En día domingo y equinoccio (23 de septiembre), cuando los rayos solares caen verticales sobre la línea ecuatorial, fallece en Caracas Domingo Alberto Rangel Bourgoin. El símil es inevitable. La trayectoria vertical de su vida de revolucionario incorruptible, fue como los rayos del sol equinoccial. El brillo esclarecedor, acerado y fulminante de su palabra, estremeció la tribuna pública o quedó plasmada en libros, periódicos, revistas, portadores fieles de la erudición de sus análisis políticos y económicos sobre el acontecer nacional e internacional. Robespierre, el gran orador y dirigente de la Revolución Francesa recibió el nombre de “el incorruptible”. Por el verbo encendido de su oratoria y la verticalidad de su conducta revolucionaria, es otro símil que se puede establecer.
Su arma de lucha fue la palabra, de la misma manera que el fusil lo es para el guerrillero. De su mente, de sus labios, de las yemas de sus dedos como los brotes en el tallo de una planta, solo brotaban palabras. Era fabricante de palabras. Toda su vida la dedicó a la palabra hablada o escrita. Fue tribuno, y eminente analista que rindió tributo a la palabra.
Su conocimiento y gran manejo del lenguaje, eliminó la disparidad que existe entre el hablar y el escribir. Pedro Duno me contaba que al procesar el material grabado de la tertulia entre Juan Pablo Pérez Alfonso, Domingo Alberto y otros participantes - que se plasmó en el libro “El Desastre” - encontró que al transcribir las frases de Domingo Alberto, no ameritaban corrección, por cuanto la construcción gramatical era perfecta.
Sus libros suman más de cien títulos. Entre esa cantera de análisis y conceptos vale destacar el estudio económico recogido en la trilogía “Capital y Desarrollo” (“la Venezuela Agraria”, “El Rey Petróleo” y “La Oligarquía del dinero”). Textos fundamentales para conocer la historia de la acumulación de capital en Venezuela. Escribió páginas emotivas de su terruño natal con el recuerdo imborrable de los personajes de su niñez. Su amor por Tovar queda en la novela “Domingo de Resurrección”, “La Canción del Recuerdo” y en la semblanza de algunos personajes tovareños o la novela inspirada en su familia materna los Bourgoin “Amores bajo la Sierra Nevada”. Por su raíz andina, en “Los Andinos en el Poder “exaltó la llegada a Miraflores y la complementa con “Goméz, el amo del poder”, que según me contaba Domingo Alberto, recibió el elogio personal de Uslar Pietri al considerarla mejor que la referencia histórica de Gómez, escrita por él. Y en esta breve mención de sus libros, no puede faltar “Cipriano Castro, semblanza de un patriota”.
Se graduó de abogado, profesión que nunca ejerció. Fue economista de aquilatados méritos. Como militante de Acción Democrática, fue el tribuno, que desde la Asamblea Constituyente (1946) y el Congreso, fustigó a la oligarquía, el imperialismo y denunció cuanta injusticia o violación de los derechos humanos ocurría en el ámbito nacional, lo cual le valió el apodo de “Jurunga muertos” (por los hechos de La Trampa, en Mérida), mote inventado por su habitual contrincante en el Congreso, el copeyano Edecio La Riva Araujo. Luego del golpe de Estado que destituyó al presidente Gallegos, estuvo preso por varios años, hasta que salió desterrado a Bolivia, donde figuró como asesor de la Revolución encabezada por Paz Estensoro. Pasó a Colombia para intentar el ingreso clandestino a Venezuela, pero cae preso, según se especula, por delación de Burelli Rivas, encargado del traslado desde Bogotá y el cruce de la frontera. Permanece otros años en la cárcel y es desterrado a Costa Rica, donde estaba Rómulo Betancourt protegido por su compadre, José Figueres, presidente de la República. Esa cercanía con Betancourt, durante los años del exilio, le permite a Domingo Alberto conocer de sus verdaderas intenciones en el caso de regresar al gobierno y que conducirían a la traición del programa antiimperialista de Acción Democrática y al desbordado anticomunismo de Betancourt, acordado en el pacto de Washington y reafirmado en el “Pacto de Punto Fijo”. La traición de Betancourt, conduce a la primera división de Acción Democrática (1960) y el surgimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). El primero de enero de 1962 estalla en el Táchira la huelga del transporte que se extiende por Mérida, Trujillo, Lara, paraliza media Venezuela y para el 23 de enero estalla en Caracas. La fuerza de la huelga es tan grande que ministros y dirigentes adecos pidieron asilo en embajadas, y es la oportunidad en q ue Betancourt luego de suspender las garantías constitucionales y decretar el Estado de sitio, ordena, “disparen primero y averigüen después porque yo no cargo preso amarrado”. Esa violenta y terrible represión condujo al