Perseguidas uestras ideas por los boliburgueses

Las ideas no se matan con el silencio. Las ideas se destruyen cuando, bien expuestas, son sustituidas por ideas mejores. El callarlas las hace en cambio más fecundas. De una parte, la curiosidad que levanta lo prohibido, la otra, la simpatía que acompaña a las causas perseguidas de manera arbitraria. Porque, créanlo ustedes, por más que se diga que en el pueblo es indomable la fiera, hay en el fondo del espíritu humano una propensión natural a reaccionar contra la injusticia. Y todo lo que ataque la libertad del pensamiento es injusto.No debemos temer la libertad. Debemos temer a quienes se empeñan en destruirla. Se corrompe todo. Se lucra, no ya con la fuerza física del pueblo, sino con su propia fuerza moral. Se le irrespeta hasta en sus fueros más sagrados. Se le envenena, no sólo en los obscuros socavones donde se extraen los materiales para la industria de la muerte, sino en pleno día, haciéndole tomar como verdad los más amargos brebajes. Y como solemos tomar las cosas por las hojas contrarias, hemos dado en la flor de pregonar que para ser socialista debemos comportarnos como arrieros.
Pero ¿por dónde empezar esta obra de rectificación, esta obra de volver al Legado del ComandanteChávez, para continuar su creación? Nuestra deficiencia hace que no existan líneas justas y precisas y cada quien lucha aquí y allá, sin propósito perseverante de realizar una obra determinada que le dé fisonomía a las necesidades del pueblo. El alud que a causa de esa desarticulación original por la que está pasando nuestro Proceso revolucionario, que mantiene el estado de impreparación y de inseguridad que permite pasar a un boliburgues de la economía informal a técnico de nuestra economía.

La degeneración de la crítica se expresa en dos formas: en la adulación y en la maledicencia. Para ensalzar los falsos valores se recurre a la primera: ya sea para demostrar, como en tiempos del puntofijismo, que es justo y bueno un mal gobierno, o para demostrar, en cualquier tiempo, que es socialista un hombre que en verdad no tiene condición alguna para ello. La adulación — ¡qué hermosa ventaja!— no requiere que aquel a quien se adula tenga verdaderamente las cualidades que se le asignan. Por otro lado, está la maledicencia. Es la defensa de los mediocres, de los falsos valores, frente a quienes ellos juzgan, en el fondo de sí mismos, superiores. O ante todo aquel que pueda descubrir la falsedad de esos valores. Hay crisis de virtudes. Y las virtudes políticas son prolongación de esas modestísimas virtudes que crecen en el amor del hogar.

En Venezuela nuestros políticos nacen viejos. Nacer viejo, bajo el signo de la prudencia culpable, calculista, interesada. Debemos empezar por nosotros mismos. No tiene derecho a criticar quien no sepa criticarse. Más no sólo carece de derecho, sino también de capacidad. Si nadie está más cerca de nosotros, ni durante más horas, que nosotros mismos, es lo cierto que podemos observarnos mejor que a cualquiera. Pero quien se ama así mismo no tiene rivales, y el crítico incapaz de criticarse cae en tal situación: piensa que no tiene rivales y lanza sus palabras como nuevas ediciones de “la palabra de Dios”.

“Converso con el hombre que siempre va conmigo”, decía Antonio Machado.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!



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Manuel Taibo


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