En toda la historia, los grandes capitales, siempre, escudados en las religiones y tomando de ellas "justificativos divinos", han logrado sus cometidos. Todos los sistemas de dominación sucedidos en el desarrollo histórico de la humanidad, hasta el actual sistema de dominación capitalista, han procurado el camuflaje perfecto para encubrir sus bastardos fines. Con las religiones se enajenan a los pueblos y estas a su vez también son enajenadas y moldeadas a los intereses de la clases social dominante. La humanidad en su enajenación se crea fronteras ilusorias (razas y religiones) y producto de las contradicciones propias del sistema capitalista, inician la lucha mutua por la defensa de intereses ajenos a ellos mismos, el capital. En esta lógica avanzó la elite capitalista judía. Construyendo una filosofía propia, el sionismo, esta elite ha capturando y moldeando en ella a la primera religión monoteísta que conoció la humanidad, la religión judía.
El sionismo, el sustituto presente del nazismo, o mejor dicho, su equivalente actual, se reconoce como la filosofía más acabada del degenerado sistema del capital. Su carácter egoísta, racista y segregacionista es fuente de inspiración a los neoconservadores dirigentes del imperio norteamericano. Y el poder económico que sus elites ostentan, representa para el imperio un vital apoyo.
Si compartiéramos este análisis, comprenderíamos sin grande esfuerzo el porqué de muchas cosas; inicialmente entenderíamos el porqué del uso, por parte del imperio norteamericano y británico, de las motivaciones divinas para atacar a Irak cuando sus tesis: "Armas de Destrucción Masiva" se demostrara su falsedad; comprenderíamos el porqué de la construcción de la "islamofobia" en la psiquis de su pueblo para encubrir su sed de petróleo; comprenderíamos el porqué de esa estrecha relación EE.UU-Israel; y sin duda concluiríamos que las luchas que se libran en territorios árabes (palestino e iraquí), es una lucha del gran capital internacional sionista y anglosajón en contra de esos pueblos oprimidos, incluso más, concluiríamos que también es una guerra en contra del propio pueblo judío y contra toda la humanidad.
Es indignante ver y escuchar a rabinos, representantes religiosos de la comunidad judía, profiriendo consignas cargadas de visceral racismo y segregacionismo en contra de otro pueblo también semita, como lo es el pueblo árabe palestino. A muestra dos ejemplos:
Por la sabia iniciativa de un grupo integracionista conformado por árabes y judíos, de crear escuelas en donde estudien unidos palestinos y hebreos, el rabino David Bazri señaló públicamente lo siguiente: "El establecimiento de una escuela de este tipo sería terrible, una acción lamentable. No se pueden mezclar la pureza y la inmundicia. Ellos son una enfermedad, un desastre, un demonio. Los árabes son como los burros y la pregunta es ¿por qué Dios no los creó caminando a cuatro patas? La respuesta es, porque tienen que trabajar y lavarse. No tienen un lugar en nuestra escuela". El hijo de este rabino, cuyo nombre es Itzhak Bazri, también rabino, comparó al pueblo Ismaelita (palestinos) con los burros y dijo: "los árabes son inferiores. ¿Qué es lo que quieren? Tomar a nuestras hijas. Dicen que somos racistas, ellos son el demonio, son crueles, asquerosos como las serpientes. Existe la inmundicia y existe la pureza y ellos son inmundos".
O de aquellas noticias, aun más recientes, de cómo el gobierno criminal del Estado fascista y terrorista de Israel condecoraba con honores, ascenso y dinero a un militar sionista quien en meses anteriores había acribillado con exacerbado sadismo, a una indefensa e inocente niña palestina, propinándole 20 disparos.
Las matanzas de niños, mujeres y hombres árabes palestino e iraquíes, la demolición de hogares palestinos y la formación de nuevos asentamientos para colonos judíos, la destrucción de ciudades y pueblos enteros en Irak, la matanza selectiva de profesionales, intelectuales, maestros iraquíes y palestinos, todo esto frente a la ceguera y la apatía de la Comunidad Internacional, es el karma que han tenido que pagar estos pueblos hermanos.
Es aquí cuando urge aclarar un punto importante: "No se puede seguir confundiendo al sionismo con el judaísmo, no todos los judíos son sionistas". Los verdaderos hombres y mujeres de fe, de la comunidad judía y del mundo en general, deberían pronunciarse por todo este desastre. La "Misión Milagro de Venezuela" debería extenderse por todo el mundo.