alzamiento militar de Puerto La Cruz, luego Puerto Cabello y paulatinamente el surgimiento de los frentes guerrilleros en La Azulita, Falcón, Lara, Oriente y El Llano. Viene el allanamiento del Congreso y los diputados del MIR y del PCV son detenidos. Domingo Alberto y Jesús Farías luego de años de prisión, son desterrados a Italia. Donde permanece hasta 1967, cuando se coordina la formación de un movimiento formado por los partidos surgidos de la división de Acción Democrática: el PRN (Ramos Jiménez), algunos dirigentes expulsados del MIR, entre los cuales figuraba Domingo Alberto, más los disidentes de URD, entre los cuales estaba José Vicente Rangel. Regresa Domingo Alberto del destierro y se funda el PRIN (Partido Revolucionario de Izquierda Nacionalista), que en las elecciones de 1968 respalda la candidatura de Luis Beltrán Prieto Figueroa, cuyo rompimiento con Acción Democrática, dio origen al MEP (Movimiento Electoral del Pueblo). Domingo Alberto participa en la campaña electoral, pero no acepta ir como candidato al Congreso, para lo cual podía recibir los votos en cualquier Estado que se lanzara, tal era su prestigio político en todo el país. Alguna vez le pregunté:
- “¿Por qué rechazas ser diputado?”. Me respondió. – “Porque el tiempo que voy a perder en el Congreso, mejor lo dedicó a la Universidad y a la investigación económica, lo cual es más útil para el país, que la estúpida, inútil y necia condición de diputado.” En efecto, cumplió a cabalidad su propósito, le entregó al país más de cien libros en títulos editados.
Durante más de treinta años, recorrimos media Venezuela, en entrañable camadería de luchadores revolucionarios. En asambleas de obreros, de campesinos, de estudiantes, en el intento permanente de organización popular, para sembrar el germen de la transformación económica, política y social. Fuimos militantes del abstencionismo durante los gobiernos adeco/copeyanos (1963-1998). Y cuando el Consejo Nacional Electoral propuso la introducción de máquinas para votar, exigimos la colocación de la Tecla Nula, lo cual dio origen al Voto Nulo militante, como complemento de la abstención. Ante el terror de los partidos políticos del sistema que, el electorado hundiera la “tecla nula”, popularizada por una guaracha de la orquesta Billo´s Caracas Boys, el Consejo Nacional Electoral desistió del proyecto de mecanización del voto. En ese trajín pasamos los años de la existencia, vigilados, señalados, perseguidos por la dictadura de la burguesía que rige el destino de nuestra nación.
En la lucha del pueblo de Bailadores contra la explotación de la mina de cobre, plomo y zinc, luego que, en Cabildo Abierto convocado por el Concejo Municipal, la población decidió oponerse a la explotación minera, hubo la oportunidad que Domingo Alberto se incorporara a la lucha. Como era su costumbre, con motivo de la Navidad (1975), vino a Tovar con su esposa Consuelo Mantilla. Le conté lo de la mina y le propuse diera una charla para motivar el comienzo de la lucha del pueblo de Bailadores contra el gobierno nacional y contra las transnacionales mineras. Convocamos la reunión de campesinos villorros. Al llegar al sitio, Domingo Alberto con un dejo de preocupación me pregunta: -“De que carajo voy a hablar”. Le digo- “De cuestiones relacionadas con la minería, usted vivió varios años en Bolivia y conoce el tema”. Me contestó –“Bueno, para cumplir, puntualizaré algunas cuestiones en unos 15 minutos”. Al cabo de dos horas, luego de interrupciones por los nutridos aplausos que arrancaba a la asamblea de campesinos, terminada la exposición le digo –“¡Cómo que no tenía de que hablar!”. Con su encendido verbo, paseó a los asistentes por las condiciones infrahumanas de los mineros en Bolivia, Chile, Estados Unidos, África, Europa. La vida en las minas de plata, estaño, platino, cobre, diamantes, carbón. La pobreza, miseria del minero, las enfermedades (silicosis), la minería emblema de la explotación capitalista, la contaminación del ambiente, las contradicciones sociales que crea en la sociedad. Su erudición parecía no tener límite. Al regresar a Caracas, le contó a su amigo Juan Pablo Pérez Alfonso lo que estaba ocurriendo en Bailadores, un pueblo enfrentado al gobierno y a las trasnacionales capitalistas interesadas en la explotación de una mina. Pérez Alfonso se entusiasmó con la idea y se ofreció venir a Bailadores para incorporase a la lucha. Sacó tiempo de sus muchos compromisos por el mundo y realizó dos viajes a Bailadores. Se entusiasmó tanto con el paisaje y la participación popular, que me dijo. –“No sabía que Venezuela tenía este Valle tan hermoso, de saberlo, la experiencia de la comuna de Tacal la hubiera realizado aquí, donde me gustaría vivir y pasar los últimos días de mi existencia”.
