Columna con espinazo

Glosario atrinkado de la kkdemia

La kkfobia es un rechazo purista -prejuiciado- de la kkdemia… Dicen los kkdémicos que tantas kaes han enkkdo el idioma (por eso la K ha invadido la prensa escrita como rechazo a la kkfonía kktúa de la kkdemia). En textos venideros analizaremos con pertinencia semiótica los nuevos resabios gramaticales, defecto conocido como mulismo por tratarse de muletillas búrricas y aznares; simples palabras del castellano sometidas a un reiterado abuso indiscriminado. Dicho defecto obliga a revisar clásicos conceptos gramaticales, pues hay quienes piensan que Gramática es la ciencia que estudia las gramíneas (la grama, la hierba, el césped; no el trigo ni el arroz). Y para estudiar este síndrome lengûético típico de las empresas fabricantes de noticias, acudimos al método infalible: consultamos los vaivenes de la fabla popular y aplicamos la ecuación escritura diarista versus conversa fablistana… Así, rastreando la fabla popular descubrimos que la gran fábrica redactora de sucesos (conocida como industria noticial radiotvescrita) inventa vocablos de consumo inmediato, pues –al rodar el videotei– se convierten en moda, malsana novedad que atrapa por igual a ágrafos y kkdémicos, e incluso a algunos poetas de la ingeniería filosófica...

En el mega-escenario hispanoparlante e hispanoescribiente las palabrejas de moda suenan con implacable destemplanza. Nos referimos a vicios deslenguados deminados gargarismos que convierten la divina conversa en balbuceo clonado, y esto agrede al idioma pues atenta contra la libertad de expresión -porque esos vicios reflejan la oculta maniobra de un notorio “desconocimiento” del lenguaje para que la comunicación confunda… De hecho indagamos en el fondo más flaquito de la aristocracia kkdémica y descubrimos persistentes maneras -refinados amaneramientos- para adelgazar la comunicación y convertirla en ese linajudo palabrerío de pedigrí que como todo lo kanino ladra cuando se enreda (?). Obvio entonces que actores, actrices, personajes, políticos, locutores, moderadores, comediantes, preguntadores y animadores radiotelevisivos hayan incurrido también en la desproporción de utilizar vocablos dañinos para la libertad de expresión, pues al maltratar el lenguaje convierten la comunicación social en simple gargantería (este vocablo fue rechazado por la real eurokkdemia de la lengua que piensan que las agallas de Gargantúa son gárgaras o gargantillas).

En nuestra investigación descubrimos además que lo que más atenta contra la libertad de expresión es el pésimo salario que le pagan a los periodistas y el reducido espacio que se les da para decir sus verdades o mentiras. Lo insólito de lo peor es el makrodesconocimiento del idioma (esta frase se la oí a un radio-kkdémico aficionado a la ingeniería filosófica). Obvio entonces que la libertad de expresión esté amenazada por el aparato mediático… La radio, la TV y el diarismo escrito “kolokan” en el habla cotidiana verdaderas aburraciones idiomáticas (efecto nocivo de muy vieja data). Ah, y no quiero politizar el texto, pero se dice que Aznar –el franquista que sigue mandando en España– ha creado la aznada con zeta, y que a tan venerado gilipollas le debemos esa injuria lengûética, pues nunca hubo un español que maltratara tanto al castellano, al gallego, al valenciano, al andaluz y a los pobres vascos –incluso se dice que Bush llama Donki a Aznar porque el franquista se cree Bushrro… (en Venezuela, por cierto, Aznar ha sido maestro de CAP, Manuel Rosales, Maricori, Henry Capri y Fokofijo)... Claro, no somos expertos ni nada que la real kkademia europesetera admita como meritocracia grafoparlante. Sin embargo hemos acumulado muchos vocablos callejeros que escandalizan a la meritocracia, y tan aznales aburraciones atentan contra la sinonimia –por ejemplo, en la calle la gente dice hamburguesía para referirse a huelga de fiambre, y a los pejótikos les molesta que los llamen apátridas porque se creen patricios (?). Esta babelería me recuerda a “bichar”, el verbo más trillado en el siglo XX. Se utilizaba para todo, pues bichar se autoclonaba como verbo, sustantivo, adjetivo, adverbio, etc. Hoy se sigue bichando (abusando) de palabras como “talento” o “la parte” o “lo que es” o “lo importante” o “colocar” –pues el verbo poner desapareció de las colocancias (ponencias) y ni las gallinas ponen porque ahora los huevos se colocan, y ya los barcos no irán hacia el poniente sino hacia el colocante, y en el ocaso nadie disfrutará de una puesta sino de una colocada de sol. Así, por emulación acémila se usa una colección adverbial cuasi demente: evidentemente, supuestamente, sucesivamente, caprichosamente. En los medios radiotelevéticos de Mérida se abusa tanto del gargarismo definitivamente que la gente apoda a esos programas Definitivamente X, Definitivamente Y, Definitivamente Z. Y hay políticos merideños que confunden estupor con estupro, talento con talante, supuesto con presunto, Rajoy con Aznar, y jolgorio con arrechera.

Es que –dicen los chamos– en el habla todo A-K-S, o acontece, porque los ilustres kkofónicos de la kkdemia confunden álgido con cálido (siendo álgido lo gélido). ¿Y el tema? ¿Sabe el lector que tema es hoy día la palabra más usada en el mundo entero? Por cierto que, por extenderme en este tema, no quedó espacio para el glosario prometido. Lo publicaré muy pronto, cuando hablemos del nuevo idioma celuláreo que está causando balbuceo neuronal y mala ortografía oral. Hasta entonces...


* Escritor surmerideño.


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Amable Fernández

Escritor surmerideño.

 amablefernandezs@gmail.com

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