Como consecuencia del destrozo del tejido ético social estamos siendo víctimas de una exitosa operación psicológica frente a la cual no disponemos ni del conocimiento ni de las acciones prácticas e inmediatas por parte del Estado para revertir sus consecuencias macabras.
Comprender los fundamentos de la naturaleza humana es clave para enfrentar con éxito los efectos demoledores de una guerra económica que ha convertido en poco tiempo la lucha de clases (ricos contra pobres) en una lucha fratricida intra clases de pobres contra pobres que no otra cosa es el denominado bachaqueo o el buhonerismo. Un bachaquero al igual que un buhonero no es un burgués explotando a un proletario sino proletarios bajo la influencia psicológica orquestada por la burguesía destrozándose(nos) entre ellos m ismos(nosotros mismos)
Veamos entonces:
l Nos perdimos en solitario y sólo nos salvaremos en racimo. (Pablo de Tarso)
El mal, el estímulo al instinto fragmentador y egoísta, encuentra su mejor momento, su oportunidad, cuando el hombre está en soledad. Pablo de Tarso, ese personaje tantas veces invocaba el Presidente Chávez por su compromiso con su causa "hasta consumirse como una vela en el servicio de su pueblo", vivió en carne propia las claves de esta debilidad del hombre en soledad, aislado de la comunidad. El "pecado", la "tentación" aparece a lo largo de la Biblia sorprendiendo al hombre siempre en solitario, es allí, justo en la soledad, cuando los dones necesarios para sostener las exigencias de la razón ética, la conciencia del deber social por ejemplo, aparecen más vulnerables y víctima de los instintos. "Nos perdimos en solitario y sólo nos salvaremos en racimo" es, por cierto, una consigna de un otrora vigoroso movimiento cristiano, equivalente a lo que debe ser un poderoso movimiento comunitario.
l Ningún ser humano en términos individuales resiste la tentación del instinto.
Ocasionalmente, como excepción y no como regla, encontramos a lo largo de la historia hombres y mujeres excepcionales quienes literalmente jamás cedieron ante tentación alguna. Lo normal, lo lógico y hasta lo humano es que el ser humano ceda alguna que otra vez ante los instintos primarios del egoísmo. Un proyecto de retorno al socialismo perdido, un proyecto de salvación de la humanidad y el planeta no puede depender de la firmeza inalterable de un solo hombre o incluso de un grupo de ellos sin ser lastimosamente vulnerable. Baruch de Espinoza, autor de la obra magnífica "Ética" asume esta realidad y le concede a la comunidad, al colectivo, a todos y cada uno, esa capacidad para corregir entuertos, enderezar caminos y no renunciar al proyecto cuando éste se desvirtúa. Asume y demuestra Espinoza que los dones espirituales superiores necesarios para mantener la marcha transformadora de la historia están en forma casual en algunos miembros del colectivo pero siempre en forma difusa en algún miembro de ese mismo colectivo, de manera tal que, cuando esa tensión ética se extravía en algún miembro de la comunidad esta se encuentra, apagada unas veces, latente y a la espera en otras, pero siempre en la comunidad. Razones sobradas para afirmar con Chávez "¡Comuna o nada!" bien que lo sabía el Comandante y de allí su insistencia.
l Sólo la comunidad posee en forma difusa los excedentes de valores capaces de mantener la marcha transformadora.
El revolucionario de mediados del siglo XX, Ernst Bloch, angustiado ante el cuadro de un proyecto revolucionario socialista que ya hacía aguas, y que hacía aguas por la vía del decaimiento de la espiritualidad revolucionaria y por la expropiación de la soberanía del pueblo por parte del Estado y el Partido, tomó en sus manos la vieja angustia de Bakunin, de Prohudom , de Kropotkin y en general de todo el pensamiento anarquista (el verdadero, no el del bochinche que no es lo mismo) que como sabemos se centra en la conformación de una sociedad libre, sin necesidad de poder constituido ni burocracia oficial y cuyo centro de gravedad se sitúa en el trabajo, o el pensamiento de Kropotkin quien alertaba acerca del surgimiento o resurgimiento de una nueva burocracia que fatalmente tendería a constituirse en núcleo de autoridad y de tiranía potencial que hemos visto fatalmente florecer en tantas oportunidades.
Al fin, para Ernst Bloch, el Estado debe cumplir un rol transicional pero de manera tal que la transición impida la constitución de nuevas formas de opresión. Nos regala entonces, Bloch, su cadena de "dones necesarios" para que en la transición el pueblo, el colectivo, la comuna, conserve su soberanía y la vaya macerando y aumentando hasta hacerla plena cuando las condiciones no justifiquen ya la existencia de un Estado instrumento de una clase para oprimir a otra porque se habrá superado el sistema de clases y su presencia será innecesaria
Es entonces una guía para la constitución de las Comunas Socialistas tal como las debemos construir en Venezuela o más temprano que tarde ya sea a manos de los unos o de los otros, todas nuestras esperanzas y sueños naufragarán una vez más a manos del diablo del egoísmo.
¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE!
¡COMUNA O NADA!