EE.UU. Interviene en Contra de la Democracia en Venezuela

Originalmente publicado en http://www.alternet.org/story.html?StoryID=14809

Caracas - ¿De donde la Oposición obtiene el tanto financiamiento? Pregunta el historiador Samuel Moncada, al ver que la televisión muestra comerciales pagado por la oposición. El Señor Moncada es el Director de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela en Caracas. Nosotros nos encontramos sentados en uno de los pocos restaurantes abiertos en el este de la ciudad, la parte mas acomodada de Caracas.



Durante estas dos semanas de paro líder-izado por los empresarios de este país, los medios privados que dominan la televisión venezolana han estado presentando "Comerciales de Información: en vez de publicidad, además de presentar cobertura continua de las protestas de la oposición.



"Estoy seguro que el dinero viene de afuera", afirma Moncada. Quizás es cierto: Antes del Golpe de Estado ocurrido el 11 de Abril, el programa nacional para el apoyo a la democracia (en los EE.UU.) aumento la cantidad de fondos a grupos opositores, incluyendo dinero enviado a través del Instituto Internacional Republicano. Las donaciones de este último se multiplicaron por seis, hasta llegar a $340,000 dólares americanos, en 2001.



Pero si la historia nos enseña algo, esta cantidad de fondos desde Washington es apenas una pequeña parte de una agenda oculta. Así fue el caso en Haití, Nicaragua, Chile y otros países donde Washington busco "Cambio de Régimen" porque los líderes Norteamericanos no estaban de acuerdo con la elección de los votantes en las urnas. (De hecho, Washington esta actualmente apoyando esfuerzos para sacar al presidente Arístides en Haití, por segunda vez). En estos episodios que se vienen ocurriendo desde los años noventas, el Gobierno Norteamericano ha escondido cientos millones de dólares, que han pagado escuadrones de la muerte, ha promovido huelgas, eventos desequilibradotes para la economía, campañas electorales, y ha pagado por cobertura especial en medios de comunicación.



Todo esto todavía está por investigarse. Pero las intenciones del gobierno de los EE.UU. son claras. La semana pasada el Departamento de Estado de EE.UU. ordenó que todo aquel personal que no sea esencial para la Embajada de los EE.UU. en Venezuela salga del país, y advirtió a los ciudadanos Estadounidenses que no viajen allá. A pesar que no ha existido ataques a ciudadanos ni a compañías estadounidenses aquí, de ningún lado (oposición o gobierno), y en verdad no es un sitio peligroso para los estadounidenses.



En esta situación, las medidas extremas y advertencias del Departamento de Estado Norteamericano solo pueden ser interpretadas como una amenaza. El gobierno de Bush al exigir elecciones en Venezuela, se ha puesto públicamente al lado de la oposición. Luego, esta semana Washington cambio de posición al exigir un referéndum a la presidencia de Chávez, al darse cuenta que la división interna de la oposición fácilmente podría perder en unas elecciones en contra de Chávez, a pesar de la absoluta ventaja que tiene la oposición en controlar casi todos los medios de comunicación.



La prensa Estadounidense, dominada por el punto vista de Washington, ha tomado un tono "Orwelliano" (George Orwell autor de varios libros, como "Animal Farm" y "1984", tono observador y amenazante). Han acusado a Chávez de usar "poderes dictatoriales" por haber enviado a sus fuerzas armadas para recuperar las naves petroleras secuestradas por sus capitanes en paro. El funcionario de la Casa Blanca, Ari Fleisher, demando que el Gobierno Venezolano respete los "derechos individuales y las bases fundamentales de libertad."



En perspectiva, ¿Que le pasaría a aquellas personas que secuestrarían una nave petrolera perteneciente a Exxon-Mobil en los Estados Unidos? Ellos se enfrentarían a un juicio y a una larga condena. Que pasaría si unos militares protestan en las afueras de la casa blanca, llamando a que se caiga el gobierno norteamericano (solo 6 meses después que ellos hubieran intentado derrocar al gobierno durante un fallido golpe de estado, apoyado por un gobierno extranjero), terminarían en la base naval de Guantánamo, confrontando un tribunal militar secreto, con cargos de terrorismo.





De hecho, la prensa Norte Americana fuera más justa si evaluara el gobierno Venezolano con las mismas normativas del Gobierno Estadounidense. En los EE.UU., los empleados del gobierno no tienen el derecho a paro/huelga, así como el presidente Ronald Reagan lo demostró cuando el despidió a 12,000 controladores de trafico aéreo que se fueron en huelga en 1981. Pero esta analogía está incompleta: Los controladores de tráfico aéreo en aquel entonces estaban en huelga cuando exigían mejoras para sus condiciones de vida. En el caso Venezolano, los trabajadores de la empresa petrolera perteneciente al gobierno - la mayoría gerentes y altos ejecutivos - están tratando de incapacitar la economía, la cual ya por si es altamente dependiente de las exportaciones de petróleo, para poder así derrocar al gobierno actual. En los EE.UU., ni siquiera los trabajadores del sector privado no tienen el derecho legal de huelga o paro, por motivos políticos, y mucho menos para que un presidente renuncie.



En los EE.UU., las cortes se pronunciarían en contra de un paro, las cuentas bancarias de los sindicatos serían congeladas, y sus líderes serian arrestados.



Mientras tanto, fuera de la parte mas adinerada del este de Caracas, los negocios están abiertos y las calles están llenas de personas comprando. La vida parece normal. Esto es claramente un paro nacional del privilegiado, y la mayoría del país no la ha acatado.



Mas que todo, este país necesita dialogo, y que las tensiones y hostilidades entre los lados opuestos se calmen, y así poder evitar una guerra civil. Pero esto nunca ocurrirá si los Estados Unidos continúan su plan de incrementar la confrontación entre ambas partes Venezolanas.



Escrito por: Mark Weisbrot, quien es director del Centro de Investigación de Economía y Política, en Washington D.C.



Traducido por: Gerardo A. Mercado R.




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Alternet/traducido por Gerardo A. Mercado


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