Son infinitas las razones que han sido argumentadas para explicar la alta abstención que registraron las pasadas votaciones parlamentarias… Desde un Plan de la CIA hasta un boicot en las mesas de votación, pasando por el chantaje de las empresas en botar a los trabajadores que tuvieran el dedo morado, como la ausencia de liderazgos regionales, el cansancio del pueblo en tantos procesos electorales, y la falta de credibilidad que tiene el CNE con sus máquinas electrónicas, argumento que ha abanderado convenientemente la oposición…
Pero la verdad verdadera está ante nuestros ojos, como un estigma que no nos atrevemos a reconocer para no pasar por estúpidos..!
Recuerdo en mis años de bachillerato el miedo escénico que producían los exámenes orales… El miedo a hacer el ridículo ante nuestros compañeros; el miedo de pasar por ignorante frente a las muchachas del Liceo, y el miedo a no confiar en nuestro propios conocimientos cuando tuviéramos que pararnos al frente de un jurado de profesores, que al mejor estilo de los inquisidores de los tribunales, nos hacía añicos para regocijo de los envidiosos que nos veían desde la puerta del salón.
Años más tarde, recuerdo cuando en la Oficina llegó la primera computadora que agilizaba las tareas de las secretarias… Previamente, las cinco secretarias habían sido enviadas a un curso de entrenamiento con la gente de IBM… Pero el día tan esperado sucedió lo inesperado…
…ninguna de las cinco secretarias se presento en a la oficina… el ausentismos fue preocupante..!
Hubo que buscarlas, prácticamente por la fuerza, para que fueran a trabajar al día siguiente… La razón: Miedo… Miedo… Miedo a esa pantalla electrónica con un teclado que daba más miedo que una bestia asesina… y al final, se buscó una solución que propuso la misma gente de IBM:
“al lado de la moderna y colorida computadora, se colocó la descolorida y grotesca maquina de escribir OLIVETI que por muchos años fue la fiel compañera de cada secretaria”
Consultado sobre la situación, el Gerente de IBM nos señaló que eso es común en las personas acostumbradas a manejar un tipo de instrumento, y por acción reflejo, se oponen a todo lo que signifique cambiar sus hábitos y costumbres; y más aún, cuando van a ser evaluadas por un público espectador.
Si hacemos una retrospectiva de nuestro comportamiento diario, nos daremos cuenta del miedo que producen las computadoras en el colectivo…
Lo notamos a la hora de consultar un Cajero Automático, donde muchos se abstienen de usarlos por temor a ese examen que deben pasar cuando están al frente de la pantalla y sus teclados… Lo mismo pasa el nuestro hogares, donde pocos son los que accedan a la computadora que tenemos en la casa; y los adultos en su gran mayoría no son afines a las computadoras.
El día de la votación, en mi casa se hizo un simulacro de cómo votar, colocando la hoja en una mesa y tomando el tiempo que teníamos para pulsar el teclado electrónico, antes que se nos regañara el presidente de la Mesa… Un vecino que fue consultado por mi esposa, le dijo que había que ser muy ágil para operara la computadora; mi esposa, a pesar de lo que le dijeron fue a votar a regañadiente, pero otros vecinos no quisieron hacer el ridículo frente a toda ese gente que los observaría mientras votaba y un reloj implacable le anunciaba el momento del regaño.
El reto para que el pueblo asista masivamente a votar, es que el CNE haga del proceso algo normal y rutinario, sin la parafernalias de la electrónica que impresionan las computadoras en el colectivo… y si no es posible lograrlo…
“Coloquemos un tarjetón al mejor estilo de la Cuarta República, para que elector elija el método que más le gusta, como aquellas secretarias que usaron las computadoras, cuando vieron a sus viejas máquinas de escribir