Es harto conocido, para condiciones normales, que cuando la oferta sobrepuja la demanda los precios tienden a caer, y viceversa, inclusive cuando se trate de bienes no perecederos aunque no duraderos. Con el whisky ocurre que su alta demanda, en lugar de estimular su producción y oferta, ha estimulado su acaparado y para que sus precios crezcan y crezcan.
Los artículos de ferretería suelen tolerar largos períodos de ventas flojas sin mayores pérdidas para sus vendedores, pero esa misma perecibilidad y durabilidad de sus mercancías forman parte de un largo tiempo de inventarios, dadas las bajas rotaciones de capital que caracteriza a estos mercados.
Con el whisky debemos hacer algunas precisiones sobre su mercado, su añejamiento, su carga etílica, sus diferenciados precios. Por ejemplo, ¿cómo afirmar con plena certeza que un whisky “añejado” durante unos 8 años tenga menos valor por concepto de añejamiento que otro con más años de conservación en toneles o depósitos especiales?
Creemos que sencillamente ha habido menos producción que consumo, que se ha tratado de una estrategia de mercado mediante la cual se ha justificado sus alzas de precios derivadas de esa subofertas con unos supuestos años de añejamiento, lo cual ha restringido más su oferta y, por consiguiente, eso ha provocado un acaparamiento premeditado a fin de encarecerle el precio a partes del volumen de producción de cada año.
Una vez diferenciados los precios, obviamente la demanda de los más encarecidos tiene a bajar, pero las bajas de la demanda simplemente se han traducido en nuevos años de supuesto añejamiento que justificaría los encarecidos precios que caracterizan a los whiskies con mayor número de años guardados en esos depósitos llamados de añejamiento.
Creemos que todos aquellos whiskies que son ofertados con más de 8 años, son vendidos más caros, no por añadidura de más añejamiento, sino por haber estado debidamente guardados.
Sin embrago, una improbable baja en la demanda de esas bebidas que sean ofrecidas como añejas para más de 8 años, bien podría obligar a las empresas licoreras a abaratarles sus precios en lugar de encarecérselos con cada año de sobreoferta de whiskies frente a una demanda que tiene a ser estacionaria. Son soló bebidas debidamente guardas a las que se les conserva su grado etílico, su bouquet, etc., pero no más añejamiento porque este estado tiene límites ya infranqueables.