Luego de un receso de varios meses (Septiembre de 2014), donde escribí sobre el tema del Seguro Escolar, me atrevo a incursionar de nuevo, a través de este medio de comunicación social, para tratar un tema que me parece interesante, como lo es el denominado trabajo femenino (del hogar). Constituye el octogésimo artículo que envío para su publicación.
Se dice que el trabajo del hogar es potestativo, se podría decir obligatorio, para las mujeres, lo cual históricamente ha sido de esta forma, en casi todos los países, en especial en los del denominado tercer mundo o con los diversos calificativos que se les ha dado durante estos años (sobre todo en el siglo pasado).
En una oportunidad, cuando fue televisado un encuentro de mujeres, realizado en Caracas, se decía que el trabajo más antiguo era el de ama de casa o trabajo en el hogar. El Presidente Hugo Rafael Chávez Frías (y su sucesor: Nicolás Maduro Moros) han sido grandes defensores del género femenino, ante la postergación, la invisibilización, la exclusión de la cual ha sido objeto la mujer en todo el mundo (y en particular en nuestro país), desde que existe la humanidad.
Siempre abogó por la igualdad, por considerar que el género femenino, en muchos aspectos, es superior al masculino, siempre que existan igualdad de condiciones (no de oportunidades), para ejercer un cargo (en el sector público o privado). Se declaraba siempre feminista y se notaba que no era simple retórica, ni era una actitud acomodaticia, como se nota en muchos que se dedican a ejercer la política y que más que políticos se pudieran llamar politiqueros.
Quienes hemos seguido la historia personal del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, lo hemos comprobado y para ello me remito a los múltiples testimonios de quienes lo conocieron desde su más tierna infancia (entre ellos sus familiares y amigos más cercanos), cuando quizás sólo soñaba con ser Presidente de la República, como al final lo consiguió.
Todo este preámbulo lo hago, para significar que el trabajo del hogar no tiene que ser obligatoriamente un trabajo de la mujer y para ello voy a realizar la siguiente argumentación, que como siempre no tiene como objeto polemizar con nadie, ni tratar de cambiar la opinión de ninguna persona, sino de hacer un planteamiento que quizás pudiera ayudar a nuestro país, ante el "Cambio de Época" (y no una época de cambios), como se ha venido diciendo recientemente (entre ellos lo ha popularizado el Presidente de Ecuador: Rafael Correa).
Se dice que nuestra población es machista, pero gran parte de la culpa (por supuesto que no toda) la tienen nuestras propias mujeres, quienes ayudan a afianzar este comportamiento, porque creen y lo llevan a la acción, que el trabajo hogareño es exclusivo de la mujer y por tanto hay que "proteger" al varón (al macho) de realizar un trabajo que a pesar de ser útil para el hogar, debe recaer únicamente sobre los hombros de la o las mujeres de la casa y desde niños nos acostumbran a apartarnos de estas tareas "típicamente femeninas", porque al parecer se pierde la "masculinidad".
Yo, como médico, respondería que para comprender este desacierto, tendrían que demostrarme, quienes así hablan, que los trabajos hogareños producen en el género masculino una ablación (pérdida) de alguno de los órganos genitales que caracterizan al varón (testículos o pene) o un descenso de los niveles de las hormonas sexuales masculinas (testosterona o sus precursores), para poder pensar que lo anterior es cierto.
Los seres vivos (no sólo el ser humano) nos comportamos durante nuestra vida según lo aprendido en nuestro primer contacto con el mundo exterior (inclusive antes de nacer, como se ha comprobado hasta la saciedad).
En ocasiones un ser vivo (después de la concepción) no llega ni siquiera a nacer si el medio externo es hostil o puede nacer con graves defectos que hacen imposible su supervivencia (en los animales suceden los casos de muerte "in útero", abortos o mortinatos y las malformaciones incompatibles con la vida, que son numerosas, por los órganos que puede comprometer). Ello sin hablar de los problemas de orden físico y mental derivados de problemas que trastornan el embarazo (por ello la importancia del control prenatal precoz y continuo hasta llegar al parto, para detectar cualquier trastorno que pueda tratarse o preverse mediante un seguimiento adecuado por el médico no especialista o en casos especiales, por el obstetra, si se tiene acceso al mismo). Hay que recordar que no todas las embarazadas habitan en el medio urbano y pueden ser controladas por un especialista (sea a nivel público o privado).
Volviendo al tema original, existen numerosas tareas del hogar que bien pueden realizar los varones de la casa, si no en su totalidad, por lo menos podrían ayudar y por medio de la práctica (como en toda actividad educativa) aprenderla para que en etapas posteriores de su vida les sean útiles, dentro o fuera de su hogar.
