Caracas. Volamos hacia Venezuela desde La Habana en la nave que utilizara Hugo Chávez durante su primer periodo presidencial. El camastrón, así bautizado por el comandante, es un Boeing de pasajeros 737-200 sin más lujo que un modesto espacio privado.
Viajar en él es tocar con las manos un lugar donde se hizo historia con mayúscula y sentir el alma inundarse de emoción porque trae al recuerdo los intensos desplazamientos de Chávez por el mundo, impulsores de fundamentales acontecimientos que en quince años cambiaron, por el camino bolivariano y martiano, el destino de Nuestra América y la geopolítica del mundo. Me limito a mencionar la resurrección de la OPEP(1999-2000), el surgimiento del Alba(2004) hasta llegar a la Celac pasando por Unasur, el entierro del ALCA en Mar del Plata(2005) y el establecimiento de las alianzas estratégicas de Caracas con Moscú, Pekín y Teherán, hechos inconcebibles sin el liderazgo de Chávez, que marcaron a fuego el siglo XXI.
El camastrón penetra raudo los bancos de nubes que se erigen entre sus pasajeros y la capital de Venezuela. Es parte de una flotilla de aviones dispuestos por el gobierno venezolano en varios puntos del planeta para eludir el bloqueo aéreo, una de las armas de la inmisericorde guerra económica contra la Revolución Bolivariana, y conduce a mexicanos, cubanos y a un vasco- boliviano al Encuentro por el Décimo Aniversario de la Instalación de la Red En Defensa de la Humanidad.
Los objetivos de los 130 intelectuales de 35 países que deliberamos durante tres días son hacer un balance de los logros y deficiencias de la Red en la década, renovar nuestras formas de trabajo y adaptarlas a la nueva coyuntura internacional de violencia e ilegalidad imperialista sin límites, tránsito de la hegemonía estadunidense a la pluripolaridad y aparición de nuevas tecnologías de la comunicación, útiles en la lucha por las ideas transformadoras pese a los fines bélicos y consumistas con que fueron concebidas y se abusa de ellas.
Pero, ante todo, definimos como prioritarios el apego a las ideas de Fidel y Chávez que nos dieron origen en una pionera reunión de mexicanos y cubanos, la solidaridad con los gobiernos antineoliberales y movimientos populares de nuestra región, en particular con el gobierno chavista, y el apoyo irrestricto al presidente Nicolás Maduro y su dificilísimo pero fructífero esfuerzo por ponerse a la altura del reto que significa la desaparición física de Chávez.
El éxito de Maduro ante la feroz arremetida mediático-subversiva-financiera que sufre el pueblo venezolano es trabajar sin descanso por las ideas y objetivos del fundador del chavismo pero sin pretender sustituirlo sino multiplicarlo en el pueblo venezolano con una radicalización de la democracia participativa.
El encuentro de Caracas recuerda las palabras de Chávez hace diez años en la instalación de la Red con la proyección de fragmentos de su discurso de entonces, que conmueven a todos y en los que el comandante pormenoriza su concepto de humanidad y en qué consiste su defensa en una época en que está gravemente amenazada la vida sobre la tierra a consecuencia del cambio climático y del peligro de una conflagración nuclear que pondrían fin a nuestra especie. Chávez enfatiza que la defensa de la humanidad debe partir de una estrategia ofensiva. Constatamos en la discusión que aunque la Red se ha anotado éxitos importantes en la solidaridad con los pueblos, en la defensa de Cuba y Venezuela y otros procesos de cambio latino-caribeños o de luchas heroicas como la de Palestina, han respondido más a una táctica defensiva que a una actitud ofensiva.
Decidimos pasar a la ofensiva con estructuras horizontales, trasversales y un mínimo de centralidad indispensable, distribuyendo el trabajo de experimentados expertos en temas como guerra económica, comunicación, militarización, integración y otros.
Ratificamos nuestra voluntad de enfrentar y derrotar la ofensiva del capital contra los pueblos capitaneada por Washington y apreciamos que es nuestro deber evitarle a la humanidad los horrores con que el imperio desangra y se traga a México.
Expresamos en la Declaración Política: "Ayotzinapa sintetiza los agravios cometidos por el imperio y la oligarquía local contra México, y es también el modelo de dominación impuesto por el neoliberalismo que no queremos para la humanidad. La voz del pueblo se alzó en las calles y se escuchó un grito acusador: ¡fue el Estado!"