¿Puede una contrarrevolución ser pacífica?

Al fin el gobierno asume el nombre correcto que le corresponde a la acción política que realiza la oposición liderizada hasta ahora por Henrique Capriles Radonski. No bastaba hablar de golpismo, ultraderecha, oposicionismo, burguesía, conspiración. Dicen los clásicos y el pueblo que a las cosas hay que llamarlas por su nombre para poder enfrentarlas. Es como los diagnósticos de los médicos, hasta que no se da pie con bola en saber exactamente qué tienes, no hay cura posible.

Hace tiempo comenté en mis artículos y con mis pares, sobre la necesidad de hablar de contrarrevolución, de caracterizarla y alertar sobre sus amenazas y peligros. Ella engloba todos los calificativos anteriores y además nos indica su objetivo. Una contrarrevolución se vale de todo. Busca a todos, se apoya en todo. Arremete contra todo. Porque su meta es acabar con lo que se ha hecho, detener abruptamente lo que una revolución ha avanzado, reestablecer lo que ella a deshecho. De allí que una contrarrevolución es por definición violenta.

En estos días hablaba con una compatriota y me sorprendí cuando ella atisbaba la posibilidad de que ocurriera otro 11 de abril con su respectivo 13 en el contexto histórico actual que vivimos. Es decir que si llegaran a arrebatarnos el poder nosotros volveríamos con mayor fuerza. Le dije, que aunque todavía aceptaba esta consigna, no lo creía porque esta vez vendrían ellos con mucha más violencia. En cambio estoy de acuerdo con el análisis del profesor Vladimir Acosta en su más reciente audio publicado en Aporrea, que dice que la coyuntura actual es muy diferente a ese histórico abril ó al paro petrolero. Y que ahora hay nuevos y graves peligros.

La historia de la humanidad nos muestra que a medida que la revolución es más profunda, más virulenta es la contrarrevolución. Y aunque muchos revolucionarios subestiman nuestro proceso llamándolo reformista, la contrarrevolución, que si sabe lo que hemos logrado, ya tiene todo perfectamente calculado de cómo desmantelar el estado participativo y protagónico que hemos construido, cómo desmontar todo el aparato productivo público. Cómo neutralizar y aislar a los factores revolucionarios.

Recientemente pude ver repitiéndose en diferentes programas de Globovisión la matriz de opinión de que los Consejos Comunales no tienen sentido, que el gobierno los obliga a negociar con empresas de maletín, que todas las empresas agrícolas expropiadas no están funcionando, que las empresas del estado están en el suelo. Si ante estas matrices, que no son nuevas, pero se afincan, la política comunicacional del MINCI se queda corta, no da respuesta masiva a través de reportajes, documentales, noticias, a través del Sistema Bolivariano de Información y Comunicación, el veneno va corriendo sin antídoto.

Una contrarrevolución fue la que hubo en 1930 cuando las oligarquías colombianas y venezolanas dividieron la Gran Colombia. O la que firmó Rómulo Betancourt en el pacto de Punto Fijo para frenar la revolución que se había desatado el 23 de enero luego del derrocamiento de Pérez Jímenez. Ni hablar de aquella bonapartista que quiso reestablecer la monarquía a su manera en Francia. Y qué decir de la matanza de estudiantes de Tatelolco en México o del asesinato de Gaitán. Algunas veces la cara de las contrarrevoluciones se muestra claramente como fue en el caso de Pinochet en Chile. También ha habido contrarrevoluciones de izquierda, como hizo Pol Pot en Camboya, en el sudeste asiático en el siglo pasado.

E.E.U.U. es experto en ellas. Tiene varios PhD. Dígame en la pequeña isla de Grenada, puso a pelear a su Primer Ministro Maurice Bishop, hombre progresista, con su Viceprimer Ministro Bernard Coard, llevando al Bishop a ser asesinado y con la excusa de que Cuba estaba construyendo un aeropuerto para la extinta Unión Soviética, la invadió en la década de los 80. La Casa Blanca y el Pentágono siempre han sido muy creativos para inventar todo tipo de artificios y justificar sus contrarrevoluciones.

En El Salvador, hizo lo mismo entre el legendario guerrillero Cayetano Carpio del FMLN con la más joven Comandante Ana María. Allí también hubo derramamiento de sangre. Bueno, este incidente fue muy importante para la desmoralización del movimiento guerrillero salvadoreño, además de todos los miles de asesinatos perpetrados por los escuadrones de la muerte, brazo armado de la contrarrevolución en Centro América.

Como aquí la oposición no tiene ejército, ni pueblo llano, recurre a los paramilitares colombianos y al apoyo del gobierno de Santos. Ya no basta Obama. Y pone a su disposición toda la red de emisoras y canales privados, revistas, periódicos, redes sociales, y subestimando la racionalidad y sentido común de nuestro pueblo, dicen todo tipo de barbaridades, negando y distorsionando cuanta información les llega, inventando y aseverando sin ningún tipo de pudor como lo hizo Jurate Rosales, editora de la Revista Zeta, en el programa de Penzini Fleury (hijo) hoy, que aquí lo que hay que hacer es arrasar con todo lo que se ha hecho en estos 14 años y empezar desde cero.

Tenemos derecho a sostener nuestra Revolución, ratificada más de 18 veces.


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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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