¡Que despelote, pana! ¡Que noche de júbilo incontenible! El glorioso y bravo pueblo venezolano refrendó la hazaña de imponer su voluntad soberana; renovó el mandato a Hugo Chávez ¡Sí! para que continúe dirigiendo el proyecto de la Revolución Bolivariana hacia el Socialismo del Siglo XXI. Los progresistas de la América Nuestra, la de piel morena, podremos ver renovada y fortalecida la esperanza emancipadora y justiciera: es mucho pueblo, mucho proyecto y mucho líder la fórmula que triunfa.
Mucho pueblo el venezolano que el 27 de febrero de 1989 se desbordó cual torrente fuera de madre; tomó la calle para exigir justicia ante el agravio perpetrado: el paquete económico hambreador impuesto por el Fondo Monetario Internacional e instrumentado por su esbirro, el nefasto Carlos Andrés Pérez. Tomó la calle, los comercios y las mercancías, lejos de protocolos de la civilidad y muy cerca del ejercicio pleno del derecho a la vida. El tirano arremetió con fuego de guerra como si de extraño enemigo se tratara; a punta de bayoneta y bala reprimió; cientos de muertos quedaron sembrados y el agravio fecundó: diez años después mandó al carajo a los oligarcas corruptos y vendepatrias para imponer su voluntad en las urnas: hizo presidente a Hugo Chávez.
Mucho proyecto el que en Venezuela significa la Revolución Bolivariana: cumple la premisa fundamental de procurar la mayor felicidad posible para el pueblo como lo postuló el Libertador Simón Bolívar hace doscientos años. Pareciera anacrónico, pero quien lea los discursos, proclamas y cartas del héroe venezolano podrá encontrar su vigencia y su universalidad. Bolívar no es el recurso retórico para las efemérides, sino la expresión de un pensamiento y una acción volcados a la justicia y la libertad, en los que al pueblo toca el papel protagónico, para lograrlos y para disfrutarlos. A eso hoy le llamamos democracia. A eso hoy le llamamos socialismo. La riqueza venezolana, expropiada por una oligarquía voraz y depredadora, devuelta a sus verdaderos dueños convertida en salud, educación, empleo, alimentación y vivienda, no sin música y poesía, no sin arte, plena de solidaridad y amor verdadero. Es una energía que desborda las fronteras sin necesidad de agencias que promuevan el efecto de la demostración. ¡Alerta que camina/ la espada de Bolívar/ por América Latina!
Mucho líder el que personifica Hugo Chávez Frías. Militar surgido de modesta cuna, mestizo de sangres afro, india y española. Estudioso de la realidad en la academia y en la vida. Poseedor de una energía vital insólita vertida en la convocatoria honesta, con voz auténtica de pueblo que lo mismo canta que arenga; lo mismo postula que explica, como también defiende y ataca; celebra logros y asume fracasos. No es orador para el contentillo ni para oídos sordos; la suya es palabra salpicada de profundas reflexiones y de sonoros poemas, junto con el dicho popular y vernáculo con que los adereza de los que, por cierto, hace mofa la televisión pitiyanqui.
Chávez vivió el Caracazo desde el otro lado de la mesa y sintió la vergüenza de ser militar sometido a un régimen opresor y antipopular. Conjuró con la oficialidad joven del ejército y optó por la vía del golpe militar y popular en febrero de 1992. Ante el fracaso asumió la responsabilidad y purgó pena de cárcel: “Por ahora” fue su frase para referirse a la frustración del intento que se convirtió en advertencia al futuro. Defenestrado el corrupto presidente, Chávez fue liberado. La cárcel le fue funcional; leyó y estudió con pasión; de ser un militar golpista poco conocido se convirtió en personaje emancipador, tomó vuelo y se lanzó a la carrera. En 1999 ganó la elección arrasando con el obsoleto sistema de partidos. Convocó a construir una nueva constitución y obtuvo el 88% de votos a favor y se hicieron nuevas elecciones: volvió a ganar. Emprendió el programa de reivindicaciones y concitó el odio de los que siempre fueron privilegiados del poder y de sus patrones de Washington; le dieron golpe de estado que el pueblo frustró; le hicieron paro patronal y petrolero provocando la peor crisis de la historia; el pueblo resistió y venció; la intentaron por la vía constitucional de la revocación de mandato y nuevamente el pueblo lo ratificó y así lo ha seguido ratificando en cuanta elección se ha presentado, mostrando su talante democrático.
La virtuosa combinación de pueblo, proyecto y líder ha producido felicidad a la mayoría de los venezolanos; tienen todo el derecho a mantener el rumbo y sostener a quien los dirige. Ah, pero si a eso lo llaman tiranía, díganme donde firmo para conseguir un tirano para México y otros tantos para el mundo.
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