El Centro Comercial San Ignacio es una postal navideña.Y cuando Cinthya Machado Zuloaga llega al cafetín, es como si llegara el Niño Jesús con el regalo que has esperado toda la vida. El mesonero la ve llegar y no aguanta: “Feliz Navidad, mi reina hermosa. Desde que usted está viniendo a este cafetín, para mi la navidad es todo el año, mi reina, porque verla a usted es el mejor regalo que le pueden dar a uno en vida”.
Ella toma asiento. Y dice: “Volvió la locura en la oposición. Mi padre tuvo que apagar todos sus celulares porque aquello era una fiesta. Desde el mismo momento, en que el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello –fíjate cómo te estoy dando la noticia– leyó la carta del presidente Hugo Chávez, allá, en la sesión de la Asamblea Nacional que se realizó en Maracay para celebrar el Día de la Aviación. En esa carta, el Presidente solicitaba permiso para viajar a Cuba y continuar el tratamiento producto del cáncer que le diagnosticaron el año pasado. Y comenzó la locura: ‘Te lo dije’. ‘Por eso no apareció durante estos días’. ‘Está listo’. ‘Se acabó’. ‘A Cuba llevan un muerto’.
‘A pensar en la transición’. ‘Yo creo que Enrique puede ser el hombre’. Te confieso que me avergüenza la gente que en nombre de salvar la democracia le dan vivas a la muerte”.
Dice esa última frase justo cuando el mesonero llega y la escucha: “Mi reina, no debe decir esa palabra, porque usted irradia vida”. Ella sonríe. El mesonero coloca allí su botellita de agua Evian y el café negro lo deja delante de mí sin perder tiempo en mirarme. Cinthya toma un poco de agua y vuelve al comentario: “Hay quienes estuvieron a punto de lanzar cohetes, parece que los aguantaron. Hubo quienes pedían el número de teléfono de Nelson Bocaranda, ‘porque seguro él está enterado’. Como si este señor fuera el médico de cabecera del Presidente. En fin, estamos dando una muestra más de lo que somos”.
La gente pasa cargada de regalos navideños y comentando que “no hay pasajes para ningún lado, habrá que quedarse sufriendo este gobierno en Caracas”. Cinthya los escucha y en voz baja sigue diciendo: “Sí, muchos por allí andan diciendo: ‘Viva la muerte, viva la muerte’”.
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