Los imperialistas estadounidenses han aprendido mucho de sus verdaderos ancestros: los romanos. Después de la segunda Guerra Púnica, cuando Roma finalmente derrotó a Aníbal y estableció su superioridad por el Mediterráneo, seguía viviendo con el temor al renacimiento de Cartago. La guerra en Roma fue dirigida por Cato, que cuando pronunciaba un discurso en el senado, cualquiera que fuera el tema, siempre acababa con la misma frase: Delenda est Carthago (hay que destruir Cartago).
Esta fría advertencia fue aplicada al pie de la letra. Después de tres años de asedio en el cual muchos de sus ciudadanos murieron de hambre (un ejemplo temprano de sanciones eficaces), la ciudad fue arrasada y los supervivientes vendidos como esclavos. Para terminar la tarea, la tierra sobre la que se asentaba Cartago fue sembrada con sal. De esta forma, todo el mundo captó el mensaje del destino que esperaba a todo aquel que se negase a reconocer los valores superiores de la civilización romana.
Por supuesto, el mundo desde entonces ha seguido su viaje. La esclavitud pasó de moda. En su lugar, las personas son esclavizadas económicamente a través del mecanismo del mercado mundial. Esta es la llamada “globalización”. Aquí, el dominio del débil por el fuerte se consigue a través de métodos indirectos: los términos del comercio y la deuda externa. ¡Es mucho más económica que las guerras y las cazas de esclavos de los romanos! Pero, ocasionalmente, hay situaciones donde son apropiados los antiguos métodos romanos de guerras de conquista y ocupación de territorios extranjeros. Este es el caso de Irak.
Sin embargo, incluso aquí observamos un claro avance sobre los antiguos métodos. Los estadounidenses intentan ocupar Irak. No hay la más mínima duda en esto. Incluso han diseñado planes detallados de cómo funcionará una administración colonial gobernada por EEUU, cómo el gobernador imperial reconstruirá la infraestructura destruida, comenzado, por supuesto, con los campos petrolíferos. Pero el objetivo del imperialismo estadounidense no es sembrar el suelo de Irak con sal y volverlo yermo para siempre, todo lo contrario, quieren que el desierto florezca y el petróleo fluya, para mayor gloria de Dios, los beneficios de los empresarios petroleros estadounidenses y los ingresos del tesoro estadounidense.
La farsa de la “inspección”
Con el interminable juego mortal del escondite con los inspectores de armas, en algunos cuarteles se especula con que quizá las cosas no lleguen al punto de la guerra. Rumsfeld ofrece generosamente a Sadam Hussein la opción del exilio en algún destino innombrable, insinuando que así él podría escapar de la persecución. Estos minués diplomáticos no engañarán a nadie. Lo único que aquí importa se que el conflicto militar en el Golfo ha alcanzado un punto de prácticamente no retorno.
Sadam Hussein sabe que las promesas de Washington tienen muy poco peso, que son sólo una parte de la cobertura diplomática general necesaria para ocultar las verdaderas intenciones de EEUU y para adormecer al mundo, y a Irak, con un falso sentido de seguridad antes de que comiencen las hostilidades. Por eso Sadam Hussein apareció el 17 de enero en televisión para avisar a todo aquel que intente invadir su país de que sería derrotado y “obligado a cometer un suicidio en las puertas de Bagdad”.
Esta feroz retórica marcó el 12º aniversario de la Guerra del Golfo, cuando Irak fue rápidamente derrotada con más de 200.000 vidas perdidas. Los estadounidenses claramente cuentan con repetir el mismo escenario, pero no todos están tan seguros. El nerviosismo en los mercados financieros de todo el mundo es una prueba suficiente de esto.
“Culpable hasta que se demuestre su inocencia”
Conscientes de su debilidad frente a la única superpotencia mundial, los iraquíes han dando facilidades extraordinarias para demostrar su voluntad de cooperar con los inspectores de armas de las Naciones Unidas que buscan evidencias de la existencia de armas de destrucción masiva. ¡Inútilmente! Después de más de doscientas expediciones, Hans Blix, informó a finales de diciembre que no habían encontrado nada y que tenían todavía que descubrir el “arma del crimen” que convenciera al mundo de la supuesta amenaza que representa Irak. El 31 de diciembre, Kofi Annan, afirmó que no veía bases para una intervención armada contra Irak.
