Las elecciones sindicales en PDVSA El Vigia y la eterna trampa del sidicarelismo

Históricamente el proletariado ha ganado inolvidables batallas pero casi nunca (¡Viva Cuba!)  ha ganado la guerra. Esa especie de karma  persigue a las luchas de los trabajadores y las trabajadoras a lo largo de su historia de luchas. La Venezuela Bolivariana no es una excepción. La combinación de reflejos condicionados por siglos de cultura de individualismo, ambición y egoísmo aunado a las malas artes del enemigo de clase lo han logrado.

Así, el pueblo humilde y explotado entregó a Jesús de Nazaret o Simón Bolívar a sus depredadores obrando contra sí mismo. Ese riesgo siempre está presente y lo está en nuestra Venezuela Bolivariana. Ignorarlo es suicida.  La única defensa frente a lo que Lester Thourow llama “la filosofía que mejor interpreta los instintos más salvajes y primarios del hombre: el capitalismo” es la conciencia de clase fruto del conocimiento. No estamos haciendo suficiente en este ámbito. Tal parece que no logramos superar –al menos no en la medida que deberíamos- el veneno del rentismo como objeto de las conquistas proletarias. No hemos trascendido el estadio de “mi casa bien equipada por el de nuestra conciencia bien equipada”

Sobre esas debilidades y vulnerabilidades la filosofía capitalista trabaja para derrotar las luchas de la clase proletaria. Siempre encuentra caldo de cultivo. Este mismo miércoles la importantísima Planta de Llenado de PDVSA en el Kilómetro 15 del Vigía (Estado Mérida) celebrará elecciones sindicales. El buen revolucionario Juan Carlos Díaz nos alerta. Dos planchas se presentan ante los trabajadores y trabajadoras. El problema no es que gane la plancha revolucionaria, eso se da por descontado. El problema –insoportable problema por la insufrible levedad de la conciencia de clase- es que a estas alturas del juego la plancha de la derecha más reaccionaria que pueda existir, aquella del paro petrolero y la puñalada al corazón de la industria y la Patria pueda sacar 30 o 35% del voto obrero. Eso, si me disculpan, es intolerable. Ese es el colmo de la fragilidad de conciencia de clase.

Que un “líder” como el “caballero” Ramiro Silva, candidato de la derecha y cultor de la meritoracia y la contrarrevolución auto declarado pueda tener un voto más que el de sí mismo e incluso que esté presente en estos espacios ganados con tanto sacrificio por el trabajador petrolero es un verdadero escándalo que convoca a una muy seria reflexión.

Con la Segunda Internacional y Kausky le sobrevino al movimiento proletario la maldición de la socialdemocracia y el reformismo. En los espacios de las luchas obreras el tradeunionismo o sindacalerismo rastrero siempre dispuesto a hurgar en las penurias fácticas de los trabajadores para entregar su lucha de clase a cambio de las migajas que puedan caer de la mesa del explotador ha venido haciendo estragos. Penosamente sigue haciéndolo.

Este miércoles no sólo hay que derrotar la plancha de la derecha entre la fuerza obrera de PDVSA El Vigía, hacer eso no es suficiente. Hay que borrar de esos espacios tan importantes y queridos para la Revolución del proletariado a estos contrabandistas ideológicos del capitalismo. Este es por tanto un llamado a la conciencia de nuestras trabajadoras y trabajadores petroleros. Con las mismas mañas con las cuales hoy aspiran a este espacio, el 7 de octubre lo intentarán –si acaso tuvieran algún éxito- con la patria.

LA CONSIGNA DE CADA TRABAJADOR PETROLERO TIENE QUE SER “NO VOLVERÁN”, pero de verdad, y que se vayan los que aún no se han ido.

EL SOCIALISMO ES LA ÚNICA VÍA A LA VIDA

¡¡¡VENCEREMOS!!!



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Martín Guédez


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