Al soldado bolivariano

En esta coyuntura, en víspera de elecciones democráticas a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) no puede estar sujeta al chantaje de factores desestabilizadores, que pongan en riesgo a la paz y al espíritu armónico que nos caracterizan a todos los venezolanos.

Las mujeres y los hombres que integran la FANB no son simples espectadores o barra de parcialidad política alguna; son por naturaleza guardianes celosos del juego democrático amparado por la Constitución venezolana; no solo llevan en sus hombros el fusil para la defensa de la nación cuando las circunstancias lo requieran, también llevan en su mochila de combate la destreza, el carácter social y la botica de primeros auxilios, para apalear las eventualidades adversas que de alguna manera pudiesen atribular al pueblo venezolano. 

Con la llegada de la Revolución Bolivariana expiraron las más inefables diferencias que marcaban una línea roja entre civiles y militares, en un país poderosamente rico, que de no ser por el más perverso de los antivalores como es el capitalismo aplastante y depredador, en esta Venezuela privilegiada por la Divina Providencia, hasta el venezolano más humilde conduciría su propio mercedes benz.

Hoy por hoy el soldado bolivariano, independientemente del rigor de la disciplina militar, se forma bajo el esquema de la ética, el decoro y el respeto a los derechos humanos.

Alguien dijo: “Sin pueblo no hay generales, estadistas, ni líderes”.

Pueblo venezolano y soldado bolivariano, dos conceptos que se fusionan como la tierra y sus nutrientes.

Nuestros soldados bolivarianos de hoy son dignos herederos de los soldados que ayer, con arrojo y gallardía, ofrendaron sus vidas por la libertad de una tierra amada.

Allí en la explanada de casi medio continente, muchos de ellos sembrados quedaron en una humilde e improvisada tumba, que tenía por lápida su espada y su fusil con bayoneta calada como símbolo de brava resistencia.

¡Hoy su memoria sagrada es la llama que ilumina toda esperanza!

julio.cesar.carrillo@hotmail.com



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Julio César Carrillo


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