Síndrome de Sísifo

Camus en “El mito de Sísifo” plasmó su interpretación de la tragedia de este personaje mitológico, condenado por los dioses a empujar una roca hasta la cima de una montaña, la cual al caer por su propio peso a su posición inicial lo obligaba a repetir sin cesar el mismo esfuerzo, en la sentencia: “no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”. Esta reflexión del filósofo la traemos a colación, a propósito del llamado a la autocrítica y a la máxima eficiencia que hizo el Presidente Chávez, en esta nueva etapa del gobierno bolivariano.

Son múltiples los factores que condicionan las ineficiencias e ineficacias de un Estado, que aún conserva residuos de la dinámica cuartorepublicana, pendulante entre el burocratismo clientelar y la corrupción, con rutinas kafkianas y una gestión fragmentada, con baja capacidad de autorregulación y articulación para ser eficiente y mantener el rumbo estratégico.

La transformación de este Estado burgués pasa por dinamitar la estructura rígida de la administración pública, para abrirle paso a una organización flexible, gestionada por objetivos y por promover una mayor identificación y compromiso de los funcionarios con el proyecto país, haciendo de cada centro de trabajo una escuela forjadora de servidores públicos con conciencia social transformadora.

En un proceso revolucionario en el que se intenta crear una nueva institucionalidad basada en nuevos paradigmas y valores, es esencial lograr la acumulación de experiencias, sean estas buenas o malas, para no repetir errores ni duplicar esfuerzos ni desechar talentos. Para impulsar cambios radicales e inmunizarse contra el “Síndrome de Sísifo”, vale decir, para no partir de cero cada vez que se inicia la gestión de un nuevo funcionario al frente de un despacho y para evitar que éste, por razones grupales subalternas y sin evaluación previa, haga “caída y mesa limpia”, desestimando la memoria institucional para iniciar un nuevo ciclo entrópico. Esta práctica contrarrevolucionaria, carente de sentido común y político, conspira contra la máxima eficiencia que nos propone el líder de nuestra revolución. Ya es tiempo de rectificar.

gamarquez2@yahoo.com


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Gustavo Márquez Marín

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

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