Además de pagar la deuda material que se tiene con el pueblo es imprescindible sembrar el espíritu del pueblo con los valores superiores del socialismo. Nos será muy difícil consumar el modelo humanista en tanto no renunciemos a ser la sombra de los antivalores capitalistas. Hemos de proponernos, desde la ortodoxia y la ortopraxis, un despliegue del imaginario utópico del proceso. Veamos:
En sentido estricto, utopía significa “lugar que no existe situado en ninguna parte” Visto así la utopía podría ser sólo una especulación imaginaria sobre mundos posibles, pero también –y de eso se trata- un intento humano y real de dar existencia a lo que aún no existe en forma concreta, se trata de subvertir el paradigma y convertir la potencia en un acto capaz de concretar el reino del amor, de la igualdad y la justicia.
En este sentido, como señala Ernst Bloch “la utopía no es un mito sino un proyecto en vías de concreción, el mito es pasado, la utopía futuro” La utopía es entonces el proyecto superior de los oprimidos y de quienes asumen su causa enfrentándose a la injusticia. Al pueblo venezolano se le debe convencer de que tiene el ineludible y maravilloso desafío de ser partero de la historia. Hemos de invitarlo a la construcción de la utopía por la que murió Jesús, Bolívar o el Che. Se trata de mantener vivas y combativas las aspiraciones milenarias de la humanidad. Darcy Ribeiro, claramente impregnado de esta realidad decía “A fin de cuentas de lo que se trata no es de vivir mejor cada uno sino de emprender aquellas acciones necesarias para salvar y transformar el mundo todo aquí y ahora. Y añadía “Yo soy un utópico en el sentido de que soy capaz de luchar por un espacio en el que las personas vivan como tales. Lo importante es tener el coraje de luchar por el aquí y el ahora nuevos”
Bolívar no propuso a aquellos intrépidos y heroicos llaneros que lo acompañaron en su magnífica aventura algunas prebendas materiales –aunque ellas estuviesen incluidas- sino el sueño sublime de construir en América la utopía de un continente donde se despejaría la maravillosa incógnita del hombre en libertad, igualitario y soberano. Cualquier invitación que baje el listón de esta utopía no romperá con el viejo sistema y llevará aguas a los molinos del capitalismo, terminará fortaleciéndolo.
El capitalismo ha perfeccionado notablemente el aparato ideológico que lo sustenta –la educación, la familia, la iglesia, los medios de difusión, las cúpulas sindicales y políticas de corte reformista dentro del propio sector “revolucionario”, etc., etc.- de modo que garantiza la difusión e inculturación permanente de los valores e ideas de la clase dominante con el objeto de confundir, desviar e impedir la concienciación y la lucha de la clase dominada.
Al pueblo hemos de proponer la utopía plena. Abolir o incluso atenuar la tensión dialéctica entre lo que pareciera que es o “tiene que ser” sin más, es tan torpe como condenar las ideas de libertad, igualdad y justicia por los múltiples crímenes que se han cometido en su nombre. Hay que hacerlo plenos de esperanza, “y el que no lo pueda hacer que abandone la pelea, que para amanecer no hacen falta gallinas sino cantar de gallos” Me pregunto… ¿Se conformarían con menos Cristo, Bolívar, el Che o el panita Alí? ¡Pues yo tampoco no joda!
¡CON CHÁVEZ CAMINANDO HACIA EL SOCIALISMO!
¡SOCIALISMO O MUERTE!
¡¡¡VENCEREMOS!!!
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