Sabotaje hubo, sin duda alguna, en diciembre de 2002. Es un hecho, y no lo olvidamos.
También
es un hecho innegable que la oposición venezolana intentó capitalizar
políticamente la explosión en Amuay. Pescar en río revuelto. Sin
escrúpulos. Sin importarles los muertos y el dolor de heridos y
familiares. Sin detenerse a pensar, por ejemplo, en todo el daño que
causó entre los afectados la brutal campaña de rumores sobre la
inminencia de una tragedia de mayores dimensiones, que ella misma puso a
circular. Sin pensar un instante en la angustia que pudo haber
provocado en toda la población venezolana la difusión masiva de una
"información" que resultó absolutamente falsa: la inminente escasez de
gasolina.
Cuando
hablo de oposición venezolana no me refiero a todo aquel venezolano o
venezolana que está en contra de Chávez, como es su derecho, porque
vivimos en una democracia. Me refiero a los politiqueros de oficio y a
los mercenarios de la noticia. A los que emplean, de manera sistemática,
el odio, la mentira y el miedo, para suscitar adhesiones y rechazos.
Usted,
que me lee, que piensa distinto a mí, y que probablemente no votará por
Chávez el próximo 7 de octubre, sabe que estoy en lo cierto. No importa
si las circunstancias le impiden reconocerlo públicamente. Tampoco
tiene por qué hacerlo.
Usted,
como la inmensa mayoría de nosotros, considera su derecho señalar los
errores del gobierno, pero sabe que eso es distinto a movilizar,
insisto, a través del odio, la mentira y el miedo.
Es
un hecho que desde tempranas horas de la mañana del sábado 25 de
agosto, autoridades del gobierno nacional ofrecieron, como es su deber,
información veraz sobre el lamentable acontecimiento. Lo hicieron desde
el terreno. Lo siguieron haciendo durante todo el día, siempre que
hubiera algo que informar al pueblo venezolano. Mezquino sería no
reconocerlo.
Es
un hecho indiscutible que la oposición venezolana, con sus medios más
recalcitrantes y sus voceros más conspicuos a la vanguardia, dictaron
sentencia desde temprano: la tragedia había sido culpa del gobierno
nacional. Por su incapacidad para gestionar la industria petrolera, por
su impericia, por su ignorancia, por su indolencia, por despilfarrar el
dinero del petróleo en Misiones sociales.
Es
un hecho verificable que los "expertos" en materia petrolera pronto
desplazaron a los más legos: entonces vimos desfilar, en estudios de
televisión y notas de prensa, a la tristemente célebre "Gente del
Petróleo", los mismos que paralizaron y sabotearon PDVSA diez años
atrás.
Porque sabotaje hubo, sin duda alguna, en diciembre de 2002. Es un hecho, y no lo olvidamos.
Y
como es un hecho que hubo sabotaje, y como no olvidamos, es un hecho
incontrovertible que la fulana "Gente del Petróleo" no tiene
absolutamente nada que decirnos.
Sin embargo, dijeron: "Eddie
Ramírez, coordinador de Gente del Petróleo, exigió que se conforme una
comisión para investigar los hechos registrados en Paraguaná, donde se
incorpore a técnicos expertos". Sobre su participación en el paro-sabotaje de la refinería de Amuay, en 2002, "advirtió que en esa época la paralización se hizo cumpliendo los protocolos de seguridad internacionales".
Pero
si estos son los hechos, algo muy distinto son las percepciones. Esto
fue lo que nos "explicó" el encuestólogo Luis Vicente León, la mañana
del sábado 25 de agosto: "Desastres
naturales no suelen afectar popularidad [del] gob[ierno], pero
accidentes en infraestructura operada por él es otra historia". "Ch[ávez]
intentará desviar atención hacia damnificados d[e] lluvias (sin costo
pol[ítico]). Opo[sición] deberá tomar tema d[e] cárceles y refinería". "Política
no es un asunto de realidades sino de percepciones. Gob[ierno] tratará
de reducir costos y opo[sición] de elevarlos. Es natural".
¿Es
natural? Esa es la versión del encuestólogo. Pero "tomar" los temas de
las cárceles y Amuay e intentar elevar el costo político para el
gobierno, en un intento desesperado por revertir la tendencia que
anuncia una derrota para el ex gobernador Capriles Radonski, está lejos
de ser algo "natural". Se trata de una decisión política.
¿Será
cierto que Chávez intentó "desviar" la atención hacia los damnificados
por las lluvias? ¿Debemos suponer que cuando hizo acto de presencia en
Amuay, y se reunió con los trabajadores, con las víctimas, con las
familias que quedaron sin vivienda, también estaba intentando "desviar"
la atención?
Tanto
en el caso de las lluvias, como en el caso de Amuay, el presidente
Chávez volvió a hacer lo que siempre lo he visto haciendo: asumir la
responsabilidad que le corresponde.
En
contraste, ya se trate de un "desastre natural" o de un "accidente en
infraestructura", la oposición venezolana seguirá haciendo lo que
siempre ha hecho: lavarse las manos y culpar a Chávez. Al mal gobierno.
Eso
es lo que explica que, diez años después, la "Gente del Petróleo" se
crea con el derecho de venir a "advertirnos" que ellos sí saben cómo
paralizar una refinería como Amuay: "cumpliendo los protocolos de
seguridad internacionales".
No
es natural. No es natural apelar al odio, a la mentira, al miedo, para
imponer una percepción. Es una decisión política. Y ya viene siendo
tiempo de que la oposición venezolana comience a asumir las
responsabilidades que se derivan de sus decisiones. De sus pésimas
decisiones.
reinaldo.iturriza@gmail.com