Esperando a Godot o de la Política de la absurda

El señor Godot me ha dicho
que les diga que no vendrá esta noche, sino
que seguramente mañana.

S. Beckett “Esperando a Godot”

El Teatro del Absurdo es una corriente dramatúrgica de la primera mitad del S.XX con un importante influjo de la filosofía existencialista, cuestiona a la sociedad y al hombre valiéndose en muchos casos del humor y mostrando la incoherencia, el disparate, lo ilógico de las situaciones en las que el hombre se ve envuelto.

La política nacional en los últimos 20 años pareciera dotada de personajes salidos de la pluma de Beckett. Hemos estado a la espera de un cambio que transforme positivamente nuestra dinámica social. Muchos pensaron que el actual presidente Hugo Chávez representaba ese cambio; lamentablemente pareciera sin más explicaciones que las que un Godot moderno pudiese dar -ninguna- el cambio o llegada del hombre ejemplar dista mucho de ser una realidad. Año tras año las esperanzas se han cifrado en distintos planes, consignas lanzadas desde un podio que no terminan de tornarse en realidades… rectificación, crítica, RR, Eficiencia o Nada… pero, nuevamente como la historia frente a Godot, quedamos a la espera. Y los planes que sí respondían a solucionar dramas estructurales del país, como aquéllos iniciados por la llamada COPRE (Comisión para la Reforma del Estado) fueron dejados de lado… las ideas de asumir retos de transformación de nuestro Estado, de la forma de elaborar políticas públicas y de manejar nuestro modelo económico fueron desplazados por la promesa de la llegada de Godot. Sin saber qué es, qué quiere, qué hará o si realmente vale la pena esperarle. El drama de los dos personajes de Beckett, Vladimir y Estragón, se multiplica por 15 millones para abrazar a una nación como Venezuela.

La obra de Samuel Beckett culmina de forma muy interesante “Mañana nos ahorcaremos. A no ser que venga Godot” (dice Vladimir) a lo que Estragón responde: “¿Y si viene?”, “Estaremos salvados” -responde Vladimir. ¿Qué se espera de Godot? Nunca lo sabremos. Nuestra existencia pareciera rondar en torno a hombres inexistentes que hablan más de nuestras carencias y absurdos, que de nuestras posibilidades; en ese sentido se zanja el destino suicida de una sociedad que advierte sus carencias y se postra en la espera de unos Godot indolentes. La “salvación” es la inacción conforme del hombre abúlico que espera un cambio no procurado. Hombre víctima y victimario de su destino.

Para muestra, desde este lado, esperamos desde el 4F de 1992, el cambio de fondo que aún no viene…

Por cierto… ¿Dónde está el Godot caribeño y por qué no termina de llegar? Quizás el tema es que, como la obra de Beckett, no sabemos qué esperamos de él…

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Nancy Arellano


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