Un hombre justo

Un ser humano, que más que un hombre bueno, es un hombre justo.

Un hombre amante de la paz y de las viejas cartas de libertad que nos sonríen desde el horizonte azul y sus amaneceres.

Un guerrero de Dios aquí en la Tierra. Capaz de amar desde lo más profundo de su corazón de soldado, hasta a sus propios adversarios.

Todo un caballero. Su filamento humano está por encima de toda guerra, de toda injusticia. Un Comandante que supo convertir las balas en aromáticas flores sobre las desérticas arenas del combate.

Un hombre que después de aquel “por ahora” cambió para siempre las reglas del juego, que para ese momento tan solo favorecían a las minorías, y a la ignominia.

Un hombre orgulloso de ser campesino de pura cepa, humilde como él mismo; que después de un alto en uno de esos recorridos le dice a la campechana Remigia: “Chica, dame café, y méteme tres empanadas de cazón en una marusa para comérmelas por el camino”.

Un estadista de estadistas, que tuvo la clara percepción de una Revolución pacífica. (Ojo, una Revolución pacífica, pero sin descuidar la guardia).

Un hombre que le dio de regalo a su amado pueblo una Revolución atípica, cuya receta debe tener como ingrediente para el punto exacto la unidad en el liderazgo compartido, donde la sinergia juegue un papel de vital importancia, avalada en aquel famoso teorema matemático, que aplicado arroja el milagroso resultado de: dos más dos es igual a cinco.

En una oración de fe se ha convertido el llanto derramado de un pueblo consternado por su líder en convalecencia; lágrimas que de alguna manera humedece y suaviza el duro y árido terreno, donde este valiente hombre libra cuerpo a cuerpo una tenaz lucha contra una enfermedad maligna, que nos tomó por sorpresa a propios, y a extraños.

Ese hombre bueno, justo y desprendido responde al nombre de Hugo Rafael Chávez Frías, presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

El Comandante dijo: “¡Tenemos Patria, que no se equivoquen!”. Palabras sabias y contundentes, que deben resonar por siempre, como una clara advertencia en los oídos de aquellos que desprecian con odio la libertad del pueblo.


San Joaquín estado Carabobo

julio.cesar.carrillo@hotmail.com



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Julio César Carrillo


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