Con la sanción estrambótica contra Diosdado Cabello por parte del mayor estado forajido, foco de terroristas y malhechores, el mismo que lo acusa de entregar un millón de dólares a Osama Ben Laden, cuya familia es socia de negocios petroleros de los Bush, mucho antes de las torres gemelas; sintiendo mucha indignación por el asesinato de un nuevo oficial de la guardia nacional bolivariana, hoy me convenzo mucho más de algo que escribí alguna vez en Aporrea y en redacción popular: al imperialismo y a los imperialistas se les debe combatir, con todo el desprecio y la saña que los maleantes peligrosos se merecen de un independentista, pero jamás tenderles la mano, ni salir con esas pendejuras de rogarle una normalización de relaciones diplomáticas, que unos malos consejeros le han sugerido al presidente Nicolás Maduro.
Por cada medida diplomática de Venezuela Bolivariana hacia el USA estado forajido, la respuesta de éste ha sido, la respuesta insolente y la prepotencia del malhechor que mira en la cortesía cobardía, porque de eso está lleno el corazón de su ejército y sus fuerzas militares, inservibles cuando les toca el combate en igualdad de condiciones; o si quiera sin las desproporciones que acostumbran sus "bravos" marines, inflados por las películas de Rambo o Comando, que han vendido la idea de que en Vietnam e Indochina, no perdieron sino que hicieron tablas militares.
Por eso presidente Maduro, cuando alguien le vuelva a mal aconsejar con esa deshonrosa dizque medida inteligente de normalizar relaciones diplomáticas, meta a ese traidor preso, porque sólo a un traidor se le puede ocurrir salir con una pendejura de esas: hágalo investigar y verá que sus dólares debe tener en alguna cuenta de esas que la USAID dispone en Islas Caimán o en Suiza, para los traidores encubiertos. Mírese presidente Maduro en el espejo de Hugo Chávez, cuando al aíre por Telesur le pegó un parón al canciller español Miguel Ángel Moratinos y le enseñó que la era genuflexa de los lacayos había terminado y que el cuento de madre patria que manda a callar, no pasaba más de ser una añoranza del pasado colonial más reciente, que ya era historia. Mírese presidente Maduro en ese espejo de Chávez, y haga que el canciller Jahua también se mire en ese espejo.
Mírese presidente Maduro, en el espejo de Evo Morales, que una vez sobrevivió al único intento de golpe de estado orquestado por los mal hechores disfrazados de embajadores de USA, comenzó por hacer cerrar ese antro de delincuencia y echar como los perros con mal de rabia que son, a todo el personal de la USA embajada y sus ONG colaboradoras del terrorismo y el golpismo como USAID. Mírese en ese espejo presidente Maduro y mandé para el carajo a ese estado forajido y a cuanto lacayo se ponga con vainas. Porque sí María Corina, los zombis de JAVU y la cuerda de paracos, que tienen, se pusieran a hacer lo mismo allá en USA, ya estuvieran sentados, no en la Casa Blanca, sino en una silla eléctrica o una cámara de gas.
Hay tanta indignación presidente, que sí usted sigue negociando con perros que muerden la mano de su amo, como los Aveledo, que hoy apoyan las sanciones mientras dicen no apoyarlas, pero dejando bien clara la amenaza velada, como su verdadera jefa, la señora Jacobson, va a perder lo ganado porque un pueblo independentista no se aguanta a presidentes que siga poniendo la mejilla en lugar de devolver el golpe, que ya no se trata de bofetadas sino de francotiradores. Mírese en el espejo de Evo Morales y de Hugo Chávez, y mandé a demoler la casa de la embajada de USA, que ya es un cadáver viviente político. Demuela el lugar donde queda la embajada para siempre y construya allí un monumento anticolonialista, La historia se lo agradecerá.
