Tercera edad: ¿Se justifica que sus hijos e hijas abusen de ella?

Una vida lograda es un sueño de adolescente realizado en la edad madura. (Vigny, Alfred de) ??..El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza ( André Maurois)

Cuando tratamos con un conocido (a) o casi desconocido (a), no necesariamente debemos esperar lo mejor de él. Pudiese ser que la persona resulte con el tiempo un amigo o algo parecido. Pero también se podía caer un trato fugaz donde la reciprocidad, el respecto y la estima no serían los valores esenciales que predominen, no porque esto sea lo que nos agrade, sino porque no se han generado condiciones para pasar de un simple saludo o intercambio breve de palabras  a una amistad más duradera.

Cuando se trata de un amigo (a), o muy próximo a ser considerado (a) como tal, se debería esperar una satisfactoria confianza, reciprocidad, confidencialidad, solidaridad y otra práctica de valores que siembren confianza, armonía y apoyo entre las partes. Entre amigos (as), debería haber la mayor sinceridad para comunicarse la mayor parte de sus sentimientos y expectativas. El engaño, la triquiñuela, la picardías,  no se corresponden con este tipo de relaciones. Mientras mas se manifiesten expresiones de mutua ayuda (no necesariamente de tipo económico, o de complicidades malsanas), más cerca estaremos en presencia de sentir el calor de una mano tendida de un amigo (a). De un verdadero amigo (a) se debería esperar gestos de humildad, de fraterna sinceridad y comprensión. Cuando la amistad está fundada sólo en hechos y beneficios  materiales y egoístas, estamos en presencia de una falsa amistad?.

En el  caso de las relaciones familiares, hay una variedad de situaciones que ameritarían un tratado, dada la diversidad de situaciones que se suelen presentar, siendo las más comunes las que se dan entre las parejas, los hijos, los hermanos, los nietos, los sobrinos, los tíos, los abuelos, hasta llegar al grado de parientes próximos y lejanos. Dado a lo extenso y complejo que resultaría analizar cada una estas situaciones, por ahora, nos limitaremos al caso de los (as) hijos (as) con relación a sus padres:

  Para nosotros está claro que tanto los hijos como los padres son seres distintos, con personalidad e intereses propios, pero también esta diferenciación no autoriza al progenitor y ni al hijo (a) a tener una actuación totalmente separada o desvinculada, toda vez que hay raíces que llaman a  la comprensión, la solidaridad, la cooperación, el respeto mutuo y todo aquello que los acerque a sostener excelentes relaciones en beneficio de ambos seres, de la familia e inclusive de la sociedad en general.

En este orden de ideas, los padres y las madres deben colaborar desde la infancia con sus hijos, tanto en apoyo a sus carencias materiales como a reforzar sus valores espirituales, ya sean estos de orden religioso o científico. No está en discusión que los niños, adolescentes y recién salidos de la adolescencia, requieran del apoyo de sus padres y del Estado para avanzar en sus estudios. Esta ayuda mínima, no obvia para que a los hijos se les proteja y se les ayude toda la vida en el buen sentido de la palabra. Es así que siempre los hijos deberían esperar la mano solidaria de los padres, que los hagan crecer y desarrollarse en un mundo donde predomine la justicia, la igualdad y la paz. Cuando los padres abusando de su edad y su autoridad maltratan a sus hijos e hijas, estamos en presencia de una distorsión que amerita ser corregida voluntariamente o por la aplicación de las leyes. Padres y madres son seres humanos que tienen derechos y deberes insoslayables durante toda la vida, pero jerarquizando y ponderando  cada etapa de esta.   Los padres y madres deben enseñar a sus hijos a ser responsables, solidarios y enemigos del egoísmo. Hijos e hijas deben aprender a ganarse el afecto y el cariño de sus padres, no esperar todo de los mayores. El sentido de una reciprocidad bien entendida debería prevalecer en todas las relaciones humanas, comenzando por las que tienen lugar entre padres e hijos.

Del lado de los hijos  y las hijas, también hay derechos y deberes que cumplir y asumir. El respeto y la consideración hacia sus padres, es una condición inevitable para que haya convivencia en la familia. Cuando un hijo (a) abusa del padre o de la madre, bajo un criterio errado tal como  que estos son ignorantes, que ya están en  la tercera edad o se encuentran  enfermos, se está en presencia de una perversa formación que en la mayoría de los casos viene del medio ambiente que los rodea: cine mercantilista y de orientación criminal, publicidad comercial (radio, T.V. vallas etc) acompañada de mensajes subliminares que incitan al odio, a los placeres materiales, a la burla hacia las personas de la segunda o tercera edad (menos jóvenes, como suelo llamarlos) y otros esteriotipos   propios de la perversidad promocionada por los medios de comunicación privados y hasta  legalizada, legitimada o  permitida por  CONATEL.

En el actual siglo que vivimos, la conducta humana parte de la sociedad, sigue con la escuela y termina en el hogar. Ya pasaron aquellos tiempos donde la familia era la principal responsable de la conducta de la gente. Ahora, el ambiente de la calle y del espectáculo, comenzando por los medios de comunicación son los que más le hablan y le muestran a la gente los modelos más dañinos para su mente y actuación. Esto no quiere decir que no haya medios de comunicación que actúan con relativa honestidad, pero a  parte que son pocos, lamentablemente llegan con grandes limitaciones a las mayorías nacionales e internacionales.

