“Una revolución construye su teoría al mismo tiempo que la realiza, la clase obrera es la vanguardia indiscutible…”

“Esa revolución que piensan hacer sin la clase obrera, si acaso llegan a hacer alguna, esa revolución de jóvenes intelectuales inconformes, de rebeldes marginales, de protestatarios, pero sin la jefatura de la clase obrera, llámenla de cualquier manera, por favor, menos marxista, menos leninista…”.

Miguel Otero Silva


Transcurrían las décadas de los años 50 y 60, una Venezuela colmada de violencia social y política, tras el derrocamiento en 1948 del gobierno democrático presidido por el eximio maestro e ilustre escritor Don Rómulo Gallegos, sucedido por los gobiernos del dictador Pérez Jiménez y del inicio de la democracia de AD y COPEI, años donde heredaron el estilo de Doña Bárbara la rica terrateniente ruda e insensible, quien a consecuencia de una amarga experiencia, sobre su espalda tenia la amargura innata de aquellos que no pueden ser felices sino impidiendo la vida normal de sus subordinados.

La Venezuela de entonces se vio reflejada en la magistral obra literaria “Cuando Quiero llorar no lloro”, de Miguel Otero Silva, hombre de letras que supo expresar en su discurso el humor y ese toque criollo al describir en su lenguaje llano la riqueza de su verbo y la gran imaginación, típica de un buen hacedor de sueños.

Victorino Pérez, Victorino Peralta y Victorino Perdomo, fueron tres jóvenes nacidos el mismo día, del mismo año en condiciones sociales distintas, Pérez, era un joven de cerro, humilde que residía en precarias condiciones, Peralta, hijo de un connotado ingeniero, para quien el apellido es su carta de presentación, mientras que Perdomo, creció en una sociedad de violencia robos y descomposición social.

Al adentrarnos en esta singular obra literaria, enseguida nos trasladamos a una Venezuela, inmersa en un clima de represiones, persecuciones, desaparecidos, violencia y lucha desesperada de las clases dominantes, por obtener el poder de un país donde el boom del petróleo es el imán para los ojos de los imperios extranjeros.

Los Victorinos de Otero Silva, están presentes, en la Venezuela actual, con la marcada diferencia de condiciones que hoy abriga a la juventud venezolana, gracias a las políticas de inclusión del Gobierno Bolivariano, se ha logrado disminuir los índices de violencia, se ha aumentado la matricula estudiantil, participación activa en los diferentes planes creados para este sector y por si fuera poco la creación de un Ministerio exclusivo para la Juventud venezolana. Asimismo la nueva Ley del Trabajo los Trabajadores y las Trabajadoras, respalda como nunca en la historia de Venezuela a la clase obrera que por décadas fue explotada y nunca reivindicada.

Hoy junto al líder de la revolución bolivariana, construimos una revolución con teoría propia y andamos sobre ella con una conciencia clara, donde cada venezolana y venezolano es capaz de entender el momento que vivimos, que va más allá de un nombre y de un hombre, está en juego el destino de un país que por décadas ha sido blanco de ataques desproporcionados para extirpar de su vientre el fruto sagrado de la tierra.

La enorme brecha que hoy mantiene Hugo Chávez, frente al candidato opositor, sigue en ascenso, lo que ha originado escozor en las filas de la MUD, que no sabemos lo que podría desencadenar, esto a pesar de las recientes declaraciones del mandamás de sus encuestadoras, donde da ganador al candidato de la Patria, quien me inspiró a escribir este artículo a mis consecuentes lectores y enseguida me trasladó a la obra de Otero Silva, “Cuando Quiero llorar no Lloro”. Porque no les quedará otra opción que llorar ante el avasallante triunfo de Chávez el 07 de octubre y vivir en su ácida amargura tal como Doña Bárbara.

Tenía razón Miguel Otero Silva y reafirmamos el mensaje que dejó en su obra tal como lo cité al inicio de este artículo. Seguiremos junto al candidato de la Patria, construyendo nuestra teoría y avanzando en la realización total de ella.

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