que el del tiempo”
Teofrasto
Las fuentes informativas acerca de la vida de Esopo colocan a esta figura –dice la prologuista Clara Campoamor, de la edición de Fábulas de Esopo que poseo− más cerca de la leyenda que de la realidad. Como tanto misterio bello que existe en el pasado griego; pero muchos están presentes en la vida de la humanidad, como la misma Venus de Milo.
I este fabulista, con sus personajes animales, ejemplificando las cosas buenas o malas del animal hombre, muchas veces trató de las cabras i el cabrero, del cabrero i las cabras salvajes, i naturalmente del cabrón. El Cabrón padre, siempre padece de la enfermedad o la ilusión, que todos son cabrones como él, llámese Enrique, Pedro o Juan. Generalmente, por lo menos lo dice la zoología o la fábula, el cabrón piensa mui poco i menos sabe leer o escribir bien para debatir. I cuando las tripas se les retuercen i el cerebro se le achica, llama a sus enemigos desconocidos, en casos singulares, como Cabrón.
Resultado obvio, es que el cabrito agresivo de la fábula 103, resguardado en el interior de su casa, cuando vio pasar un Lobo, atrevidamente se puso a injuriarle i a burlarse de él. Entonces escribe Esopo, que el Lobo le replicó: −Pobre diablo, no eres tú el que me injuria, sino el lugar en que te encuentras. Hoi diría, el partido, la secta o la mafia, donde te escondes protegido. Luego la moraleja, también del fabulista griego, traducida a pie de página, i agregada por quien escribe: “Esta fábula demuestra que a menudo Enrique, perdón, cabrito, el lugar i la ocasión son los que dan la audacia para desafiar a los poderosos”. Pero no los poderosos del dinero –pues de ellos son sumisos cabritos lacayos− sino vigorosos de talento, para escribir la verdad que les duele.
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