Lo voy a complacer, no por el simple hecho de provocar la expectativa y ser leído, sino porque es necesario reconocer los errores. Por cierto, el error a veces hay que amplificarlo para poderlo ver, o acumularlo para que sea suficientemente grande como para sobrepasar al valor correcto y causar el cambio, o medir su impacto instantáneo para anticiparse a lo que pudiera ocurrir. Los errores solo se pueden reconocer de manera retrospectiva y corregirse en el futuro, en otras palabras, no se puede decir “estas cometiendo un error”, ya que no existe el error sino hasta después de cometerlo. Lo mismo se puede aplicar al acierto. Simple teoría de control.
Si los habitantes de Venezuela pueden equipar el vehiculo con 40 litros de gasolina por tres bolívares, es decir 5 centésimas de dólar, estamos hablando de una inversión de cinco diezmilésimas del salario normal mensual del 50 % de la población económicamente activa es decir…¿nada?, entonces, el precio de la gasolina es un error, así de sencillo.
Desde 1989 la gasolina mantiene un precio irrisorio, risible. Lamento que mi comandante Chávez y su gobierno no pudieran zafarse del estigma que significó la culpabilización del aumento del precio de la gasolina como “detonante” de los sucesos de febrero y marzo de 1989. Para mi concepto, las causas de aquel estallido social son las mismas que hoy han destruido el salario de los burócratas de este país (población económicamente activa y con empleo formal dependiente del estado), las causas: la falta de patriotismo y la insensatez para alcanzar riqueza, y la transculturización.
La petición del colega y amigo profesor universitario, al que intento de complacer, fue hecha en el marco del descontento por el miserable salario de la comunidad universitaria, manifiesta en un paro de actividades académicas por parte de los profesores universitarios, paro laboral que he comparado con un carro que se detuvo por falta de combustible más que por una orden o convocatoria de la FAPUV. En este sentido, mi crítica al gobierno revolucionario esta en que la simplicidad de que los maestros, los médicos, los policías, los militares (que ganan poco en razón de lo que significa serlo), los profesores y los trabajadores universitarios somos quienes hemos pagado el subsidio al precio de la gasolina. He hay el detalle, el error que hay que corregir. Para nada es descabellado incrementar el precio de la gasolina en 200% (pagaríamos 10 BsF. por 40 litros, y sigue siendo nada) y con esta reducción del subsidio cubrir el aumento de salario.
También ha sido un error importante del gobierno bolivariano la suposición de que el profesor universitario no trabaja, o que su trabajo es tan holgado que se la pasa matando tigres. Ojo esta visión es generalizada, no solo del gobierno sino de casi toda la sociedad venezolana. Una demostración de lo que digo es el programa llamado PPI y hoy convertido en PEI, algo así como buscar que el profesor se dedique a matar los tigres míos (los del gobierno) y abandone los otros.
Nunca he estado de acuerdo con estar buscando papeles para demostrar que hice la tarea o el trabajo. Esto es comparable con el “marcar tarjeta”, cualquiera puede llegar temprano y marcar, y hasta salir después de la hora y marcar, pero ¿hizo el trabajo eficientemente?. El papel lo aguanta todo reza en dicho popular. Lo que se debe hacer es revisar cuantas asignaturas dicta o esta capacitado para dictar, cuantas clases y horas de clase dictó, que instrumentos de apoyo didáctico produjo, cuantos estudiantes atendió y con que calidad.
Necesario es reconocer que el trabajo principal del profesor universitario es la docencia y luego lo demás. La buena docencia esta la única forma de garantizar calidad científica y humana en la formación del nuevo republicano.
La extensión y la investigación peden tratarse de manera diferenciada a la docencia, sin que esto signifique que el mismo individuo sea el que haga o no la trilogía docencia-investigación-extensión. Creo que ha sido un error por omisión no valorar el trabajo docente y tratar de promover una investigación sin recursos y, lo que es mas grave, sin orientación o rectoría. En otras palabras, el salario del profesor debe valorarse primordialmente por su rol docente, por lo que sabe y por el conocimiento que difunde o puede difindir antes que por el conocimiento que pudiera generar en un instante dado.
Otro error, directo y grave del gobierno bolivariano ha sido la demora en la generación de la nueva ley de universidades. Lamentablemente aquel proyecto de ley de universidades, no promulgado, fue un error conceptual. Desnudó la poca o escasa visión de lo que es la universidad y, peor aun, lo que debe ser la universidad por parte de muchos diputados (algunos profesores universitarios). El romanticismo privó sobre la lógica. En este sentido también se vio afectado el salario del profesor universitario en el hecho de que el fracaso del nuevo proyecto de ley oxigenó la retrógrada ley de 1970, el desbalanceado CNU, y la todopoderosa OPSU. Elementos que impiden la tan anhelada transformación de la universidad, transformación que debe incluir mecanismos más eficientes de financiamiento.
Resumo mis reflexiones. Nuestro gobierno pudo haber atendido al salario del universitario bajo tres premisas: 1) hay dinero para cubrir los gastos y mecanismos sencillos para obtenerlo (la gasolina), 2) debe abandonar los perjuicios y reconocer al trabajo docente como prioridad, sin dejar de fomentar la investigación y extensión con políticas de acción directa y gerencial, es decir, no dejar a estos aspectos al libre albedrío de cada quien y 3) Profundizar la revolución bolivariana (por demás legalista) sin temor a la critica “intelectualoide” y bajar el debate al piso, donde esta el profesor de todos los días, en la provincia, en la universidades tecnológicas y politécnicas, dejando de lado el excesivo culto a la mediática UCV.
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