La respuesta de los estadounidenses fue decir que, en muchas palabras, ¡el no haber encontrado nada demuestra que los iraquíes ocultan algo! Esta lógica recuerda al razonamiento retorcido que se utilizaba en los juicios a las brujas hace cientos de años. Una pobre mujer era acusada de brujería y sometida a la tortura para obligarla a confesar. Si se negaba a confesar, decían que el diablo le daba su fuerza, si se desmayaba era que la ayudaba a dormir, y así sucesivamente, hasta que la desafortunada víctima confesaba o moría.
El descubrimiento de once cabezas químicas vacías de 122 mm, todas en buenas condiciones, sirvió como pretexto adecuado a los torturadores de Irak para renovar su alarma. Éstas, dijo un portavoz de los inspectores, no estaban incluidas en la declaración de 12.000 páginas que Irak realizó sobre su programa de armas. Un funcionario iraquí dijo que el motivo era porque las cabezas no estaban relacionadas con ninguno de los programas de armas prohibidos y que simplemente caducaron y fueron almacenadas en cajas de madera, y que después se habían olvidado de ellas.
Es bastante posible que los iraquíes estén diciendo la verdad, como también en el posterior descubrimiento de varios informes en la casa de uno de los científicos y que tampoco fueron declarados. El científico ha respondido que estas notas no están relacionadas con ningún programa nuclear militar y que son sólo notas para las clases que imparte a sus estudiantes. Pero eso no ayudará a Sadam. Los estadounidenses, como la reina de Alicia en el país de las maravillas, quieren pronunciar primero un veredicto de culpabilidad y después celebrar el juicio. ¡No van a aceptar otra cosa!
Los inspectores están preparándose para presentar su primer informe formal sobre Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU el 27 de enero. Antes de comunicar ese informe, el inspector jefe de la ONU ¾ Hans Blix ¾ y el jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica ¾ Mohamed El Baradei ¾ , visitaron Bagdad, donde advirtieron a los iraquíes que la situación es “muy tensa y peligrosa”. Para evitar la guerra, dice Blix, Irak debe proporcionar una prueba creíble de que ha eliminado sus sospechosos programas nucleares, químicos y biológicos.
En un juicio normal, la tarea del fiscal es demostrar que el acusado es culpable. ¡Aquí, el acusado se presupone que es culpable y es necesario facilitar una prueba de su inocencia! No sólo eso, se espera que demuestra un gran entusiasmo en ayudar al fiscal a encontrar la prueba necesaria, es decir, ¡qué es culpable! Los funcionarios en Washington dicen que los iraquíes no tienen que caer en la “infracción material” de resoluciones: en otras palabras, son culpables hasta que se demuestre su inocencia.
¿Por qué la guerra?
Las acciones del imperialismo estadounidense se asemejan a las de un elefante salvaje, pensando que podrá eliminar cualquier obstáculo sólo con su propio peso. Desafortunadamente, ¡no siembre ocurre así! Es interesante contrastar la línea de pensamiento de EEUU en Irak, con su política hacia Corea del Norte, donde Bush ha prometido diplomacia y ha dicho que consideraría la posibilidad de permitir ayuda alimentaria si Corea del Norte renuncia a su programa de armas nucleares. No es un secreto que el régimen coreano posee armas nucleares, sin la necesidad de enviar inspectores de la ONU. ¡Bush no ha amenazado con invadir Corea del Norte! La razón es obvia. Corea del Norte tiene un ejército poderoso y armas nucleares, y podría provocar un daño considerable en caso de guerra. Y un bravucón siempre busca una víctima más pequeña y débil.
El hecho es que la camarilla dominante de Washington hace mucho (antes del 11 de septiembre) ya tenía en mente el derrocamiento de Sadam Hussein y la ocupación e Irak. ¿Cuáles son las razones de esta testarudez? Son varias: políticas, estratégicas, económicas e incluso personales. George W. Bush, que a propósito, ganó las últimas elecciones presidenciales gracias a un flagrante fraude, quiere a toda costa permanecer en la Casa Blanca. Cuando queda poco más de un año para las próximas elecciones presidenciales, calcula que una pequeña guerra victoriosa aumentaría sus posibilidades. Después de todo, basta con mirar lo ocurrido con Thatcher y la guerra de las Malvinas. ¡El hecho de que en esa guerra puedan morir muchas personas es sólo una consideración trivial comparado con el futuro político de George W. Bush!
El destino personal de Bush sería, por supuesto, en sí mismo, insuficiente para justificar el hundimiento de EEUU en un conflicto sangriento e incierto. También hay otras razones, más poderosas, de carácter estratégico y económico.
