Las actuaciones de los grupos violentos dirigidos por quienes en Venezuela materializan las órdenes de los Estados Unidos a los fines de desestabilizar el gobierno constitucional de Nicolás Maduro en el marco del pensamiento doctrinario de la revolución de colores (Derrocamiento de Milosevic en Yugoslavia, año 2000; Revolución de las rosas: salida del poder de Eduard Shevardnadze en Georgia el 2003; Revolución Naranja: elección de Víktor Yushchenko en Ucrania el año 2004; Revolución de los tulipanes: salida del gobierno de Askar Akayev en Kirguistán el año 2005; Revolución del cedro: salida de las fuerzas de Siria del Líbano en el año 2005; Revolución de los jazmines: salida del gobierno de Zine el Abidine Ben Alí en Túnez el año 2010; Revolución Blanca, fallido intento de derrocar a Alexander Lukashenko en Bielorrusia; Revolución Azafrán, fallido intento por parte de monjes budistas de derrocar la dictadura militar en Birmania; Revolución Verde, protestas en Irán contra el presunto fraude electoral y en apoyo del candidato de la oposición Mir-Hossein Mousavi; Revolución Twitter, protestas en contra del triunfo del Partido de los Comunistas de la República de Moldavia, en las elecciones parlamentarias de 2009; Revolución de los Manos Blancas (JAVU), Fallido intentos de derrocar a Hugo Chávez en Venezuela, en los años 2007, 2008 y 2012, utilizando las universidades públicas como catalizador de las protestas), buscan consolidar el show político en el propósito de procurar víctimas que luego de ser asesinadas son martirizadas internacionalmente para hacer ver que en la patria del Padre Libertador se violentan los derechos humanos.
Buscan crean condiciones objetivas para que la comunidad internacional apoye (como ocurre en el Norte de África y Ucrania), la consolidación de un expediente que permita seguidamente la intervención en nuestro país so pretexto de que somos un Estado contrario a los más sagrados intereses judeocristianos practicados en el mundo occidental.
La verdad, es que sea quien fuere el que estuviera en Miraflores, a éste buscarían sacarlo si no pone la industria petrolera al servicio del capitalismo trasnacional.
En el cuadro de la guerra de baja intensidad, el imperialismo ya no invade como otrora. Ahora usan las fuerzas aliadas internas para detonar las actuaciones que luego permitirán conceptualizar a tal o cual nación y así justificar su calificación injerencista.
Las técnicas de sabotaje y desestabilización usadas en Irak, Afganistán, Libia, Siria y otras naciones del mundo a través de grupos terroristas como Al Qaeda (que como se conoce nació de la mano de la CIA norteamericana), son las mismas que en tanto concepto, en este momento, intentan aplicar en nuestro país creándose focos de conflicto que son publicitados a nivel internacional para hacer creer a la comunidad mundial que todo el país se encuentra en esa situación de crisis.
Visto lo anterior, se hace pertinente evaluar (subsanado el lamentable error de haberlos dejado llegar hasta el Municipio Libertador en la ciudad de Caracas), si es pertinente igualmente que esos focos se sostengan y mantengan en el tiempo en los municipios controlados y operados por la oposición; pues podría crearse más temprano que tarde, un potencial Alepo en cualquier lugar del país para que desde esa zona controladas por los grupos violentos con apoyo (directo o indirecto), de los gobiernos regionales o locales donde operan concretarían una acción secesionista; territorio en el cual incluso podrían ingresar recursos extranjeros (vía valija diplomática entre otros), para sostener las acciones desestabilizadoras hasta desarticular la república.
Por ello fundamentalmente deben ser atendidos los estados fronterizos (en el occidente y oriente del país), como también aquellas zonas donde se tiene información de la presencia de grupos paramilitares colombianos que el “uribismo” infiltró para sumarlos a las acciones de guerra contra la revolución bolivariana y socialista que como legado nos dejó el Cdte. Eterno, Hugo Chávez.
