Nuestras ciudades padecen numerosos y crecientes problemas ambientales. La mayor parte ocurren debido a la práctica de una cultura “antropocéntrica”, que condiciona el mal trato hacia la totalidad de especies vivas, y a un modelo económico explotador y expoliador de los recursos naturales de los países de Asia, Africa y América Latina.
A pesar de las numerosas alusiones presidenciales sobre el tema ecológico en Venezuela, es evidente, como ha sucedido varias veces, que el resto de funcionarios y líderes políticos van a la zaga de la iniciativa de Hugo Chávez. Basta constatar la ausencia de una política integral que revierta la complicidad y la ausencia de acciones encaminadas a solucionar problemas ambientales de primer orden.
Para contribuir con el debate nacional y aportar algunas ideas proponemos que se constituya la Misión ecología, que se sumaría a los programas sociales y tendría una orientación municipal, relacionada con cooperativas, aldeas y ciudades ecológicas. Se encarnaría en misioneros ecológicos que formarían parte de una red operativa dirigida a difundir contenidos legales y constitucionales referentes a la materia, y contribuirían con la organización de miembros de las comunidades para plantear soluciones al problema de los desechos sólidos (reciclaje), de la deforestación, contaminación del agua (mesas ténicas de agua) y del aire (¿mesas técnicas del aire?), entre otros.
La Misión ecología puede insertarse a los planes en marcha por el Ministerio del ambiente, pues se trata de enfrentar desde lo local una realidad que ha sido abordada desde políticas públicas muy generales que no se traducen en beneficio para las micro-comunidades y menos aún para las grandes ciudades de nuestro país.
Es preciso ampliar la discusión sobre las implicaciones ecológicas que significó el paso de una economía rural agraria a una economía monoproductora dependiente del petróleo. Quizás se trate de un registro valioso a la hora de examinar críticamente el tema ecológico, porque para nuestra cultura eso conllevó el alejamiento de lo local e inmediato (el campo), y la asimilación de una ideología universalista contraria al modelo endógeno. Una tensión ineludible: tenemos la idea del petróleo y su valor en nuestra economía pero no lo conocemos. Hasta ahora ha sido una cuestión de especialistas.
La cultura del petróleo, alimentada por las élites políticas y económicas, condicionó la carencia de una noción de “reciclaje” y alimentó la noción de lo perecedero y lo desechable. Nos acostumbramos a botar lo utilizado. Todo tiene su vida útil. Pero esa tendencia nos impele hoy en día a mirar las contradicciones y proponer soluciones. Tales como, los efectos contaminantes del petróleo, que llevan a implementar con urgencia tecnologías energéticas alternativas (solar, eólica, hidrógeno, etc.), menos peligrosas para el ambiente en general y la salud humana.
Uno de los retos principales para la clase política y las comunidades comprometidas con la revolución social, es encontrar las vías para la reordenación de las ciudades y la creación de comunidades sustentables. Este es un mega problema, que amerita de soluciones efectivas, proyectadas hacia el futuro.
Es claro que el enfoque fiscal implementado por algunas alcaldías, por medio del cual se pretende resolver el problema de los desechos sólidos es sólo un aspecto de la solución; pues, debido a las fallas en los procesos de recolección y distribución, abundan los cerros de basura en calles y aceras. También es urgente debatir sobre el proceso acelerado de urbanización o “concretización” de ciudades como Barquisimeto o Valencia, que cada vez pierden pulmones vegetales, debido a la acción ilimitada de empresarios y al permiso complice de funcionarios. Sin hablar de las críticas de grupos ecologistas acerca de las consecuencias de acabar y alterar ecosistemas si se llevan a cabo los proyectos de la nueva vía hacia La Guaira, desde Mecedores, o el gasoducto del Sur.
Es necesario menos demagogia, mayor compromiso con el aumento de la calidad de vida y utilizar asesoría técnica calificada, a través de equipos multidisciplinarios. Siguiendo a autores valiosos en la materia (Fritjof Capra, Leonardo Boff, Vandana Shiva, James Lovelock, entre otros), proponemos que las relaciones entre el mundo natural y el mundo social sirvan de justificación de la Misión Ecología, dirigida a constituir la ciudad del nuevo socialismo. Los líderes sociales y comunitarios, las autoridades nacionales, regionales y municipales, de acuerdo a lo estipulado en la Constitución Bolivariana y demás leyes atinentes a la materia, tienen la responsabilidad y el deber de velar por el mantenimiento y la conservación del ambiente, para que pueda alimentar de vida a las generaciones actuales y futuras.
Por ello, es imprescindible que se debata sobre la incidencia favorable de un modelo “organicista” o sistémico aplicado a lo social. En consecuencia, la ecopolítica no comulga con el contractualismo, ya que por naturaleza, los elementos sociales y políticos están vinculados debido a su tendencia a coevolucionar bajo el principio de la cooperación. Aquí se nota claramente un límite natural del individualismo capitalista. La premisa de individuos o agentes libres, ligados entre sí a partir de una racionalidad instrumental y sujetos a relaciones comerciales, es una construcción ideológica que ha tenido efectos distorsionadores y perversos. En vista de la asimilación cultural de esa premisa, tenemos ciudades compuestas de elementos aislados. Sin lugar a dudas, el caos domina nuestras urbes.
A pesar de las limitaciones, en la medida en que la adaptación al ambiente social y político supone la disposición al cambio, modificación y novedad, genera relaciones más flexibles y abiertas. Existe la noción de que la vida está sujeta a una apertura al mundo, dando así cabida a la sobrevivencia y lucha por la calidad de vida en ambientes urbanos cada vez más complejos.
De allí que, la multiplicidad y heterogeneidad de elementos generan resistencia natural a la homogeneización y al pensamiento único. De hecho, el mundo social se enriquece infinitamente cuando se otorga espacio al libre desarrollo de lo singular y se respeta y defiende el lugar de cada grupo. Esto se liga a la tolerancia y al respeto por el otro, su identidad, sus valores, su ser.
En esta Venezuela Bolivariana el enfoque de la ecología política es esencial para que evitemos que más temprano que tarde, las vías ecológicas, así como está sucediendo con las principales autopistas y carreteras del país, colapsen y tengamos que decretar debido a la negligencia de los Gobiernos anteriores y de la incapacidad de algunas autoridades actuales, el fin de las condiciones para una vida digna y apreciable.
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