Hace algunos días Aporrea me publicó un artículo titulado, “Venezuela no es uno de los países con la más alta tasa de criminalidad del mundo.” Este creó algunas molestias e indignaciones por parte de algunos lectores.
Aunque sea un tema muy relativo y subjetivo, la intención del artículo fue de demostrar que es falso de que Venezuela sea uno de los países con la más alta tasa de criminalidad del mundo. Como lo dije en el artículo, no es posible obtener cifras o datos precisos sobre este tema a causa de que hay tantas maneras de entender y analizar los datos, los tipos de crímenes, etc., pero sí se puede tener una idea general, o por lo menos lo suficiente para decir que Venezuela no es uno de los países con la más alta tasa de criminalidad del mundo. Pero, esto dicho, no significa que el tema de la criminalidad en Venezuela no es importante. Sí los es, pero hay que poner las cosas en perspectiva también, creo yo.
Primeramente, no existe un concepto global de lo que es el crimen, es decir, lo que pudiera ser considerado un crimen en algún lugar y en alguna circunstancia, pudiera no ser considerado un crimen bajo otra circunstancia o en otro lugar. Por ejemplo, que un soldado estadounidense asesine a un soldado “enemigo” iraquí en Iraq, o que torture a un supuesto enemigo en Guantanamo, no es considerado como un crimen bajo las leyes de EEUU, pero si ese mismo soldado asesina a alguien en suelo estadounidense es considerado un crimen, y va preso.
Segundo, la importancia del delito cometido es relativo, es decir, se le da cierta importancia dependiendo, generalmente, del los tiempos en los cuales se vive, y de la cultura en la cual se vive. Por ejemplo, 1) En algunas épocas se castigaba a mujeres por ser “brujas” quemándolas vivas. En aquel tiempo no era considerado un crimen quemarlas viva, pero hoy sí lo es. 2) La esclavitud de los africanos fue en algún momento no considerado un crimen. 3) Hasta hace poco, en algunas sociedades “desarrolladas, “el acto de secuestrar y torturar a niños Indígenas para integrarlos a la sociedad blanca, no era considerado un crimen
Tercero, hay que considerar los diferentes puntos de vista en esta materia. Para mí, por ejemplo, el crimen más grave es la tortura, seguido por la violación (lo cual es una forma de tortura), seguido por el asesinato y daño físico en contra de inocentes, en cualquier lugar, y aun durante invasiones armadas, seguido por la esclavitud y la explotación del ser humano, y después vienen los otros crímenes, como el robo por ejemplo, y cerca del final de la lista se encuentra el asesinato intencional. La razón que el asesinato intencional está cerca del final de mi lista es porque primero, el asesinato intencional siempre tiene su razón, y segundo, el muerto no siente nada, mientras que alguien que ha sufrido una violación por ejemplo, tiene que seguir viviendo con un trauma severo el resto de su vida. Aquí no estoy hablando del asesinato gratuito, estoy hablando del asesinato premeditado con carácter personal, como por ejemplo el asesinato de un miembro de alguna banda armada de delincuentes por parte de un integrante de otra banda armada. También considero que ciertos actos cometidos por parte de algunas empresas transnacionales y sus dueños, y por ciertos gobiernos, por ejemplo el uso de pesticidas y químicos en las operaciones de Plan Colombia, son crímenes, pero casi nunca se les castiga, y hay gente y gobiernos que no los consideran actos criminales.
Ahora, mi punto de vista sobre el crimen se basa en cuatro cosas, 1) El hecho de que viví en la calle con criminales, y en algunos de los barrios más desposeídos en los años 1970, 2) El hecho de que viví la primera guerra del golfo y vi personalmente el nivel de sufrimiento extremo, la desesperación humana, y la grandísima maldad cometida durante esa invasión gringa, 3) El hecho de que trabajé con los líderes Indígenas Cree (de James Bay East) que fueron secuestrados, torturados, y violados por orden del gobierno de Canadá y la iglesia cristiana cuando eran niños 4) El hecho de que trabajé como investigador corporativo durante 25 años, lo que me permitió ver cómo funcionan las cosas detrás de las cortinas capitalistas explotadoras y criminales. Lo que quiero decir aquí es que, por ejemplo, si alguien me atraca para robarme el celular, a mi no me afecta negativamente, no me molesta, y la importancia de este tipo de crimen, para mí, es de muy baja importancia, porque he visto muchos otros crímenes de muchísima más importancia, con efectos negativos devastadores para los afectados.
Ahora, si hablamos de la criminalidad como tal, una cosa es casi seguro, el nivel de criminalidad al nivel mundial ha incrementado durante las últimas décadas. Venezuela no está sola en este aspecto, es un fenómeno casi mundial, y tiene que haber alguna explicación, alguna razón, la criminalidad no surge de la nada. De lo que yo veo, existen dos razones fundamentales por este incremento en la criminalidad: 1) El sistema penitenciario tradicional, el cual aquí en Venezuela y en muchos países fue copiado de los países “civilizados” 2) La cultura de la violencia, la cual también fue copiada de los países “desarrollados,” y particularmente de los Estados Unidos.