Un ejemplo muy fácil de entender, es cuando el adolescente (masculino o femenino) se separa del medio familiar, para cursar estudios superiores, por no contar en su medio local o nacional, de un Centro de educación, donde pueda desarrollar la carrera escogida por el estudiante y de allí en adelante, debe realizar las labores correspondientes para mantenerse saludable y confortablemente en el nuevo sitio donde deberá habitar, por lo menos hasta que finalice sus estudios.
Existen numerosas actividades, que se necesitan efectuar para poder sobrevivir, una de ellas y quizás de las más importantes es la alimentación. Pero para poder alimentarse primero hay que producir o por lo menos "saber comprar y preservar los alimentos". Si una persona no sabe realizar esta actividad que parece tan simple, tendrá que mantenerse comiendo alimentos procesados, por personas que lo más probable no coincidan con los gustos culinarios del individuo. Es célebre la sentencia de: "Nadie cocina como mi mamá".
Debemos recordar que el tipo de alimentos y la forma de prepararlos, no es igual en todas partes del mundo, ni siquiera en una misma comunidad, porque lo que nos habituamos a consumir en materia de alimentación, es lo que nos acostumbramos a comer en nuestras propias casas.
Es por ello que cada población generalmente consume los alimentos que se producen en su localidad, su estado, su país y en raras ocasiones productos alimenticios importados de otros países, que podrían llamarse "exóticos". Por supuesto esto ha cambiado notablemente durante los últimos años, debido al mejoramiento en los métodos de conservación de los alimentos y en especial la velocidad que han desarrollado los medios de transporte, que permiten trasladar todo tipo de carga a grandes distancias y en relativo corto tiempo (por vía terrestre, acuática y/o aérea).
Ello acarrea ventajas y desventajas, que no es el motivo de esta disertación, pero debemos recordar que el procesamiento de los alimentos, requiere un manejo muy cuidadoso, para evitar la descomposición o contaminación de estos y en numerosas ocasiones se precisan sustancias que prolongan el tiempo durante el cual se pueden consumir, pero que en no pocas oportunidades, son perjudiciales para la salud (en grandes cantidades: cloruro de sodio y sacarosa o aún en pequeñas cantidades: nitritos, nitratos y otras más).
Lo más conveniente para todo ser vivo, es utilizar el alimento que la naturaleza provee y con el menor procesamiento posible, en especial la industrialización (que por supuesto en algunos casos es imprescindible, sobre todo cuando el sitio de producción está muy alejado del lugar de consumo).
Es lamentable que en ocasiones hombres y también mujeres, por no haber aprendido durante su niñez y adolescencia a preparar sus alimentos, pasen hambre teniendo a mano los mismos, o tengan que botarlos por haberse descompuesto o por preparar una cantidad excesiva (el caso de España y otros países europeos es dramático).
Pasando a otro tema está el de la limpieza de la habitación o la vivienda donde el hombre vive, la cual debe ser realizada periódicamente, para evitar la inmundicia, que mantiene un ambiente desagradable a la vista y que propicia la aparición de enfermedades de todo tipo, en especial dermatológicas (piel) y gastrointestinales, así como la infestación por roedores, moscas, cucarachas y otros animales perjudiciales. Estas son tareas que fácilmente puede efectuarla un hombre sin desmedro de su masculinidad, para ayudar en las labores del hogar o de la vivienda donde habita.
De la misma manera, el varón se puede acostumbrar a lavar y ordenar su ropa (en especial su ropa interior y franelas), lo cual puede realizar cuando se está bañando, para luego colocarla a secar. El resto de la ropa es también posible aprender a lavarla, sobre todo si se trata de ropa que no requiere planchado e insisto debe acostumbrarse a mantener la habitación donde duerme ordenada y limpia. Los zapatos de la misma manera deben dársele un tratamiento que los preserven y mantengan limpios.
Si el varón se acostumbra desde niño a ser ordenado y limpio, cuando llegue a la edad adolescente y adulta, podrá comportarse mejor tanto en el hogar de sus padres como fuera de él y podrá colaborar con su pareja cuando formen su propio hogar.
La escuela puede igualmente colaborar con esta función educativa, exigiéndole al alumnado su colaboración en la preparación de los alimentos, cuando existe un comedor en el plantel. De la misma manera es imprescindible que los colegios y en especial los liceos dispongan de áreas donde los alumnos y alumnas puedan desarrollar la capacidad de aprender la siembra, cuidado, cultivo, conservación y consumo apropiado de los alimentos (tanto en las áreas rurales como urbanas), porque insisto todo ser vivo se alimenta y necesita aire y agua libre de contaminación, para poder vivir en un mundo más confortable.
Es nuestra labor como educadores, proporcionarle las herramientas a las generaciones futuras para que pueda prorrogarse la existencia del ser humano, en un planeta que necesita de nuestra ayuda, si no queremos desaparecer como especie, sobre este hermoso planeta.
Recordemos, que todo lo que aprendemos durante nuestra vida, siempre nos será útil, de alguna forma o en cualquier ocasión, la mayoría de las veces cuando menos lo esperamos.