¿Guerra asimetrica o guerra de todo el pueblo? IV Parte



La “guerra asimetrica”, su percepción y lectura en los niveles de liderazgo del proceso revolucionario, ha sido colocada como punto central dentro de la Nueva Doctrina Militar Bolivariana para la defensa integral de la Nación. Es lo que explica la necesidad de su profunda revisión y su examen dialéctico en el plano teórico, así como las implicaciones de su eventual aplicación por las fuerzas armadas imperialista en su estrategia de agresión contra nuestra Republica.



Algunos creen, dada la ambigüedad del manejo del concepto en determinados niveles públicos, que los venezolanos debemos prepararnos para llevar a cabo una guerra asimetrica, cuando es todo lo contrario. La preparación de nuestro pueblo debe hacerse para enfrentar un conflicto asimétrico, una guerra de cuarta generación con metidos idiosincrásicos, un conflicto moral, contrainsurgente o irregular, diseñado y ejecutado por los aparatos militares del imperialismo.



Tal vez sea esa la confusión que nos explique que ciertos oficiales de la FAN estén planteando como función de la Reserva Militar Bolivariana, una tarea de contrainsurgencia frente a las múltiples expresiones revolucionarias que brotan con el actual proceso de cambios que lidera el presidente Chávez. Es la experiencia de muchos, por ejemplo en Maracaibo y el Zulia. No salimos del estupor cuando algunos mandos enfatizan la condición contrainsurgente de la Reserva.



Al hilo de nuestra exposición prosigamos en este artículo el examen teórico preliminar de la guerra asimetrica, vista en su relación con el conflicto moral y la guerra irregular, para intentar en esta parte delimitar conceptualmente esta categoría. Evaluemos igualmente las conclusiones y recomendaciones que hacen distintos pensadores de la derecha americana, para adelantar amplias reformas en las Fuerzas Armadas imperialistas, en función de la cada vez más amplia difusión de conflictos no convencionales por todo el planeta. Max Boot, reconocido intelectual conservador gringo, propone importantes ajustes al aparato militar yanqui, a partir de lo que ha sido el modo de organización y operación del Ejercito colonial británico durante los siglos XIX y XX, e igualmente de lo que han sido experiencias puntuales de las fuerzas especiales en El Salvador, África, Asia y con el Plan Patriota en Colombia.



Posteriormente queremos examinar las dimensiones conceptuales y los alcances empíricos de la guerra de todo el pueblo. Lo hacemos recogiendo las experiencias del movimiento popular, obrero y revolucionario en los últimos tiempos. La defensa de la revolución bolivariana debe recoger estas experiencias e incorporarlas a la práctica militar popular que incluye el propio desempeño de nuestra Fuerza Armada Nacional (FAN), cuya organización y funcionamiento se regula en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (LOFAN), la cual analizaremos en este trabajo.



El conflicto moral es una categoría incorporada al lenguaje militar por John Boyd (ver su trabajo “Patterns of Conflict”, en www.d-n-i.net). Boyd hace una taxonomia de los conflictos e identifica tres: la guerra de atriccion, el conflicto de maniobra y el conflicto moral y dice que este es el realizado por la mayoría de los guerrilleros a lo largo de la historia de las guerras.



El conflicto moral tiene como meta destruir los lazos morales que dan existencia al conjunto orgánico de la estrategia militar y sus instrumentos. La guerra moral se orienta a forzar el miedo en la superficie, generando ansiedad y alineación para propiciar muchos centros de gravedad no cooperativos, magnificando la fricción interna porque se potencia un ambiente de desconfianza y suspicacia que debilita los lazos humanos entre miembros del conjunto orgánico (el ejercito, la marina, la fuerza aérea o las fuerzas especiales) o entre conjuntos orgánicos (la FFAA).



El conflicto moral sugiere que, en una guerra, todas las acciones no deben ser de naturaleza militar. Los fusiles y las botas en el terreno son un factor importante, pero son más importantes fusiles y botas inteligentes.