Sobre el sistema penitenciario tradicional: Cualquier persona que ha pasado tiempo en una cárcel del sistema carcelario tradicional, o que ha vivido en las calles con criminales, sabe que cuando el delincuente sale de la cárcel, generalmente sale peor, más envenenado, más “peligroso.” La cárcel tradicional es donde se perfecciona la delincuencia, pero hoy, gracias a Iris Varela, nuestra ministra para las cárceles, se está haciendo un gran esfuerzo para tratar de cambiar el sistema carcelario para asegurar lo más posible que los presos no salgan peor a la calle.
Con respecto a la cultura de la violencia: hoy tenemos la Gran Misión en Toda Vida Venezuela, algo necesario y a tiempo, para tratar de combatir es cultura de la violencia importada a través de la televisión, las películas, las comiquitas, y los juegos de video violentos. Si uno observa con cuidado las comiquitas importadas, estas están repletas de violencia, mentiras, y delincuencia en general, es decir, están llenas de antivalores que siembran en nuestros niños la maldad y la enfermedad de la violencia. ¿Qué hay de tan cómico o gracioso en una comiquita de Walt Disney donde un perro la cae a batazos a un gato?
También hay otra cosa que creo que hay que considerar de manera muy seria, y esto es el hecho de que los medios de comunicación de la oposición utilizan, con fines políticos, la violencia, sembrando intencionalmente el miedo dentro de buena parte de nuestra sociedad al repetir sin cesar que en Venezuela hay una alta tasa de criminalidad y de asesinatos. Es verdad que existe un alto nivel de crimen en Venezuela, pero tampoco es algo extremo en el sentido de que todos deberíamos andar asustados y paranoicos. Hay que poner las cosas en una perspectiva lógica y real. Las altas cifras de crímenes y delincuencia, en cualquier parte del mundo, y no solamente aquí en Venezuela, tienen su razón de ser, y esta razón tiene que ver con la cultura de la violencia, no tiene que ver con que no existan suficientes cárceles o porque no se aplican las suficientes leyes. Creo que es importante recordar que la gran mayoría de los seres humanos, aun entre los delincuentes, no son por naturaleza malos y malintencionados, están enfermos, enfermados por esa cultura gringa del capitalismo salvaje y la violencia. En general, los delincuentes no nacen, se crean.
¿A cuántos de nosotros no se nos sube la adrenalina al mirar una película de violencia?
La verdad, creo yo, es que estamos casi todos hasta cierto punto enfermos de la mente y del alma. ¿Por qué seguimos viendo, como adictos, películas de violencia? ¿Cuántos no hemos dejado que nuestros niños jueguen juegos de video violentos, o que jueguen al vaquero y el indio, o que vean las comiquitas gringas?
¿Y después nos quejamos que en Venezuela hay una alta tasa de criminalidad?
¿De quién es la culpa?
En general, al delincuente lo hemos criado y creado a través de nuestra indiferencia y adicción a la violencia. Hasta que no eliminemos de nuestras vidas la cultura de la violencia, siempre aumentará el nivel de criminalidad. Miren el ejemplo de Estados Unidos y otros países dichos “desarrollados,” donde incrementan a diario el número de cárceles. Eso no tiene sentido, la gran mayoría de los delincuentes son persona como uno, sensibles, humanos, solo que los abandonamos, los despreciamos, los vemos como amenazas, cuando son simplemente (la mayoría, no todos) personas que necesitan atención y apoyo.
¿Por qué es que le tenemos miedo al malandro del callejón que nos quiere robar el celular, pero no le tememos al banquero ladrón o al estafador que nos roba todo nuestro dinero? Si al banquero ladrón o el funcionario corrupto no se le castiga, ¿entonces como se puede esperar que el joven pobre y desposeído no robe un celular?
Ahora, en lo que va de comparar el nivel de criminalidad entre Venezuela y otros países, repito, Venezuela no es uno de los países con la más alta tasa de criminalidad del mundo, no importa que método de cálculo se utilice para hacer la comparación. Pero este hecho, y lo repito de nuevo, no significa que la criminalidad en Venezuela no tiene importancia, claro que sí la tiene, y es un problema significativo, pero en parte tiene, como lo dije anteriormente, su origen en el amarillismo de los medios de comunicación de la oposición venezolana – lo más que se repite algo, los más verdadero que se convierte en nuestras mentes, y si no cambiamos esto, siempre aumentará el nivel de la percepción de la violencia y la criminalidad, y es esta percepción que se convierte en una enfermedad muy dañina para nuestra sociedad, o para cualquier sociedad.
Hay lectores que me han acusado de no darle suficiente importancia al tema de la delincuencia en Venezuela, o de manipular los datos con la intención de disminuir la importancia de la delincuencia, pero, quiero aclarar, que así como lo ha estado diciendo Nicolás Maduro, desde mi punto de vista, no se trata de combatir la delincuencia como tal, se trata de combatir la cultura de la violencia, la cual es la principal causa de la delincuencia.
En otras palabras, lo que quiero decir aquí, es que no es construyendo más cárceles y aplicando más leyes que se va a reducir la delincuencia, hay que eliminar la cultura de la violencia. Me dio mucho gusto escuchar a nuestro camarada Nicolás hablar sobre este tema porque hablaba desde el corazón, es decir, no hablaba del delincuente como si fuera una basura humana y que hay que eliminarlo de la sociedad, sino que hablaba con la tristeza de ver a un amigo o familiar enfermo de esa cultura de la violencia, la cual nosotros mismo hemos hasta hoy permitido que siga existiendo.
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