Francis Fukuyama anunció a principio de los noventa el Fin de la Historia para justificar la entrada del neoliberalismo como único proyecto viable para el desarrollo del mundo, es decir, como único concepto de desarrollo fundamentado en el sistema capitalista, sin cabida para el Socialismo.
En el caso de América Latina, el neoliberalismo significó las privatizaciones de los sectores estratégicos-energético (petróleo, gas, electricidad), y de servicios esenciales para la vida como el agua, la educación, la salud, entre otros; el aumento de la pobreza y la represión del pueblo humilde.
El Estado burgués benefactor se transformó en un Estado policial que garantizaría el saqueo de nuestros recursos y la ola de privatizaciones: Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, en especial, y toda América Latina, se hundieron y fragmentaron.
Muchos sectores de izquierda sucumbieron ante el desplome de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, como fiel ejemplo al vaticinio de Fukuyama, pero surgieron fuerzas liberadoras como lo es el caso de la Rebelión Cívico Militar del 4 de Febrero de 1992, liderada por el Comandante Hugo Chávez en Venezuela, cuyo trueno rompió el hielo del pesimismo.
Fue la primera gran victoria del pueblo venezolano y latinoamericano: Se contradecía al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, al imperio estadounidense, al neoliberalismo, y se apostaba por la liberación de Venezuela y América.
Apostar la vida
Jesucristo y el Che fueron grandes inspiradores del Comandante Chávez.
Ante la insolencia del Imperio Romano, Cristo entregó su vida para defender la causa más noble de la historia de la Humanidad, la causa de los pobres.
En la Catacumbas se refugiaron los “primeros” cristianos, perseguidos por defender y predicar la palabra y e ejemplo de Cristo. Tres siglos después el emperador Constantino comprende la influencia del cristianismo en los pueblos dominados por Roma y funda la Iglesia Católica, no por e ejemplo de Cristo sino como institución de control social.
El espíritu combativo del Che, su aporte a la teoría y práctica revolucionaria, sobre todo su cualidad humana para desprenderse de cualquier interés personal y arrojarse a la causa revolucionaria donde se lo necesitase, fueron guía para Chávez y para todos los revolucionarios que nunca nos rendimos a pesar de las voces apologistas de los noventa.
No es casual que el Comandante, horas después de salvarse del fusilamiento, en el aciago golpe de Estado de abril de 2002, pronunciase unas palabras invocando el ejemplo de Cristo y del Che.
Pero Chávez fue otro mártir que, al conocer la gravedad de su enfermedad, emprendió una dura batalla para darlo todo y ganar las presidenciales de 2012, a riesgo de su propia vida. Entregar su vida en pocos meses para garantizar la continuidad de la Revolución Bolivariana, hoy comandada por el compañero Maduro, es el ejemplo de sacrificio más transparente en la historia contemporánea.
Lo menos que puede hacer todo revolucionario, bien sea de los partidos de izquierda, de las Milicias, consejos comunales, organizaciones de base, en Venezuela, y en América toda, es cerrar filas ante la coyuntura actual, y más importante aún, sintonizarse con el ejemplo del Comandante, es decir, defender el legado de Chávez con la vida ante el ataque sistemático del imperialismo.
Porque, sobre todo, está en juego la posibilidad de construir el socialismo en Venezuela y América como única vía de salvación de la Humanidad.
Debemos entender que con la siembra de Chávez, el imperialismo reconfiguró el tablero de las conspiraciones e injerencias en Venezuela para derrocar a Maduro. El corolario del actual asedio fue la guerra económica emprendida con la enfermedad del Comandante: se incrementó la especulación, el acaparamiento y escasez de alimentos, el contrabando de todo tipo de productos subsidiados -o no- hacia Colombia, la fuga de divisas, entre otros.
