Sí a todos los que se dicen revolucionarios, y se creen los dueños de las revoluciones y del socialismo que propuso Hugo Chávez, que no es el socialismo de manuales ni nada que se le parezca…Sí a esos mismos que escriben por Aporrea como metralletas locas, en lugar de andar reuniéndose para fomentar la discordia, como la marea divisionista, que ha escrito unos comunicados apoyando en el pasado la invasión a Libia y Siria, con fines "humanitarios", y ahora se apresuran a apoyar en todo a Giordani y Navarro...Sí realmente a todos ellos les interesara el legado de Chávez, depusieran su estado de ánimo suicida y pendenciero, para evitar que el pueblo se llene de desconcierto y se rompa un proceso que tiene enemigos llenos de plata y armas atómicas, ansiosos todos por liquidar ese legado que dejó el glorioso comandante.
Sí Vanessa Davies, apreciara en algo el legado de Chávez, antes de declarar a la loca su solidaridad con Chataing, hubiera averiguado primero sí fue realmente Maduro el autor de las desventuras del fallido humorista, y no el rating que define un capitalismo salvaje, donde no vale tu lealtad al golpismo sino que vendas… ¿Pero cómo vender publicidad para un programa cuyos chistes son más malos que los de Sábados Felices? ¿Será que Vanessa creyó que el dueño de Televen es una casa de beneficencia laboral como el estado que la mantiene en Correo del Orinoco con todo y su salto de talanquera? Sí Vanessa Davies tuviera responsabilidad y equilibrio periodístico y no rencor por quienes le cerraron su programa en VTV, le hubiera preguntado a César Miguel Rondón y a su nuevo amor, sobre las muchas veces que han llamado y llaman al golpismo y la guarimba; y por qué se siguen burlando precisamente de la persona de Hugo Chávez: así como ya perdió la ética periodística, perdió ella cualquier lealtad al legado de Chávez. Los hechos hablan por sí solo.
Sí Toby Valderrama fuera leal al legado de Hugo Chávez al que invoca para sembrar divisionismo en contra de Nicolás Maduro, jamás se hubiera puesto a agarrarse hasta de los osos polares -que no los hay en Suramérica- para despotricar de un evento donde Nicolás Maduro recibió el apoyo del G 77 más China ante los ataques del imperio y sus lacayos. Sí Toby Valderrama fuera serio y pensara en Chávez, no se la pasara llamando a Nicolás Maduro traidor y vendido al capitalismo: se acordaría de la lealtad al comandante y pensaría con responsabilidad, que a Maduro no le ha tocado gobernar en paz, sino bajo todos los bombardeos posibles, desde la otra orilla imperial que le intenta incendiar el país para traer el imperialismo Yanky de vuelta y acabar con los subsidios y programas sociales, que Nicolás Maduro le sostiene a Chávez. Pero a Toby no le interesa eso: le interesa recitar un libreto que ha impedido a la izquierda dogmática, acercarse al poder, divorciarse del pueblo por el que dicen luchar, como lo hacen Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff… Entre otros y por ahora.
Sí Giordani fuera serio y no un resentido ególatra, que se creía dueño vitalicio de un puesto público en la economía bolivariana, en cuyo malestar algo de responsabilidad debe tener, porque todo aunque fuera cierto, no puede ser culpa de Nicolás Maduro ni de “los franceses”. Un Giordani revolucionario y fiel al ejemplo de Chávez, revisaría con la verdadera autocrítica que los revolucionarios tienen, que en nada se parece a suicidio o autodestrucción, y aceptaría sus responsabilidades en este desbarajuste económico…Se iría con el pueblo a ver qué se puede hacer, sin romper la unidad. Pero a Giordani poco le interesa Chávez. Sí Chávez lo hubiera puesto a un lado, también habría salido con el mismo cuento de todo es culpa de Chávez, como hoy dice de Nicolás Maduro, en un discurso que en nada se parece al comandante, sino al yo no fui enemigo de la MUD, enfrentados por no ponerse de acuerdo sobre el nuevo plan de golpe de estado que agoniza, como el fuego revolucionario donde no hay convicciones ni lealtades.
Sí los revolucionarios que se creen dueños de la revolución y se la pasan ensuciando en sus escritos el legado de Chávez, mientras lo invocan - como Héctor Navarro y Ana Elisa Osorio – sí ellos hubieran sido más comedidos, habrían conminado con respeto a Nicolás Maduro, para que ese debate se diera en el Congreso del PSUV. Pero como no se trata de revoluciones sino de egos olímpicos, vale más la lealtad al panita que a Chávez, así se equivoquen al esgrimir una y otra vez argumentos más cercanos al uribismo que al chavismo, escudándose en un concepto según el cual, "todo sucedió a mis espaldas"...Con esa estrategia discursiva de poca monta, han tratado como el gato, de tapar sus heces mal olientes, generadas por las decisiones monetarias que tanto se sienten hoy en los éxitos de la guerra económica, manto de cobijo para traiciones y traidores. Para ellos vale más la lealtad a Giordani, que la lealtad a Chávez, quien siempre aceptó sus culpas y muertos, como los que produjo la revolución que lo llevó de Yare a Miraflores.
La revolución se bate con el imperio, entre un follaje de reflexiones que dejan el olor a azufre de los traidores, ansiosos porque la revolución siga bailando cerca al borde de un precipicio. Pero el pueblo que se inscribe en las UBCH para dar la batalla política; el pueblo que se inscribe en las contralorías sociales para combatir a la guerra económica, ese pueblo parece ser el único que se da cuenta de lo que está en juego. Por eso el pueblo acató la voz de mando del actual comandante en jefe, durante la salida terrorista de María guarimba Machado, Leopoldo López y el resto del terrorismo internacional con medios de manipulación masiva, gracias a las distintas mafias mediáticas al interior de la MUD y de la SIP. Ese pueblo que siempre querrá a Chávez, a quien desprecian en su fuero interno los que hoy evaden sus culpas y se las echan a Maduro, ese pueblo vale más que miles de intelectuales, llenos de teorías apolilladas y superadas por la historia.
A todos los que quieran tomar partido por el divisionismo y salen como buenos panitas a defender lo indefendible, no los justificará la historia, porque allí están Samán y Mario Silva, que sí han sufrido injusticias, pero que han tragado su amargo momento sin promover divisionismo, porque para ellos Chávez, Venezuela y el pueblo cuentan más que un miserable cargo público, que por público jamás podrá ser vitalicio ni propiedad de Giordani o Vanessa Davies. Ellos con su ejemplo de vida y lucha en la teoría y la práctica, marcan la diferencia con estos señores y estas damas, de quienes ya no quiero hacer mención, porque cada día se parecen más a Heinz Dieterich y a sus parlantes de opinión, que escriben en Aporrea, medio que se sigue equivocando cada vez que publica a un enemigo de Venezuela como todo intelectual engreído: por algo se parecen tanto.