Blades en salsa piche

Algo anda mal entre la vida y la obra de Rubén Blades: las dos andan por caminos diferentes. Los que todavía creen en él deberían preguntarse por qué el autor de toda esa importante edificación musical que contribuyó a levantar las banderas de la esperanza de los pueblos oprimidos de la América y que de alguna manera animaron el espíritu de los militantes de la Revolución Bolivariana, valga decir, la revolución mundial (por aquello del Socialismo del siglo 21), hoy la combate. Y esa misma pregunta deberían formulársela los que ahora lo consideran su fortuito aliado, me refiero a las clases medias venezolanas, huérfanas y extraviadas entre las tensiones de la lucha de clases.
 
Deberían recriminarle, el haber contribuido con sus canciones, la creación del “monstruo” que amenaza con frenar la barbarie del capitalismo mundial. Deberían preguntarle también, si es que permanecerá con ellos entre sus filas hasta el final, si está dispuesto a defender con su acción, las guarimbas que los fascista han instalado en las calles de Venezuela, o si en algún momento, cuando el viento cambie, volverá a sus andadas “comunistoides”. Eso por aquel lado.
 
Por el nuestro: deberíamos aprender a identificar a los amigos auténticos de la Revolución, aquellos que están dispuestos a morir en nuestras trincheras, defendiendo la causa de los pobres de esta tierra, y no andar adulando y encumbrando a cuanto saltimbanqui se pronuncia a nuestro favor circunstancialmente. Gracias a todo aquel que lo haga, pero “En una revolución, si ésta es verdadera, se la lleva en el corazón para morir por ella (“patria o muerte”), y no en la boca para vivir de ella” como pareciera ser el caso de Rubén. Por ello, aquel alemán se vio obligado a denunciar: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay quienes luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
De esa inconsistencia entre vida y obran, sabemos bastante en Venezuela, acá tenemos nuestros rúbenes (el panameño se ha ganado el derecho a “empoderarse” del genérico por su popularidad, es el más famoso de ellos), y ciertamente su obra está por encima de él mismo.
 
Todas esas letras de canciones contestatarias son de infinita mayor calidad que sus últimos oscuros pronunciamientos, los que lo tienen ocupado escribiendo respuestas que intentan aclararlos. Pero en su carta de respuesta, a la respuesta que le diera El Presidente Obrero, se nota sospechosamente más preocupado por exhibir sus conocimientos leninistas que otra cosa, pero como dice nuestro Comandante Supremo, Hugo Chávez: “Por más que se tongonee siempre se le ve el bojote”, es decir, por más que quisiera aparecer culto en materia marxista-leninista; conforme escribe, por lo que se lee entre líneas, por el análisis de su discurso, más allá de lo que dice textualmente, que solo probaría que ha leído, bien se  puede inferir, que sus ideas, pendulan entre las ambigüedades filosóficas de Bertrand Russell y Erich Fromm, y las excentricidades intelectuales de Tony Blair y Paulo Coello, que no está de más que los lea y los estudie, dada su posición, pero que de ninguna manera, pueden ser la base teórica para oponerse al Socialismo Bolivariano.
Por supuesto, estas líneas no están dirigidas a Rubén, no tienen el interés de que reflexione y mucho menos de que cambie de opinión, como he notado en la intención de los escritos de muchos camaradas.
 
Rubén hace mucho tiempo tomó posición como la han tomado el grueso de lo que se ha dado en llamar el “oposicionismo duro”. No digo que esté disociado como ellos, pero la infofrenia sesgada que él mismo reconoce padecer, dado el carácter abundante,  sesgado y diverso de la información que nutre su punto de vista, al que no tarda en calificar de “amplio y objetivo”, le alimentan el discurso, más no la condición burguesa que determina su ideología y ello no solo lo sume en un mar de contradicciones, sino en una existencia éticamente perversa, al enriquecerse materialmente a costilla de quienes decía defender.
 
De las inconsistencias y contradicciones que abundan en sus declaraciones, no me ocuparé aquí, de eso se han ocupado muy bien los colegas aporreadores. De las coincidencias que lo asocian al fascismo desatado, de su profundo desconocimiento de la realidad venezolana, de su temeraria insensatez al declarar que: “la conozco muy bien” refiriéndose al alma venezolana, incluso más que el propio Presidente Maduro, a decir en otras palabras, que él es más venezolano que Maduro, cuando sentencia: “Ese argumento no entra en esta discusión”, lo cual además de ser irrespetuoso de la anfitrionía, porque es de Venezuela de lo que se está hablando, pudiera ser cierto, pero jamás probable, a menos que la venezolanía así se lo reconozca, cosa que solo puede suceder si se lo gana en el terreno de batalla que el pueblo Venezolano ha planteado por alcanzar la mayor suma de felicidad posible con todo lo que ello conlleva;  por lo tanto, mientras eso no suceda, es inconfesable de su parte, y menos desde la cómoda distancia.

Por último, pudiera olfatearse en un futuro inmediato, la fetidez de una salsa piche cuando el señor Blades declina la invitación a venir y corroborar con sus propios ojos la realidad: “no ahora”. Pudiera suceder a la vuelta de un tiempo relativo, según las circunstancias, “La Mega Gira latinoamericana y Caribeña, Blades and Colon, La Verdadera Revolución, camará”. El perfecto ardid publicitario para embolsillarse unos churupos mas en nombre del alma venezolana.



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

 miltongomezburgos@yahoo.es      @MiltonGomezB

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