El funcionario público: ¿servidor o veneno para la Revolución?

Nos acosa el fantasma del desaliento en el corazón del pueblo menos politizado. Una buena parte de esos desalientos, de esos dolores y heridas tienen su origen en la existencia de un funcionario público que entraba, obstaculiza, enmaraña y desprecia al pueblo soberano. Un funcionario sin conciencia de que el pueblo es su mandante y no al revés es un asesino de esperanza además de "un mata votos".

Cada vez que se deja sin respuesta oportuna la necesidad de un ciudadano se hace mucho más contra la revolución que cuanto pueda hacer el enemigo clásico y mira que éste hace mucho. Nos urge un funcionario público socialista que internalice el hecho de que es un servidor  y que la esperanza de cada ciudadano vale más que todas las marchas, las consignas o las gorras y franelas que pueda colocarse para mimetizar sus miserias.

Los servidores públicos socialistas deben ser aquellos que conozcan su misión y sepan que sus conocimientos están al servicio del pueblo. La sociedad socialista tiene como eje central la formación de un ser humano nuevo. Ese ser humano nuevo en permanente proceso de transformación y portador de una nueva ética que se pone de manifiesto en cada acción con su conducta para continuar la marcha irrenunciable hacia el mundo nuevo o quedar postrado -una vez más- a orillas del camino. En este sentido el funcionario está bajo la observación y ponderación del pueblo quien ve en él –con razón- la prueba de lo que es un revolucionario más allá de las propagandas.

Debemos convencernos de que esa formación del servidor público con alma, corazón y conciencia socialista es un proceso largo, un proceso continuo de nacencia al hombre nuevo en tanto se muere al hombre viejo. El Che, modelo de ser humano nuevo, estaba consciente de este itinerario, de este éxodo por el desierto hacia la "tierra prometida" y decía qué "la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica son los dos pilares de la construcción de la nueva sociedad…", vale decir, la técnica en el ejercicio eficaz de las responsabilidades y la espiritualidad socialista para que esa técnica esté siempre al servicio del pueblo.

Es imposible alcanzar la sociedad nueva sin esta conciencia. No es suficiente con el ordenamiento y desarrollo de las fuerzas productivas, se hace imprescindible la conciencia socialista. La conciencia convertirá en natural y fluida la calidad del servicio como elemento inseparable de la razón de vida. La conciencia es la que hace posible que se resuelva la contradicción indudable del individuo y sus apetencias satisfecho en lo personal y la misión del servicio al pueblo sin que lo perturben las urgencias de sus propios intereses.

La calidad del servicio se torna así en una obligación para el servidor público socialista simplemente porque esa actividad satisface la necesidad del pueblo, y ese pueblo ha de significar el fin último de todos sus desvelos. Ha de internalizarse el doble carácter del trabajo en la administración pública donde no debe existir el dilema entre trabajo individual o privado y trabajo social tal como existe en el capitalismo. El trabajo personal se convierte así en trabajo para el pueblo y en contribución a las necesidades sociales eje y razón fundamental del ser socialista.

Una sociedad nueva exige la creación de este ser humano nuevo que la protagonice, una nueva conciencia de lo social que se coloque por delante de lo individual. El trabajo como servicio, entrega y realización plena es el instrumento más eficaz para formar este ser humano nuevo. Un ser humano nuevo que en esencia tiene que ser solidario, generoso, humano y fraterno; un ser humano capaz de ver en todos a sus hermanos y en ellos la causa de su misión y amarlos como a sí mismo. Por tanto, un ser humano que estudia, aprende y sabe más para servir mejor, sin tolerarse mediocridades, exigiéndose a sí mismo la excelencia. Un ser humano que sea capaz de vivir como piensa y más aún de vivir como sueña.

Siguiendo una propuesta de un apreciado compatriota nos atrevemos a proponer la MISIÓN SERVIDORA Y SERVIDOR PÚBLICO, como un modo urgente de atender esta grave deficiencia. Formación ideológica, capacitación y excelencia para ser eficaces engranajes en la construcción del socialismo. ¡Dejarlo para mañana podría ser tarde!

 

¡CONCIENCIA Y COHERENCIA RADICAL!
Nuestras primeras necesidades.
¡VENCEREMOS!



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Martín Guédez


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