¡Terrible, terrible, estrepitosamente terrible!

Comunistas sectarios y un pueblo corrompido

Respeto mucho a los comunistas, siempre los he admirado por su capacidad de estudio y constancia de ideas y acción. Creo que aferrarse a las doctrinas que convergen en el comunismo es una postura respetable, ya que están plagadas de valores y conductas loables, filantrópicas y filosóficas, independientemente de estar o no de acuerdo con ellas.

Hay demasiadas razones o causas que explican las dificultades para la promoción, aceptación y práctica del comunismo en muchos países, tantas como análisis puedan hacerse de casos particulares y generalizaciones. Aquí me voy a atrever a señalar dos.

La primera es la nucleación que genera el tipo de estudio necesario para entender postulados y procederes comunistas. La terminología, lo complicado, las variaciones y las circunstancias hacen que solo pueda haber discusión y entendimiento entre camaradas. Esta “nucleación” propicia una acentuada tendencia a excluir del debate a cualquier otra persona medianamente enterada o totalmente ignorante. Prueba de mi argumento es la estructura organizativa del partido, en células, cuadros y círculos. La naturaleza humana a la asociación entre iguales hace que el círculo se cierre y termina en el sectarismo.

Aunque suene duro, el sectarismo de los “camaradas”, cataliza la contra a la novedad, impidiendo aceptar que hay otras personas tan o mas capaces, o tal vez con mas ganas, o simplemente con mejor aceptación popular que muchos dirigentes de dilatada trayectoria de lucha social.

En resumidas cuentas, el sectarismo, además de apartar a los que no piensan igual, también aparta a la impoluta juventud, y por lógica aplastante termina envejeciendo a los cuadros políticos hasta llevarlos a la reducción, dejando un vacío a ser ocupado por nuevos partidos, sin ideología ni doctrina, simplemente voluntades de cambio sin saber cual es el cambio o que hay que cambiar. En definitiva, sin renovación de la gente jamás habrá construcción y consolidación comunista o socialista y la reversión se hace inminente.

La segunda razón que esgrimo para explicar las dificultades de aceptación del comunismo en sociedades como la nuestra es lo fácil y rápido que se puede corromper al pueblo.

Las “masas” y las “elites” son términos típicamente usados para el debate político, y por lo general se hace entender que las masas son el pueblo y las elites su opresor.

Tanto las elites como las masas son proclives a la corrupción. Los primeros por la proximidad al poder y flaqueza ante la tentación; los segundos, las masas, por la necesidad, la emulación, y hasta la moda.

El caso de la corruptibilidad de las elites (no todas son o serán corruptas) es caso perdido de analizar, ya que sería caer en discurso recurrente, pero sí es pertinente acotar que la corrupción de las elites ha hecho del comunismo y socialismo opciones atractivas. Por el contrario, la corruptibilidad de las masas es una de las vías para acabar con sistemas comunistas y socialistas en construcción.

Hoy nuestra patria esta atravesando una severa fiebre de “corruptela de las masas”, inducida o provocada por la generalización un negocio fácil: compro lo subsidiado por el Estado y lo revendo. ¿Qué compro? Gasolina, leche, harina, margarina, azúcar…etc, y…..dólares.

Desde que nuestro Chávez enfermo y hasta hoy, la facilidad y displicencia ha logrado lo más terrible de lo terrible, ha corrompido a todos...es decir al pueblo…Si al pueblo lo han corrompido.

Esta corruptela popular nos pudiera llevar a un escenario parecido a la Nicaragua sandinista de 1990, que perdió ante una coalición opositora donde estaban desde los somosistas derrocados hasta los ultraizquierdistas combatientes.

Cosa terrible, han corrompido al pueblo. Los bachaqueros son pueblo, los buhoneros revendedores son pueblo, los raspa cupos son pueblo, y hasta las bandas armadas de las barriadas son pueblo. Los han corrompido en nuestras narices y nosotros echándonos agua sucia entre nosotros.

Si quienes de vez en cuando nos atrevemos a escribir nos ponemos a exigir castigo a los corruptos (nada de muerte a los corruptos, ¡cuidadito!) entonces podríamos caer en el imaginario de ser jueces. Imagínese usted de juez, y en plena audiencia le traen esposado a un raspa-cupos o un bachaquero…Cuando usted señor juez levante la cabeza y vea al acusado, verá que viene esposada y entre dos policías su mamá, pudiera ser su hermano, o un amigo de otro amigo, pero vamos a ponerlo mas dramático, la acusada y capturada infraganti es su mamá…¿Qué haces?, ¿la perdonas o le metes 7 años de cárcel?. ¿Ven lo “terrible”?.

La corruptibilidad de las masas para destruir un sistema o régimen de gobierno es un método tan simple y efectivo porque nadie va a meter a su mamá presa, y preferirá pisar el “boton de reset”.

Echarle la culpa a los demás es tan humano que el mismo Jesucristo se expuso ante el juicio de Pilatos, y Pilatos eludió la responsabilidad dejando la decisión al pueblo. Quienes provocaron la traición y la crisis no dejaron oportunidad para explicar al pueblo la presencia del Mesías; y mostrándole por minutos a un hombre encadenado, azotado y humillado, en referéndum, estimularon la preferencia de tener harina pan, leche, papel tualé y dólares antes que patria. ¿ven lo “estrepitosamente terrible”?.

Entiendo que la autocrítica y la realimentación es necesaria y debe hacerse, pero con cuidado y sin desmoronar la moral revolucionaria.

Humildemente recomiendo a los camaradas, y en especial los del PCV, que cuando dirijan sus escritos hacia el pueblo, es decir publiquen artículos de prensa, eviten criticar al presidente Nicolás Maduro.

Eso de exigirle al presidente Maduro que arremeta contra ese pueblo corrompido simplemente es entregar el poder político. OJO, con esto no estoy avalando tales conductas, al contrario las reprocho, pero la verdad duele y esa es la verdad.

Matemáticamente los venezolanos somos un conjunto finito, el 51% está con la revolución y el 49% en contra. No hay más elementos y no se pueden importar. Así que si nosotros no podemos captar gente de la oposición para que se venga con nosotros, y demostrado está que es muy difícil, entonces tampoco podemos darnos el lujo de reducir nuestro 51%. ¿Que nos queda?... regenerar a los nuestros, a los miles de bachaqueros, de buhoneros revendedores y raspacupos chavistas.

Hay que escribirle y hablarle a ese pueblo que, lamentablemente, se ha desviado del rumbo, para que reflexione y se de cuenta de los errores y delitos que están cometiendo, antes que venga Pilatos, llame a referendo y se lave las manos.

Hay que respetar a los jóvenes que con disposición y valentía se han atrevido a dar la cara y asumir responsabilidad, dejando de lado el temor a la crítica o exclusión de sus familias y amigos. Ellos son nuestras cabezas de playa para atraer a la juventud opositora o indiferente y reconvertirlas a la revolución.

Necesaria es la crítica a los funcionarios subalternos que se han dejado corromper en las aduanas, en Cadivi, en Mercal y en PDVAL…pero también debemos obligarlos a retornar a la senda de la honestidad…si los metemos a todos presos tendremos que cercar ciudades enteras y declararlas como ciudades penitenciarias.



Camarada, reflexionen y haga reflexionar a los demás.

manuelgragirena1@gmail.com


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Manuel Salvador Gragirena

Profesor Universitario. Ingeniero Electricista. Especialista en Telecomunicaciones. Diploma de Estudios Avanzados en Educación. Ex Sidorista

 manuelgragirena1@gmail.com

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