Cuando los hijos se acostumbran a sólo poner la mano hacia arriba para recibir todo de sus padres, cuando ni siquiera toman una escoba para barrer su propio dormitorio, cuando les pesa ayudar a su madre a traer el mercado del abasto, cuando sólo tienen tiempo para ir al liceo o la universidad, pero se resisten a colaborar con sus padres, cuando les cuesta acompañar al padre o a la madre al servicio médico, mientras, argumentan que no disponen de tiempo porque deben cumplir con sus relaciones sociales y culturales (fiestas, juegos, deportes, playas o montañas), en fin cuando los hijos e hijas actúan de espaldas a la familia, definitivamente están destruyéndose a   sí mismos, pues más temprano que tarde les llegará el día para comprender que también los padres y los abuelos requieren el cariño, comprensión y colaboración de sus descendientes y que además si sabe administrar el tiempo, este puede alcanzar y hasta sobrar, como desborda el agua del mar.

Es muy importante que los jóvenes y adultos internalicemos, que en la medida que los seres humanos adquieren mayor edad y experiencia, más grande es el dominio que tienen sobre muchas cosas de la vida, y que intentar de subestimar a los padres y abuelos en sus conocimientos, habilidades y destrezas, no generalmente trae buenos frutos, sino por el contrario colabora a destruir a la familia. Salvo cuando los ascendientes resultan ser personas inmorales, irrespetuosas, criminales o algo parecido, sería una condición que permitiría a los hijos y nietos a estar muy por encima moral e intelectualmente (no necesariamente de tipo académico) de sus progenitores.

Tampoco parece muy feliz esperar que  los hijos e hijas maduren cuando hayan cumplido 40 o más años de edad, toda vez que posiblemente, en ese tiempo ya sus ascendientes habrán fallecido o estarán muy cerca de la tumba. Lo ideal sería que la familia creciera en armonía,  con inteligencia y sana paz.

   Sobre la base de lo supra comentado, podemos concluir preliminarmente:

  • En las Relaciones humanas, ya sean entre familiares y no familiares, se hace necesario que los relacionados se generen confianza mutuamente. Asípor ejemplo entre amigos, todos deben  demostrar probidad y respecto hacia el otro ser con quien interactúan. En el caso de los padres, estos deben cumplir su palabra empeñada con sus hijos o nietos, pero también estos últimos deben responder por sus actos y cumplir con lo que se haya  comprometido, en síntesis, con trato justo y equitativo entre las partes.
  • Que los adultos reconozcan las necesidades propias  de los niños, adolescentes y jóvenes es un elemento primordial para el progreso y bienestar en  estas edades, pero también es indispensable que los más jóvenes entiendan que  la tercera edad, generalmente está cargada de enfermedades, dietas, reposos obligatorios y otras debilidades que requieren de la solidaridad de sus descendientes.
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  • Los seres relacionados, familiares o no, deben enterarse de las leyes que rigen el comportamiento y protección en cada de las tapas de la vida. Al menos, deberían ser conocidas  las principales normas contempladas en leyes tales  como la Ley Orgánica de Protección a los niños, niñas y adolescentes,  la Ley de protección social al Adulto Mayor y la Ley para las Personas con Discapacidad. 
  • Para una mejor relación familiar, tanto el padre como la madre, deben actuar de mutuo acuerdo, evitando caer en enfrentamientos en presencia de sus hijos, nietos o demás protegidos por la pareja. La desidia e intrigas son inútiles además de perjudiciales entre parejas, sobre todo si se trata de conducir u orientar por buen camino a sus descendientes.Evitar desautorizar al padre o la madre ante los hijos es muy buena vía de solución.
  • La sobre protección que en el algunos casos, uno o los dos integrantes de la pareja hacen a uno o más hijos, es tan dañina como el descuido que se tenga de estos. El apoyo a la flojera, la desidia, la negligencia, la falta de colaboración y atención hacia sus ascendientes,  no debe ser la brújula que oriente las relaciones familiares.
  • Valorar tanto el trabajo intelectual como el físico que desarrollan los integrantes de la familia y la comunidad es ser consciente que en la unión estála fuerza que impulsaráa la sociedad hacia el progreso y su total transformación vía al socialismo. Estamos claros que se debe ayudar a los jóvenes, pero estos también deben estar conscientes de su papel como seres humanos.

En síntesis, las relaciones humanas en una sociedad que intente ir por la senda del socialismo, debe preparar  a la familia, a la juventud, a la  tercera edad, a la comunidad y sus diversos centros de dirección por una ruta donde todos sus integrantes entiendan e internalicen el estudio, la investigación, el trabajo y la sana diversión, como una necesidad vital, y donde respetando la diversidad de pensamiento generacional, se coincida al menos, con los principales valores del socialismo: trabajo, estudio, justicia, igualdad, solidaridad, equidad en la distribución de la riqueza y paz universal. Cerremos entonces estos comentarios, por el título por donde comenzamos, recordando este popular y anónimo mensaje:Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel sino cuando se arrugan sus sueños y sus esperanzas?. 

yovic01@gmail.com



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Yolí José Núñez O.


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