NINOSKA
Conocí a mi amiga María Briceño de Queipo, cuando era personal administrativo de la Universidad del Zulia, i en el año 76 del siglo pasado, me encontraba en la cárcel de Sabaneta, por una demanda de difamación e injuria orquestada en la IV República, por llamar inescrupulosos a dos colegas, cuando extraviaron documentos i el libro de Acta de la Sociedad Médico-Quirúrgica del Zulia, fundada por mi padre i luego Academia de Medicina, porque no sabían el significado de la palabra, i hasta la Jueza que me juzgó, que me había examinado en Latín en el bachillerato, escribía en ese idioma muerto, Escrupulum, en vez de Scrupulum. De principio, fuera de mi familia naturalmente, muchos profesores de Medicina i de Filosofía, estaban temerosos de visitarme, i la primera persona que llegó a la sección de procesados, donde tenía un callejoncito como celda privada, fue María de Queipo, a quien había conocido ocasionalmente en nuestra universidad. Era, desde entonces una mujer mui decidida, cordial e inteligente i me ofreció todo su respaldo moral.
Desde entonces fuimos buenos amigos, aunque mi trabajo docente, en dos facultades i varias cátedras me alejaban de la vida social, i si acaso tenía libre los jueves en la noche, era para ir a los Conciertos en el Centro de Bellas Artes. Sin embargo, desde que apareció el Comandante i su célebre “por ahora”, María i yo tuvimos de su lado i empezamos a vernos en las reuniones de los movimientos previos a la Asamblea Constituyente, i cuando ella presidía los talleres de estudio de la vieja constitución del 61 i los nuevos aportes i cambios estupendos de la proyectada Constitución Bolivariana del 99, tuvo la gentileza de llamarme para la apertura de aquellos importantes talleres, colaborar con las mesas de trabajo i luego, también con una conferencia para clausurar aquellos magistrales esfuerzos pre Constituyentes. Allí en esos talleres fue donde conocí a sus hijas, i en especial a Ninoska, ya graduada de abogada en LUZ, donde María igualmente se había graduado en Educación i convertido en docente.
Vino entonces el período de las elecciones de candidatos a la ANC, i en un acto celebrado en el Hotel Maruma, me tocó el discurso de aceptación nombre de todos los que fuimos elegidos, i creo que eso se debió, calladamente a la influencia de María i su reconocimientos a los méritos de un ya mui maduro profesor universitario. Luego la gran experiencia de casi seis meses en Caracas, i el regreso desde Ciudad Bolívar, donde fue la Clausura i el regreso a Maracaibo, partiendo en un pequeño avión desde La Carlota, cuando se había producido la tragedia de Vargas. Después, más alejados por la vida ciudadana, sin embargo me tocó inaugurar su programa de televisión que mantuvo bastante tiempo, con su siempre espíritu de lucha política i cultura, donde me presentó creo que dos veces más, i me proponía hacer uno especial sobre ética del socialismo. Mientras tanto, sus hijas seguían en progreso intelectual, universitario i ciudadano, i Ninoska, a la cual seguía de lejos en sus éxitos, me complacía i hacía feliz contemplar su agraciada o bella figura, de una venezolana ejemplar.
La noticia de su estado crítico de salud, la supe por APORREA, porque algunos amigos me tienen olvidado, i desde entonces he estado llamando al celular de María, al teléfono de la casa (esperando hablar por lo menos con un familiar) i hasta después de darme el día 8 noticia de su fallecimiento, supe que no era cierto i que seguían las esperanzas de su recuperación. Por eso, cuando ya me entero de su fallecimiento i no teniendo su correo electrónico no sé por qué en mi libreta de Internet, ocurro este artículo que permite expresar mi pena o dolor, por cuanto la muerte de un hijo o hija, debe ser como un derrumbe anímico sin precedentes. En estos casos, siempre me vienen al recuerdo, los poetas o la poesía, i como decía Machado:
La pena y la que no es pena
siempre es pena para mí
ayer penaba por verte
y ahora peno porque te vi
Tengo una pena, una pena
que casi puedo decir
que yo no tengo una pena,
la pena me tiene a mí
Me conduelo junto a María de Queipo i su familia, porque conozco de sus sentimientos i de sus amores de madre que superan, todo lo grato o hermoso de la vida. Cuando se tiene un dolor o una pena de esta magnitud, solamente en palabras, es la poesía la que puede llegar hasta el fondo del alma, como “esa cosa liviana, alada y sagrada” como la llamaba Platón i repite Borges en Siete Noches, i de mi parte le envío a María mi pésame, en versos de Antonio Machado, presintiendo que meditará así:
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
Mas, tú María, eres creyente, afortunadamente, i dice la esperanza que si bien esperas, algún día la verás, mientras tus amigos que te queremos i apreciamos, solamente te podemos hacer llegar, nuestras palabras de aliento i profunda consideración. Eres revolucionaria i valiente.
robertojjm@hotmail.com