Desde la caída de la URSS, EEUU ha emergido como la única superpotencia mundial. Cuenta con el 37 por ciento del total de gasto mundial en armas y el 40 por ciento de la producción mundial de armas. Ninguna otra potencia se aleja remotamente a esto. Los imperialistas estadounidenses se han abrogado el papel de policía del capitalismo mundial. Han decidido romper todos los viejos acuerdos que conformaban las bases de la “ley internacional”. Su consigna es “lo correcto es la fuerza”. Y no tolerarán que ningún régimen no acepte gustosamente su dominio. Ese fue el significado de la guerra en Kosovo y también de la guerra en Afganistán.
A pesar del golpe terrible que supuso la pasada Guerra del Golfo, y después de diez años de sanciones bárbaras que han reducido al pueblo iraquí al hambre y la miseria, Irak todavía es una potencia formidable en la región. EEUU quiere a toda costa destruir este poder y así dar una lección terrible a los pueblos de Oriente Medio y de todo el mundo. ¿Veis lo que ocurre cuando os posicionáis contra nosotros? Este es el mensaje.
Aunque es una simplificación caracterizar la guerra venidera como una “guerra por el petróleo” (hay otros elementos en la ecuación), no puede haber la más mínima duda de que el petróleo juega el papel más importante. La economía estadounidense depende del petróleo, y sobre todo de las grandes reservas de petróleo que hay en Oriente Medio. George W. Bush procede de una familia texana y la riqueza procede del petróleo. Su vicepresidente, Dick Chaney, también tiene estrechos vínculos con las grandes petroleras estadounidenses. Los hombres del petróleo forman el grupo más poderoso de la oligarquía estadounidense y tienen una influencie decisiva en la política exterior de EEUU. Junto con el famoso Complejo Industrial Militar, ejercen una influencia poderosa en la política exterior de Washington.
Arabia Saudí
Hasta hace poco, EEUU creía tranquilamente que las reservas petroleras de Oriente Medio estaban garantizadas por un país amigo: Arabia Saudí. La degenerada y parasitaria camarilla dominante Saudí mantenía con vara de hierro el orden en su propia casa. Se trata en realidad de una dictadura fundamentalista que tortura a sus oponentes, discrimina a las mujeres y corta la mano a los ladrones. Esto naturalmente la cualifica para pertenecer a la coalición de regímenes democráticos de EEUU.
Mientras hablan en nombre de Alá, los miembros de la casa real Saud son notablemente corruptos. Estos defensores de la fe y guardianes de los lugares sagrados del Islam, beben whisky, conducen coches caros y se divierten con prostitutas. Han conseguido mantenerse en el poder en parte gracias la salvaje represión, y en parte, porque las enormes reservas de petróleo les permitieron dar concesiones a la población. Pero todo esto ha terminado.
La caída de los ingresos petroleros ha supuesto la caída del nivel de vida para la mayor parte de la población Saudí. El nivel de vida ahora está en el 20 por ciento de su nivel de hace veinte años. El desempleo es elevado y sigue subiendo, especialmente entre los jóvenes saudíes. Esto significa que el descontento está alcanzando niveles peligrosos y que no será posible contener esta situación sólo con la represión.
Para los estadounidenses supuso una conmoción enterarse de que la mayoría de los secuestradores del 11 de septiembre no eran afganos o iraquíes, sino que eran ciudadanos de Arabia Saudí. Pero esto era completamente predecible. La degenerada camarilla dominante Saudí, consciente de su debilidad y aislamiento de la población, llegó a un acuerdo con los clérigos musulmanes de la estricta secta Wahabi, dándole a esta última mano libre para funcionar en Arabia Saudí, a condición de que impulsará la Jihad (guerra santa) sólo fuera de las fronteras de Arabia Saudí.
Los gángsteres fundamentalistas reaccionarios como Osama bin Laden (que tenía estrechos vínculos con la familia real Saudí) contaron con un apoyo activo, además, fueron financiados y apoyados por la CIA y el régimen Saudí, para atacar a las fuerzas soviéticas en Afganistán. La infraestructura de Al Qaeda se creó en ese momento. No hubo ningún problema mientras que sus actividades se limitaban al asesinato de rusos. Pero al final, después de la caída de la URSS, Al Qaeda cambió sus intenciones hacia EEUU. Como ocurre en algunas ocasiones, el perro loco mordió la mano que le daba de comer.
Es interesante observar que la CIA confiaba tanto en los saudíes que ni siquiera les mantuvo bajo vigilancia. Un antiguo miembro de la CIA hace poco dijo que la agencia ni siquiera tenía un archivo sobre el país. Esta asombrosa negligencia podría explicar la razón por la cual a los servicios de seguridad estadounidenses les cogió desprevenidos los ataques del 11 de septiembre. Pero ahora todo ha cambiado.
