La figura de Jesús de Nazaret ha sido controvertida a lo largo de la historia humana, desde interpelar la veracidad de su existencia por quienes le niegan, hasta las múltiples concepciones teológicas de quienes le afirman. Es un ir y venir entre el Jesús histórico y el Jesús mesías, hijo de Dios, portador de la buena nueva.
Dos mil años después es imposible negar que la existencia de Jesús trascendiera a su presencia terrenal temporal para legar un patrimonio cultural a la vida universal de la especie humana. Aquel galileo fue mas que un carpintero o buen hijo; humilde predicador que irrumpe en la historia de los hombres y mujeres con mensaje original y revolucionario para su tiempo. Evangelista y profeta que colocó el amor al prójimo como alfa y omega de su misión y raíz de la fe para una vida buena que permita la mayor cercanía espiritual con el padre creador.
En Jesús, Dios es cercano y hermano mayor de los marginados, desvalidos, oprimidos, pecadores, enfermos, desheredados, humillados, excluidos. Su figura le pertenece a la dimensión humana de lo sencillo, lo humilde, lo generosos, lo bondadoso, lo sincero, lo honesto.
En Jesús la ética es absoluta e inconmovible al enfatizar el amor humano como renuncia a los bienes materiales y condenar que se asuma la lismona, la oración y el ayuno como apariencia, como fachada; reprobando la futilidad del materialismo y la religiosidad hipócrita cuando se trata de tener una conducta ética en lo referente al tema de la justicia, la caridad y la lealtad.
Al preguntarnos ¿como se puede concretar en nuestra existencia la originalidad del mensaje de Jesús?, ¿como toma forma una conducta humana cristiana? Todas las respuestas nos llevan a la solidaridad. No hay duda, en el Sermón de la montaña y en Mateo 25 esta el mandamiento para una vida plena en el amor y la sabiduría que nos permite plantearnos utopías de sociedades no solo justas y libertarias, también igualitarias, esto no sólo ante los ojos de Jesús, también antes los iguales en una vida material sin desheredados ni excluidos.
Dos mil años hace que entró a Jerusalén el Jesús histórico, dos mil años luego sigue acompañando a la humanidad cada vez mas necesitada del amor para garantizar su supervivencia en el universo, venciendo el egoísmo y el materialismo del dinero que le niega.
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