La guerra asimetrica se debe desplegar desde un alto nivel moral. Esta necesita una combinación de ideas y fuerzas estratégicas, operativas y tácticas para lograr un alto nivel moral en su uso contra las fuerzas insurgentes. Boyd sugiere varias medidas que se deben tomar para lograr un alto nivel moral en el contexto de una asimetría. Estas son: i) socavar las motivaciones guerrilleras, destruir su cohesión al demostrar la integridad y competencia del gobierno para ser representante del pueblo ante sus necesidades, en lugar de explotarlo y empobrecerlo para favorecer una voraz elite oligárquica. Es lo que se intenta con el señor Álvaro Uribe Vélez en Colombia y con sus planes para derrotar a las FARC y demás fuerzas guerrilleras, todo lo cual ha sido un fracaso estrepitoso vistos los resultados del Plan Patriota y sus 800 asesores gringos, empantanados en la degradación moral por sus vínculos con el tráfico de narcóticos y el contrabando de armas para los escuadrones de la muerte que masacran a los campesinos; ii) tomar la iniciativa para erradicar y castigar la corrupción. Así como eliminar los motivos de protesta en su raíz, lo que es un contrasentido porque los ejércitos imperialistas y neocoloniales tienen como objetivo de sus invasiones, apuntalar estructuras de poder oligárquicas y explotadoras de las mayorías, como ocurre en la actualidad en Irak; iii) infiltrar los grupos guerrilleros y utilizar la población civil para recoger información sobre la guerrilla; iv) desplegar expertos de administración, policía y equipos móviles de contraguerrilla en las zonas rojas de combate; v) tomar y mantener la iniciativa para la persecución continua. Utilizar las mismas tácticas de la guerrilla de exploración, infiltración, ataques sorpresivos de golpe y fuga, así como emboscadas repentinas para presionar a los grupos móviles de la guerrilla y dificultar el establecimiento de campamentos de base, vi) insistir en la captura y conversión a la causa del gobierno –en vez de acciones brutales de represalia contra la población y del método de “contar cadáveres” – como factor para socavar la influencia popular de la guerrilla, vii) darle otra imagen al gobierno central mediante la reforma política que descentralice al Estado en su gestión fiscal y social, para articular el gobierno con las esperanzas y necesidades del pueblo, y de esta manera ganar su apoyo para relegitimar el Estado; viii) destruir las columnas guerrilleras y romper el control de la población a través de iniciativas políticas que muestren la legitimidad moral y vitalidad del gobierno, así como mediante las operaciones militares continuas que acentúan el movimiento sigiloso, el ritmo operativo rápido, la fluidez en la acción y la cohesión del esfuerzo general.



Tenemos así el ABC del conflicto moral cuya mas cabal expresión en la actualidad es el Plan Patriota que se ejecuta en los departamentos colombianos del Caquetá, Guaviare, Meta y Putumayo, bajo la conducción de los generales Ospina, Castellanos y Fracica, con el monitoreo de cerca de 800 miembros de las Fuerzas Especiales imperialistas, contra la guerrilla revoculcionaria de las FARC-EP.



La guerra irregula sirve, igualmente, como punto de referencia en el esclarecimiento de la asimetría de la guerra.



Tal esclarecimiento es posible lograrlo estableciendo las diferencias con la guerra regular, que se presentan en los siguientes ámbitos: i) Organización. La guerra regular opera con ejércitos organizados y articulados, en los que el orden de batalla ha sido un elemento de especial interés para los estrategas militares, quienes piensan que mejor organización es igual a más eficiencia; ii) Tecnología. Los ejércitos regulares, particularmente los imperialistas, dan prioridad a su sofisticación tecnológica como se ha visto en Afganistán y en Irak. Hoy, como señala Dieterich, “la tecnología militar del campo de batalla digitalizado, gira en torno al Sistema de Posicionamiento Global (GPS), satélites, mísiles cruceros, aviones a control remoto como el "Predator"; rayos láser para destruir objetos muy veloces como cohetes u obuses de artillería y el arma "capitalista" por excelencia, la bomba de neutrones, que mata a seres humanos, pero deja intacta la infraestructura física, donde se encuentran. Esta sofisticada tecnología de la muerte, compuesta por componentes de hardware y software, está siendo fabricada mediante una lucrativa simbiosis entre el Pentágono, las transnacionales estadounidenses, como la compañía Boeing, y muchas de las más renombradas universidades de Estados Unidos. Por ejemplo, un reciente reporte del brazo investigativo de la Academia Nacional de Ciencias, el National Research Council, encargado por el Pentágono, recomendó encarecidamente al Pentágono, intensificar el desarrollo de armamento no-letal, como choques eléctricos, proyectiles obtusos, químicos que afectan la conciencia (mind-altering) y la radiación con descargas de microondas. La creciente fiereza de la política estadounidense y la arrogante imposición de sus intereses mediante la amenaza militar, tienen su sustrato real en la revolución de la tecnología bélica de las últimas dos décadas”.