De una ciega fe en el régimen Saudí, los estadounidenses los han convertido en sospechosos. Temen, con cierta razón, que el inestable régimen pueda ser derrocado más pronto que tarde. Las divisiones en la familia real llevan a la creencia en esta interpretación. La pérdida de Arabia Saudí sería un golpe para EEUU, que depende mucho de las reservas petroleras saudíes, que son las reservas conocidas más grandes del mundo.
Está claro que los círculos dominantes en EEUU están considerando este escenario y se preparan para él. La presencia de las tropas estadounidenses en suelo Saudí, supuestamente para defender el reino de la amenaza de una invasión extranjera (de Irak), en realidad, es un seguro político. En el caso de que el régimen sea derrocado, el ejército estadounidense dará inmediatamente los pasos necesarios para la ocupación ¾ no de todo el país que sería una tarea formidable ¾ de los campos petroleros, la mayoría situados en una estrecha franja costera. Después los separarían del resto del país y los árabes se quedarían con la arena.
Y es en este dibujo donde se enmarca Irak. Este país cuenta con la segundas reservas petroleras del mundo, después de Arabia Saudí. La posesión de estas valiosas reservas sería esencial para EEUU si, como es posible, Arabia Saudí se vuelve inestable. Además, cualquier invasión de Arabia Saudí tendría que ser iniciada desde Irak. Por lo tanto, el establecimiento de bases estadounidenses en ese país es una necesidad estratégica. Por todas estas razones, lo estadounidenses están dispuestos a emprender una invasión ¡cuánto antes mejor!
Los trucos de Blix
El descubrimiento de un puñado de cabezas de mísiles vacías es poco probable que convenza a todos los miembros del Consejo de Seguridad para que consideren a Sadam un “infractor material” de sus obligaciones, y de esta forma iniciar la guerra. Tampoco las omisiones o inexactitudes que según dicen los inspectores existen en la declaración de Irak. Blix espera que el Consejo de Seguridad le pida realizar un nuevo informe en febrero. Pero para entonces, se puede crear un goteo de revelaciones que formen la prueba suficiente para demostrar que Irak no dice la verdad.
En su loco camino hacia la guerra, EEUU se encuentra con serios obstáculos. Los vecinos regímenes están todos aterrorizados con las consecuencias de una invasión estadounidense de Irak. En Oriente Medio ya existe una fuerte oposición anti-estadounidense. Sadam ha mandado a un enviado especial para que hable con varios dirigentes árabes, incluido el presidente sirio Bashar al-Assad, que tomó parte en la acción militar de 1991 que expulsaron a las fuerzas iraquíes de Kuwait, y que desde entonces ha entablado lazos con Irak y que se opone a cualquier ataque a su vecino. Pero estos regímenes no pueden ayudar a Irak. ¡Tendrán que luchar para mantenerse a sí mismos! El verdadero peligro para EEUU no procede de los gobiernos y ejércitos árabes, sino de lo que llaman “la calle árabe”, es decir, las masas.
Una reciente encuesta demostraba que en Egipto sólo el seis por ciento de la población era pro-estadounidense, y un 69 por ciento estaba en contra. En Jordania, el 25 por ciento era pro-estadounidense, y un asombroso 75 por ciento estaba en contra. Estos dos regímenes penden de un hilo. Una invasión estadounidense de Irak les desestabilizaría aún más, provocando una oleada de protestas a través de todo Oriente Medio. Los ataques terroristas sobre objetivos occidentales aumentarían y provocarían un ciclo infernal de violencia. El reciente asesinato de civiles estadounidenses en Yemen son un aviso de lo que ocurriría. Lejos de ser una “guerra contra el terrorismo”, las acciones del imperialismo estadounidense, es decir, del terrorismo de estado, exacerbarían enormemente el problema, creando un ambiente de odio y amargura, permitiendo a las organizaciones terroristas ganar numerosos nuevos reclutas.
Los problemas de Washington no se limitan a Oriente Medio. Europa se le resiste, irritada por la insolente arrogancia de sus “aliados” estadounidenses. La verdadera razón por la cual Blix y sus colegas de la ONU continúan con sus actividades en Irak es la presión de varios miembros del Consejo de Seguridad que no están nada entusiasmados con la perspectiva de una guerra, en primer lugar Francia. Jacques Chirac, el presidente francés, dijo el pasado 17 de enero que los inspectores deberían disponer de más tiempo y que una acción unilateral contra Irak infringiría la ley internacional. Los imperialistas franceses tienen sus propios intereses en Oriente Medio e Irak. Han tenido asiduamente contratos con productores petroleros como Irak y Libia, para enojo de los estadounidenses. Saben que si las empresas franceses firman estos contratos lucrativos, entonces no los podrán firmar las empresas estadounidenses.
