Quiénes
Se reunieron periodistas, locutores, productores, el ministro de Cultura, el presidente de la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC), el presidente de la Asociación de Músicos, el del Instituto Cubano de la Música, el presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), investigadores, semiólogos y músicos de alto vuelo. Todo esto en el marco de un Consejo Nacional de los escritores y artistas. Y como sería la cosa que también acudió un miembro del Consejo de Estado de Cuba y de su partido, el comunista.
¿Cuándo veremos por acá una reunión de este calibre para debatir el mismo tema? Por acá todo pareciera indicar que cada organismo actúa por su lado, y que ni se hablan. Tal es la visión que ofrecen.
El debate
Nada menos que Miguel Barnet condujo la reunión para debatir en torno a un tema propuesto por los músicos a partir de la premisa de que la música está presente directa o indirectamente en gran parte de las expresiones del arte, que es mucho más que una simple fuente de diversión, y que circula en medio de una realidad global determinada por las reglas del mercado.
Hubo consenso acerca de que la música que conforma el entorno sonoro —la que cotidianamente se escucha en ambientaciones públicas, cafeterías, centros nocturnos, festividades populares, parte de los programas de radio y televisión, transporte público, taxis y hasta en no pocas escuelas, está presentando carencia de valores y una amplia gama de vulgaridad.
La escritora e investigadora Graziella Pogolotti apuntó a la carga machista y sexista de las letras de buena parte de los reguetones, y el semiólogo Desiderio Navarro consideró que ante fenómenos de tal naturaleza se asiste además a la subversión de los valores éticos, lo cual es mucho más grave cuando la difusión se lleva a cabo desde los medios de comunicación. Frank Fernández (uno de los mejores pianistas del mundo) situó la dimensión del problema mucho más allá de uno u otro género musical, y habló de una afectación cultural que a medida que pasa el tiempo implica pérdidas en la vida espiritual, en este caso, de los cubanos.
Es decir, se abordaron los problemas de la música desde una perspectiva sociocultural múltiple, desde los procesos de producción y organización del talento artístico hasta el reflejo en los medios de comunicación y su relación con la identidad y el modo de ser y de actuar de los ciudadanos.
La música ha sido objeto de profunda preocupación por parte de quienes desean para los pueblos una vida espiritual amplia, culta, con los valores éticos que le son inherentes, y digna de las tradiciones que han conformado la identidad nacional.
Someter la música a un estudio multidisciplinario permite determinar los factores sociales y cuáles son los elementos existentes en la sensibilidad y en la conciencia de quienes la escuchan, y en base al diagnóstico incidir de una manera más efectiva sobre el alarmante fenómeno, ya crítico.
Música y texto
Se hizo una distinción entre la música y el texto de ciertos temas. Si la primera es pobre, reiterativa, lo que se expresa por medio del segundo es realmente preocupante. La cuestión no es solo de vulgaridad y mal gusto, sino, sobre todo, de divulgación y la predicación de elementos que van en contra de la ética y de una cultura nacional.
“Que tengan su público no es el problema, sino que con los medios del Estado se empiecen a imponer al resto de la sociedad de manera masiva, y con ello se estén naturalizando ideas del capitalismo, sutilmente trabajadas”.
El destacado músico Ángel Bonne habló de los medios de difusión, que son decisivos pero en los que parece no haber espacio para los grandes. “En nuestros medios, donde deberían estar claras las estrategias de promoción, se promueven propuestas banales, o se realizan programas que olvidan las jerarquías artísticas”. Preocupa el avance de la desmemoria.
Frank Fernández fue lapidario: “Me inquieta que hay dos o tres generaciones a las que costará salvar del mal gusto, al estar constantemente bombardeadas con textos divorciados de la literatura y con música de escasos valores estéticos. Mientras mayor vaya siendo el embrutecimiento, superior será la brecha que le dejaremos al enemigo para que nos penetre”.
El crítico de arte Manuel López Oliva consideró que, en general, los problemas de la música no se manifiestan en lo profesional, sino en lo social. Por eso es tan esencial expandir valores culturales y éticos, porque lo que está en juego es el hombre, la cultura nacional y el futuro.
Propuestas
Ese conglomerado, tan diverso como preocupado, hizo propuestas:
Sistematización del diálogo entre las instituciones culturales y educacionales, los medios masivos de comunicación, los organismos del sector turístico y hasta de transporte, y los artistas, escritores, promotores y críticos.
Articular los organismos para superar las deficiencias e incoherencias de las programaciones, y establecer coordinaciones para concretar acciones, prever soluciones y planificar estrategias.
Necesidad de cuidar los talentos y los espacios en que se promueve la música.
Es primordial que la música y lo que la enmarca no se lleve sólo en el estómago. Ella debe estar en el corazón, en la conciencia, en las ideas que se defienden.
(Gran parte de lo anteriormente enunciado está contenido en artículos publicados en los diarios Granma y Juventud Rebelde, escritos por Pedro de la Hoz y José Luis Estrada Betancourt)
Nosotros ¿cuándo?
El pasado jueves esta periodista abordó lo que se vive alrededor de la llamada Ruta Nocturna que se ha establecido en Caracas, de la mano del gobierno del Distrito Capital. Y lo abordé porque preocupa mucho una oferta musical que va tornándose excluyente, amén de discutible bajo los parámetros de la soberanía cultural. Basta leer los boletines en los que esas ofertas se anuncian.
Me preguntaba: ¿No contempla la ruta un sitio de tertulia, programado para conversar? ¿Dónde el Caribe y dónde América Latina genuinos, en esta propuesta? ¿Dónde las músicas del resto del país? ¿Dónde las ofertas para los llamados adultos mayores? ¿Dónde los artistas con capacidades especiales? ¿No tienen derecho? La diversión, que llaman ¿bajo cuáles parámetros actúa? ¿La contraloría social incluye lo ético nacional?
No es mi preocupación nada más. Con hacer una consulta se llevarían sorpresas. Hace falta que a estos temas también se les preste atención, y que hagan parte de una seria agenda de Estado, y del periodismo necesario.
lilrodriguez@cantv.net
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