue ese mismo pueblo el que libó la miel de su juventud, y nos regaló usted el tesoro más valioso: su tiempo, un recurso no renovable. No obstante, usted se adelantó a su tiempo, y ahora el tiempo tendrá que ser veloz para competir con usted, señor presidente Hugo Chávez.
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