La lucha contra la mina duró 25 años y estos dos eminentes venezolanos, fueron, junto al pueblo, el baluarte que derrotó la pretensión del gobierno y de las transnacionales mineras. ¡Fue tal vez de las pocas batallas que ganamos!
Escribir una biografía de Domingo Alberto Rangel es labor titánica, por cuanto su obra escrita esta dispersa por Bolivia, Colombia, Costa Rica, en numerosos periódicos y revistas de Venezuela y del mundo, por cuanto escribía en inglés y en francés. Le propuse a Alfonso Ramírez, el “Polaco”, cuando por teléfono comentábamos la noticia del fallecimiento, emprendiéramos esa labor y me contestó: - “Requiere tiempo y dedicación escribir una biografía con la esencia y contenido que corresponda a tan grande actividad intelectual como la de Domingo Alberto, yo ya estoy muy viejo para eso.”
Para finalizar esta breve semblanza, contaré una anécdota. Domingo Alberto y Pedro Duno fueron los organizadores del Congreso del Libro Verde (1983), realizado en Caracas en el Auditorio de Parque Central. Al año siguiente, el Congreso se realizó en Bengasi (Libia), en los auditorios de la Universidad. En el acto de inauguración, a Domingo Alberto le correspondió dar el saludo de bienvenida a los 1500 delegados de universidades, sindicatos, movimientos campesinos, frentes guerrilleros de todo el mundo. Los idiomas oficiales, además del árabe, eran el inglés, el francés y el castellano. Domingo Alberto pronunció el discurso de bienvenida, improvisado, primero en castellano, luego en francés, por último en ingles y en cada uno de los idiomas fue interrumpido por los entusiastas aplausos de la Asamblea. Posteriormente, ante la traición de Kadaffi, a los postulados democráticos del Libro Verde, tanto Domingo Alberto como Pedro Duno, rompieron con Kadaffi. Los hechos del año pasado que condujeron a la invasión, bombardeo, destrucción de la infraestructura de ciudades y pueblos libios con el saldo de 160.000 víctimas entre muertos y heridos, fue el epílogo del intento de democracia directa en las Asambleas Populares que llevaron a Libia, de ser el país más pobre y atrasado de África, a ser el de mayor riqueza y seguridad social, durante cuarenta años de acendrado antiimperialismo. Un espejo para mirarse.
No podemos cerrar esta nota necrológica, sin hacer referencia obligada a la actitud de Domingo Alberto frente al actual gobierno de la Revolución Bolivariana. Luego que visitó varias veces a Chávez en la cárcel y conoció su personalidad y pensamiento político, Domingo Alberto se apartado de toda vinculación posible con el chavismo. Rompió con sus amigos que se vinculaban o tenían simpatías por el chavismo. Durante trece años lo combatió sin tregua y denunció las políticas de Chávez, con la misma verticalidad que lo hizo durante toda su vida contra los gobiernos adeco/copeyanos de la burguesía proimperialista. En una de las ultimas entrevistas para un canal de TV. Expresó: "Es un hombre (Chávez), que vendió las esperanzas de redención del pueblo venezolano, convirtiéndolo en mendigo, como lo hiciera AD y Copei, donde utilizaban la campaña electoral repartiendo bolsas de comida, para ganar los votos y de esa manera seguir manteniéndose en el poder". Fustigo a la izquierda, que vendió su primogenitura, el socialismo, por el plato de lentejas capitalistas que, según parece, les saben mejor. La última vez que nos vimos, viaje a Caracas en compañía de mi esposa para acompañarlo en su cumpleaños 83 (17 de abril del 2006) y atender la invitación que me hizo de visitarlo. Me llevé un libro que tenía el propósito de publicar y le pedí escribiera un prólogo. En el libro había una alusión al abstencionismo y brindarle al gobierno “el beneficio de la duda”, por medio del voto. Almorzamos los cuatro: Domingo, Consuelo, mi esposa y yo. Al día siguiente volvimos y me espetó la alusión que había en el libro sobre la abstención en lo cual no aceptaba ni “el beneficio de la duda”. Habló contra el chavismo y dijo: - “Hay que combatirlo sin tregua, no quiero saber nada de blandenguerías con el chavismo.”
Manuel Vadell, entrañable camarada de Domingo Alberto y editor del 50%” de sus libros, es el único amigo que le quedaba. Rompió con todos, empezando por Pedro Duno y todos aquellos que medio le olieran a chavismo. La verticalidad ideológica de Domingo Alberto nunca dio tregua. “Genio y figura hasta la sepultura”. Deja como único patrimonio su obra escrita, extraordinaria, como nadie jamás lo había hecho en nuestra historia republicana. Nos deja como patrimonio la verticalidad incorruptible de su actitud y la frondosidad de su pensamiento. Nos deja como patrimonio la continuidad de la lucha y el rescate de las banderas de la izquierda y del socialismo.
¡Adiós caro amigo y camarada auténtico!
leonmoraria@gmail.com
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