Pero la paciencia del presidente George W. Bush se está agotando. “Se está agotando el tiempo” para Sadam. “Estoy enfermo y cansado de juegos y engaños, ese es mi criterio del programa”. Este no es sólo un aviso para Bagdad, también lo es para París. Esta frase tiene una clara segunda interpretación: “Si os oponéis a lo de Irak, lo haremos de todas formas, y nos aseguraremos de que todos vuestros contratos se rompan y que no obtengáis nada. Si, por otro lado, nos apoyáis, os daremos algunas migajas de la mesa después de que hayamos terminado de comer”. Los franceses, con lágrimas y suspiros, tendrán que apoyar a sus “amigos” estadounidenses e incluso enviar tropas.
En cuanto a Rusia, Moscú ha enviado a su ministro de exteriores a Irak para entablar “negociaciones sobre desarme” (léase: capitulación de Irak). Esta es una réplica exacta de la diplomacia de Mijail Gorbachov en el Golfo en vísperas de la guerra de 1991, cuando Moscú abandonó a los iraquíes a su suerte. Ahora la historia se repite. Los rusos tienen importantes contratos petroleros con Irak (la mayoría de las instalaciones y maquinaria procede de la URSS), y también tiene una gran cantidad de dinero implicada. Los estadounidenses les han prometido a los rusos que les devolverán su dinero. ¡Cuánto valen estas promesas es otra cuestión!
Avance inexorable
Mientras continua la comedia diplomática, las fuerzas británicas y estadounidenses se amontonan en el Golfo. Lo realmente importante no son los juegos diplomáticos en la ONU, sino el avance inexorable de tropas. Por primera vez, EEUU ha enviado toda una división: 11.000 soldados. Han creado un centro de mando en Qatar. Por su parte, Gran Bretaña ha anunciado la salida de 30.000 tropas de asalto (una cuarta parte del ejército británico) junto con tanques y artillería. El objetivo es establecer una fuerza de 100.000 soldados y quizá dos veces más de fuerzas de apoyo. La movilización de este número de tropas no tiene el propósito de ser un pasatiempo. ¡Van a utilizar las tropas!
Es, por supuesto, posible que EEUU termine contando con el apoyo del Consejo de Seguridad para asegurar que haya una nueva resolución que apoye el uso de la fuerza. Por ahora han dado los pasos para sobornar a los franceses y los rusos, que apoyarán la resolución, o en cualquier caso, no la vetarán. Si los estadounidenses piensan que no conseguirán una resolución del Consejo de Seguridad, seguirán adelante de cualquier forma, alegando que la ONU “ya lo había decidido” en la resolución anterior.
¿Cómo puede Sadam Hussein demostrar que no tiene armas de destrucción masiva para la completa satisfacción de George W. Bush? La respuesta es bastante clara: no puede. En el mejor de los casos los inspectores regresarán con un veredicto de “no demostrado”, nunca de “no culpable”. Y como señalaba correctamente The Economist: “Si EEUU ataque Irak sobre estas bases, por supuesto, provocaría consternación. Pero al mismo tiempo, la lógica de la guerra se impondría. Incluso sin el apoyo de la ONU, Gran Bretaña (probablemente) y Francia (posiblemente) seguirían a EEUU”.
A pesar de todo el zumbido de Londres y Washington, a pesar de todas las protestas de Blix, no hay duda de que EEUU está completamente decidido a atacar Irak, con o sin la resolución de la ONU. Todo lo relacionado con la inspección de armas y las resoluciones del Consejo de Seguridad, son sólo una farsa irrelevante. Si los estadounidenses no pueden encontrar ninguna prueba que justifique sus acusaciones, simplemente la inventarán. En el futuro próximo podemos esperar alguna provocación. En realidad, los estadounidenses y los británicos están bombardeando en todo momento posiciones iraquíes en la llamada zona de exclusión aérea. Si los iraquíes intentan defenderse, será utilizado como una excusa para empezar un ataque total. Esto puede ocurrir en cualquier momento.
Aquellas personas que están bajo la ilusión de que la ONU puede parar la guerra, están equivocadas. Apelar a la ONU sólo sirve para desviar la atención de lo que realmente está ocurriendo. La guerra puede estallar en cualquier momento, más pronto de lo que se piensa. La verdadera tarea es construir desde abajo un movimiento poderoso contra la guerra. No se puede perder ni un momento en esto.
Londres, 21 de enero de 2003