No es exagerado, entonces, afirmar que hoy nos jugamos en Venezuela la suerte de América y la de todos los procesos de liberación en marcha, porque el golpe de Estado que la derecha fascistas venezolana desarrolla cuenta con el apoyo financiero y militar del imperialismo yanqui, y con la experiencia criminal de la oligarquía colombiana, encarnada por Santos, con manejos más o menos diplomáticos, pero siempre conspirativos en el fondo.
Cuenta además con un operador político dispuesto a todo: el uribismo, fuerza financiera, política y paramilitar dirigida por Álvaro Uribe Vélez que apuesta abiertamente la salida militar en nuestra Patria para concretar la secesión del occidente venezolano (media luna) o el derrocamiento de Maduro.
Y el uribismo no solo cuenta con financiamiento narcoparamilitar, tiene también a la transnacional Pacific Rubiales, empresa dirigida por ex gerentes de la estatal venezolana Petróleos de Venezuela (PDVSA), ex directivos que participaron en el Sabotaje Petrolero de diciembre de 2002, cuyas pérdidas le costaron a la Nación más de 20 mil millones de dólares.
El ejemplo
El chavismo se presenta hoy como un nuevo sistema de pensamientos que actualiza la teoría revolucionaria, se adapta a los nuevos procesos sociales, políticos económicos y militares y a las nuevas condiciones de la lucha de clases y de la geopolítica internacional.
Porque fue Chávez quien retomó la agenda del socialismo y la lucha antiimperialista en América Latina. De su ejemplo y empeño surgieron otros “Vietnam” y se construyeron nuevos espacios e iniciativas multilaterales como el ALBA, PetroCaribe, Banco del Sur, Unasur y CELAC. Fue un gran estratega para aportar a lo que Álvaro García Lineras denomina el Estado Continente latinoamericano y caribeño.
Fue Hugo Chávez quien apuntó el fusil del pensamiento en contra del ALCA de los Estados Unidos y logró derrotarlo en la Cumbre de las Américas, celebrada en Argentina en 2005.
Pudiéramos profundizar en los logros de la Revolución Bolivariana en materia social, política, económica: Nacionalización de la industria petrolera acompañada de una nueva Ley de Hidrocarburos (2001) y un nuevo sistema de distribución de las riquezas, nacionalización de las telecomunicaciones y la electricidad, políticas de gratuidad en el acceso a la salud y la educación que ubican a Venezuela como el segundo país en garantizar este derecho en América.
Pero a un año de su siembra queremos resaltar dos elementos cruciales: La vigencia de la lucha por el socialismo y el proceso de liberación en Venezuela y el resto del continente, por un lado; porque ese fue su testamento de vida al pronunciar el Golpe de Timón de octubre de 2012.
Con el Golpe de Timón, Chávez demostró su profunda preocupación por la necesidad de construir el socialismo. Al igual que el Che entendió que usar las armas melladas del capitalismo para construir el socialismo sería un fracaso.
Lo segundo, tan importante como lo primero, es que Chávez se convirtió, en vida, y hoy lo sigue siendo, en el ejemplo de lucha para los pueblos de América, el Caribe, Asia, África y el mundo entero. El imperialismo intentará lo que sin fortuna intentó contra la Revolución Cubana y el Comandante Fidel: Acabar con el ejemplo, que es la mejor manera, la más guevarista, sublime, de hacer la Revolución.
Los Estados Unidos y la derecha venezolana saben que Chávez, como ningún otro líder mundial, ejerció una influencia ética y moral en Venezuela y el mundo, y el desenfreno por derrocar a Maduro se debe a la necesidad de acabar con el legado de Chávez.
Es por ello que la rebelión militar de Chávez el 4 de febrero de 1992 se presentó como una alternativa para los venezolanos, y no como un golpe de Estado de origen militar como surgió en Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Argentina, durante la segunda mitad del siglo XX.
Seguir el ejemplo de Chávez, hoy, defender su legado con la vida, hoy, es garantía para la liberación nacional de Venezuela y América y para la construcción del socialismo.
Venezuela, 2 de marzo de 2014