Por el contrario, en la guerra irregular se utiliza, por los grupos guerrilleros, lo que se encuentra disponible en el mercado, o mediante el decomiso o fabricación local. Las fuerzas guerrilleras se especializan en incursiones, escaramuzas y emboscadas en las cuales los fusiles de asalto, ametralladoras, morteros y minas son las armas principales. La mayoría de los movimientos guerrilleros acuden a las armas individuales y colectivas.



iii) Logística. Los ejércitos convencionales emplean una larga cadena para su soporte logístico. Las pesadas fuerzas mecanizadas utilizan grandes cantidades de gasolina, municiones, varios subproductos del petróleo y repuestos. Circunstancia que limita la movilidad y flexibilidad operativa y crea vulnerabilidades explotables. Las fuerzas guerrilleras son substancialmente menos limitadas por factores logísticos. Sus necesidades de comida y municiones son más simples y normalmente no se despliegan a gran distancia. Cuentan con el apoyo de los campesinos y otros grupos de la población local. La mayoría de sus armas son fácilmente transportadas, y tienden a desarrollar sus propias y simples capacidades de mantener y reparar armas y vehículos. Estos factores logísticos reducen la vulnerabilidad de las fuerzas guerrilleras con respecto a su sistema de abastecimiento. No hay redes de ferrocarriles o caminos sujetos al ataque, deposito de municiones para bombardear y ningún puente para destruir. También es difícil apartar las tropas guerrilleras de sus armas y encontrar escondites de armas cuando tienen el abrigo de los campesinos y el pueblo.



iv) Dirección. La guerra regular esta bajo la dirección de aparatos y gerencias administrativas, lo que proporciona la organización, tecnología y mano de obra requerida. Se emplean sistemas avanzados para efectuar el mando y control de las fuerzas del Estado.



v) Doctrina. Las fuerzas convencionales y las modernas organizaciones militares han desarrollado una doctrina para los niveles estratégicos, operativos y tácticos de guerra. La doctrina establece las fuerzas adecuadas para el combate; la manera en que reciben sus recursos; como serán organizadas y desplegadas; las armas que emplearan; y como realizar sus operaciones de combate. Las fuerzas guerrilleras disponen de su propio aparato doctrinario focalizado en el nivel táctico, pesando la informalidad y la innovación e iniciativa en el combate.



vi) Combate decisivo. La meta para un ejército regular es enfrentar al enemigo y rápidamente derrotarlo con el mínimo de bajas. Esta es la guerra imperialista, en la que se hacen altas inversiones en el tipo de tecnología y fuerzas necesarias para la victoria rápida. Las fuerzas guerrilleras evitan las operaciones prolongadas e intensas, hacen el contacto y se retiran.



vii) Soldados y guerrilleros. Los ejércitos convencionales desarrollan la cohesión, disciplina y profesionalismo mediante un proceso de adiestramiento y adoctrinamiento en la ideología burguesa de la dominación y explotación, encubierta en el discurso del derecho, la igualdad, la libertad y la democracia liberal. El soldado de los ejércitos convencionales es un producto de un sistema que lo saca de su vida “normal” y lo convierte en un profesional en el uso de la fuerza y la violencia letal. El es responsable ante su cadena de mando, y cumple las órdenes de sus superiores, actuando para lograr las metas de los estados imperialistas y neocoloniales.



Por el contrario, el guerrillero esta inmerso en su pueblo. Es pueblo en armas. Su habilidades y armas provienen de lo que esta disponible para su pueblo. Su comprensión de la guerra se confunde con lo que existe en su pueblo y sus tradiciones de lucha.



viii) Aliados. Normalmente los ejércitos regulares imperialistas instrumentalizan las tropas de las naciones invadidas como supuestos aliados, para colocarlos como fuerza de choque contra la mayoría de la población, afectada por la abusiva intromisión extranjera.



ix) Segregación e integración. Los ejércitos convencionales imperialistas a la larga recibirán golpes contundentes por que su acción es ajena a los intereses del pueblo. Ellos no logran ninguna integración porque son cuerpos extraños a la historia de las naciones afectadas por las multinacionales imperialistas y sus tropas invasoras.



Veamos en el próximo articulo los contornos mas definitorios de la guerra asimetrica, su historia y sus principales características, así como los cambios que se promueven en la actualidad para adecuar las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos a este nuevo escenario que se difunde con la globalización capitalista, que conlleva una mayor extensión de la telaraña de las grandes corporaciones del capital trasnacional por todo el planeta. Así como las acciones puntuales que se están utilizando ya por las tropas norteamericanas para triunfar en guerras asimétricas, mediante unos principios estratégicos, la determinación del rol del factor militar, la conducción operacional y los métodos tácticos frecuentes en guerras irregulares.



Valencia, 3 de junio de 2005.



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Horacio Benítez


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