Si hay algo que nos dejó el Comandante Supremo fue su ejemplo, ejemplo de amor patrio, amor al pueblo, amor por la familia, valores humanista, valores morales, pero sobre todo humildad, es de allí donde yo me fortalezco y crezco ideológicamente ante las amenazas del capitalismo egoísta, antipatriota y corrupto que nos asecha.
Han pasado casi 8 meses de su partida física, 8 meses que parece una eternidad pero que a la vez parece que fuera ayer que lo vi y escuché por última vez, 10 meses de aquel 8 de diciembre del 2012, fecha que concidencialmente se celebró el Almuerzo Navideño en mi Agrupamiento de Milicia Costa Oriental del Lago “Cacique Nigale”, con mi coronel para ese entonces, hoy General de Brigada (Ej) Wilson Jabier Quintero Guillén, comandante del Agrupamiento, esa noche por última vez le escuché su potente voz, su aleccionador mensaje, su última orden política, revolucionaria, patriota, militar, orden que hoy más que nunca la mantengo en mi espíritu patriota, revolucionario, antimperialista, miliciano y chavista y que retumba en mis oídos y en mi ser.
Algunas de sus palabras de aquella noche fueron: “Bueno entonces no es mi estilo una cadena nacional un sábado por la noche, pero obligado por las circunstancias me dirijo a ustedes Pueblo Venezolano, nación venezolana, amigas y amigos todos, compatriotas todos y más allá a los amigos y amigas de otras latitudes. Como ustedes… como es bien sabido, como es bien sabido, pues nosotros hemos venido dando además de todas las batallas políticas, económicas, sociales, esta batalla histórica, esta batalla histórica que, bueno, que nos tocó, que nos ha tocado y gracias a Dios que nos tocó, a nosotros nos tocó retomar las banderas de Bolívar, las banderas desgarradas, nos tocó retomar las banderas mancilladas, la bandera patria ésta que aquí está, amarillo, azul y rojo y sus ocho estrellas ahora como mandó Bolívar desde Angostura, ocho estrellas y más allá las banderas del Pueblo, banderas mancilladas, desgarradas, pisoteadas durante, bueno, casi todo el siglo XIX después de la epopeya y durante casi todo el siglo XX y nos tocó a nosotros pues, terminando el siglo XX y comenzando el XXI, comenzó aquí una nueva era, me decía Fidel anteanoche despidiéndonos en La Habana “Bueno Chávez esa llamarada…” la llamarada se hizo, se hizo continente, la llamarada, el fuego sagrado. Fue como una resurrección lo que hemos visto, lo que hemos vivido. Aquí había un continente dormido, un pueblo dormido como muerto y llegó el Lázaro colectivo y se levantó, finales de los 80, los 90, los 90 terminando el siglo XX pues, se levantó aquí en Venezuela una Revolución, se levantó un pueblo y nos ha tocado a nosotros, algunos de nosotros, a muchos de nosotros mujeres, hombres, asumir responsabilidades, asumir papeles de vanguardia, asumir papeles de dirección, de liderazgo por distintas razones civiles, militares y hemos confluido pues, distintas corrientes terminando el siglo y comenzando este siglo… Venezuela ya hoy no es la misma de hace veinte años, de hace cuarenta años. No, no, no. Tenemos un pueblo, tenemos una Fuerza Armada, la unidad nacional. Si en algo debo insistir en este nuevo escenario, en esta nueva batalla, en este nuevo trance —diría un llanero por allá— bueno es en fortalecer la unidad nacional, la unidad de todas las fuerzas populares, la unidad de todas las fuerzas revolucionarias, la unidad de toda la Fuerza Armada, mis queridos soldados, camaradas, compañeros; la unidad del Ejército, mi Ejército, mi amado Ejército. El Ejército, la Marina, mí amada Marina. Digo porque los adversarios, los enemigos del país no descasan ni descansarán en la intriga, en trata de dividir, y sobre todo aprovechando circunstancias como estas, pues. Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta? Unidad, unidad y más unidad. ¡Esa debe ser nuestra divisa! Mi amada Fuerza Aérea, mi amada Guardia Nacional, mí amada Milicia. ¡La unidad, la unidad, la unidad!”… “Y sobre todo para asumir el nuevo período para el cual fui electo por ustedes, por la gran mayoría de ustedes, si algo ocurriera, repito, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo en esa situación debe concluir, como manda la Constitución, el período; sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que —en ese escenario que obligaría a convocar como manda la Constitución de nuevo a elecciones presidenciales— ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón.” Ejemplo de humildad.
El mensaje del Comandante Supremo, o sea mi comandante Hugo Chávez Frías, cayó como una semilla en un campo fértil en mi consciencia hace 21 años, desde aquel 4 de febrero de 1992 cuando asumió con valor e hidalguía la responsabilidad de la rebelión militar que él comandó junto con otros cuatros comandantes y predijo aquel sabio y visionario ¡Por ahora!, luego de ese ¡Por ahora! Han pasado unas cuantas batallas que él lideró, comandó y venció, la única que no pudo fue la de la muerte física lamentablemente, más no la de líder latinoamericano, la de Faro de la Revolución Bolivariana, hoy esa luz alumbra el camino del socialismo, del humanismo, del bolivarianismo patrio que él nos enseñó como un buen padre enseña a su hijo a caminar sin caer y de levantarse con más fe al tropezar y caer.
Moral y Luces dentro de la Milicia Bolivariana es la cuarta pata de la mesa, sin ella el espíritu del miliciano/a es débil, es fácil de derrotar, y es precisamente el ejemplo aleccionador del Comandante Supremo el que junto con el de Bolívar, Miranda, Robinson, Sucre y Zamora hacen que un miliciano/a sea invencible, ellos con su legado hacen que la formación ideológica, ética, patriota, revolucionaria y antiperialista se convierta en un escudo inexpugnable en las batallas diarias que tenemos que dar en los diferentes campos que el enemigo internacional y nacional asecha y ataca, en el campo político, mediático, internacional, nacional, social, es por eso que debemos cada día más conocer, analizar, practicar el legado del Comandante Supremo, es allí donde debemos demostrar que somos Chávez, demostrarlo en acción, no de boca.
El mensaje del Comandante Supremo está vivo, Chávez está vivo, la Patria está viva, la Revolución Bolivariana está viva, la Milicia Bolivariana está viva…
¡Chávez Vive, la Patria sigue!